EL GAFADO NOMBRE DEL AEROPUERTO JUAN DE LA CIERVA • MIENTRAS LA SEGUNDA REPÚBLICA INMORTALIZÓ EL AUTOGIRO EN SELLOS, LA DICTADURA RECHAZÓ NOMBRAR ASÍ AL NUEVO AERÓDROMO

POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA

El inventor, junto a uno de sus autogiros.

El célebre inventor Juan de la Cierva, más que tener un aeropuerto con su nombre, lo que le correspondería en cualquier país medio avisado, solo tiene la negra. Porque mientras estos días lo acusan de franquista, la Dictadura rechazó en 1948 darle esa denominación. Y en tanto se aprueba en algún ayuntamiento como Coslada (Madrid) retirar su nombre de una calle, la Segunda República lo homenajeó en 1935 imprimiendo sellos del autogiro.

El último capítulo es el estancamiento de la denominación del nuevo aeropuerto en el Ministerio de Fomento, que tampoco se decide, sin ofrecer explicación alguna, a otorgarle ese nombre.

Al hilo de la Ley de Memoria Histórica, algunos sostienen que el ingeniero colaboró en el alzamiento de Franco procurándole el alquiler del avión ‘Dragon Rapide’ que acercó al militar desde Canarias a Tetuán para encargarse de las tropas e iniciar la contienda. De nada sirve la evidencia de que De la Cierva, empresario además de genio, había vendido aviones a la República, murió apenas iniciada la Guerra Civil y jamás conoció al general. Ni falta que le hizo nunca.

Sin embargo, lo sorprendente es que, si tan franquista era, nadie se explica por qué la Dictadura también rehusó denominar Juan de la Cierva al aeropuerto que un grupo de murcianos pensaban construir. Sucedió en 1948.

La llamada Junta Técnica Mixta del Aeropuerto de Murcia celebró su primera reunión el 31 de julio de 1948. De ella formaban parte, entre otros, el presidente de la Diputación Provincial, Agustín Virgili, y el de la Cámara de Industria, Adrián Viudes. El acta del encuentro, que se conserva en la Cámara de Comercio de Murcia, prueba que Virgili propuso «solicitar a la Superioridad la autorización para que el Aeropuerto se denomine Cierva-Codorniú, en prueba de recuerdo del ilustre hijo de Murcia, el glorioso inventor del Autogiro». Y pasaron cuatro meses.

La nueva reunión fue convocada en el Ayuntamiento. Pese a que incluso se encabezó la posterior acta con aquella denominación para el aeropuerto, fue rechazada durante el encuentro. ¿Por qué? Pues Federico Soreña, jefe de obras del Sector de San Javier y presidente de la Junta, informó de que el director de Aeropuertos descartaba la posibilidad de llamar Cierva-Codorniú al aeropuerto.

«Llamadlo de Murcia»

En una carta, el director advertía de que «el excelentísimo señor general subsecretario me comunica que, aunque existen aeropuertos a los que se ha dado el nombre de personas de elevada significación, es criterio del Ministerio el que se designen con el nombre de la población importante más próxima a su emplazamiento, a fin de facilitar con ella la navegación, debido a la cual, no procede denominar al Aeropuerto de Murcia, Aeropuerto Cierva-Codorniú».

Aunque no todos estaban de acuerdo, como es evidente si tenemos en cuenta que el encabezamiento del acta escrita más tarde. Los preparativos siguieron su curso con el acondicionamiento de un piso en Alcantarilla, donde debía construirse la infraestructura.

El proyecto preveía la compra de terrenos para «la indispensable ampliación del campo de vuelo». Y aquello, claro, había que pagarlo. Por ello abrieron una cuenta en la Caja del Sureste donde «las entidades interesadas en la construcción» podían efectuar sus ingresos.

Entre ellas estaban la Diputación, la Cámara de la Propiedad Urbana, la Cámara Oficial Sindical Agraria y la Delegación Provincial de Sindicatos. Aquella iniciativa quedaría en nada y los murcianos se quedaron sin aeropuerto.

Esta propuesta de honrar a De la Cierva no fue la única. Y el caso del sello de 1935 evidencia la sensibilidad que la Segunda República tuvo con el inventor. Cuenta el investigador Jesús García Sánchez que por aquellos años «el ministro de Bellas Artes era de la CNT y los de Hacienda y Comunicaciones de Izquierda Republicana». Aunque eso no impidió que se editara la pieza, que representaba el autogiro sobrevolando Sevilla, con la Giralda al fondo.

Al ilustre murciano también le brindarían un espacio público como el que le quieren quitar en Coslada. Porque las calles siempre fueron objetivo de unos y otros bandos políticos. Retrocedamos en el tiempo. El 14 de abril de 1931, a eso de las cuatro de la tarde, grupos de ciudadanos se fueron concentrando en La Glorieta e irrumpieron en el Consistorio para colocar en su balcón la bandera tricolor. Lo mismo se hizo en la torre de la Catedral, mientras volteaban todas sus campanas para anunciar que la ciudad era republicana.

Al día siguiente, se formó la Junta Administrativa Municipal, presidida por José Ruiz del Toro. Y entre los primeros acuerdos se decidió el cambio de denominación de calles. De esta forma, se propuso que la plaza de Santo Domingo se llamara de Pablo Iglesias, y la explanada de la Reina Victoria, hoy Martínez Tornel, fuera conocida como plaza 14 de abril.

Cuatro años más tarde, bajo la alcaldía del caravaqueño José Musso, del partido radical y quien sería fusilado más tarde por el Tribunal Popular de Murcia en 1936, el Ayuntamiento decidió otorgar una calle al inventor.

La plaza de El Rollo

En realidad, desde que el 3 de septiembre de 1930 el ingeniero aterrizó con su autogiro en el campo de Sangonera, la idea de dedicarle una plaza recorrió los despachos del Consistorio. El inventor recibió el homenaje de disfrutar de una plaza en la confluencia de las carreteras de Granada y Cartagena y las avenidas Floridablanca y Juan Antonio Perea. Pero curiosamente, la plaza del ingeniero, llamada antes de El Óvalo o de El Rollo, mantiene hoy esta última denominación en el corazón de los murcianos.

El acuerdo se adoptó en la sesión municipal del 30 de enero de 1935 y el acto de inauguración se celebró el 24 de abril. Así lo anunció el diario ‘La Verdad’ en su portada de aquel día, donde la Alcaldía «se complace en anunciar al público murciano que hoy, día 24, a las 12 horas, se verificará en la plaza del rollo el descubrimiento de la lápida», a quien consideraba el redactor «una de las más puras glorias de la patria». Para la ocasión, como no podía ser menos, un autogiro debía sobrevolar el lugar y el resto de la ciudad, aunque finalmente no lo hizo.

Durante las intervenciones en otro acto en la Cámara de Comercio se recordó la necesidad de que se construyera un aeropuerto en Murcia y el presidente, según publicó ‘Levante Agrario’, ofreció «procurar que […] sea una cosa real para las próximas fiestas de primavera». Pobre.

Fuente: https://www.laverdad.es/

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