MEMORIAS DEL CONCEJO DE PARRES 1835-1985 (CAPÍTULO XXVII)

POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)

Domingo Fresnedo Gómez, que fue barrendero municipal en Arriondas durante más de cuarenta años, desde 1910.

El concejo le dedicó una calle a este entregado barrendero.

El año 1911 era el segundo como barrendero municipal para Domingo Fresnedo Gómez y sólo tenía obligación de limpiar la única acera que había desde el puente sobre el Sella hasta la estación del tranvía, aunque poco después una medida sanitaria dictada por la “Superioridad Provincial” dispuso normas específicas para los ayuntamientos, de modo que en Arriondas se acordó que Fresnedo cobraría un real diario más para que recogiese también la basura de otros lugares del pueblo (a excepción de la Plaza del Mercado) y -para ello- se le facilitó un carretillo. Aquel mes de diciembre de 1911 -el vasco afincado en Ozanes- Domingo Fresnedo percibió 26,66 pts. por su trabajo.

A Fresnedo le quedaban por barrer muchas calles durante los más de 40 años que serviría a los vecinos de la capital del concejo y tendría tiempo a casarse, a enviudar, a volver a casarse -en este caso con Maximina, vecina de Granda- (motivando la correspondiente “lloquerada”, típica y desafortunada costumbre de estos lares); tuvo una hija de nombre Covadonga, enviudó por segunda vez y acabó sus años viviendo de nuevo en Arriondas, después de haberse quedado ciego.

Arriondas le tiene dedicada una merecida calle.

La víspera de Nochebuena de 1911 se solicitó que se declarase de utilidad pública el camino vecinal desde Soto de las Dueñas a San Cosme de Llerandi, a través de Llames, Cividiello y Fresnidiello. Otro tanto se solicitaba para el camino desde La Vega de los Caseros a Arenas de Parres; desde Romillo a San Martín de Bada; desde “El Horrín” hasta Aballe; desde Villar de la Cuesta -por Cofiño- hasta la carretera de Arriondas a Colunga y desde Sto. Tomás a Bodes. La unanimidad era plena para estas reivindicaciones.

Los periódicos de aquel año se hacían eco del gran escándalo provocado en la calle Carretas de Madrid al atreverse dos mujeres a pasearse en falda-pantalón…

Pero el escándalo de cada año en Parres era la tramitación del expediente de prófugos del servicio militar. El acto de declaración y clasificación de soldados -publicado en el Boletín Oficial de la Provincia- era un rompedero de cabeza municipal. Cuesta trabajo creer el gran número de mozos de Parres que no se presentaban para ser tallados y entrar en filas, y si no fuese porque sus nombres y apellidos, junto con el de sus padres y el pueblo de nacimiento figuran año tras año anotados, nadie podría creerse que en 1911 fueron declarados prófugos ochenta y tres jóvenes.

Y así fue durante muchos años, a veces el número de prófugos casi superaba a los que se presentaban, sabiendo los castigos a los que se enfrentaban si los encontraban (incluso a sus padres si eran cómplices).

En ese año diez prófugos eran de Arriondas; cinco de Soto Dego, cuatro de Bode y otros cuatro de Arenas, y tres de cada uno de los siguientes pueblos: Hueges, Fresnidiello, Collía, Aballe, El Otero, Coto de Llames, Collado de Andrín, Soto de las Dueñas, El Puente, Santianes y Arobes; y así hasta treinta y siete pueblos en total con mozos no presentados, sin que nunca se explicasen las causas de esa no presentación en tiempo y forma.

A las 14 horas del día primero de enero de 1912 era nombrado alcalde con diez votos Luis Gutiérrez Fernández, Anastasio del Valle obtuvo uno y tres concejales votaron en blanco. La Corporación estaba compuesta por catorce miembros y las sesiones eran los jueves a las 13,30 horas.

No parece que fuesen muy diligentes porque -a la siguiente sesión del día 4 de enero- solo asistieron el alcalde y un concejal, teniendo que suspenderla. El día 6 de enero asistieron diez y se distribuyeron en las comisiones de: Hacienda, Sanidad y Ornato, Caminos, Pesas y Medidas y Montes; y nombraron a los alcaldes de barrio, (no eran festivos como ya dijimos en varias ocasiones ni el día de Navidad, ni el de Año Nuevo ni el de Reyes o Epifanía).

Sólo los mayores contribuyentes varones del concejo tenían derecho a voto para el Senado.

Tan mísero era el sueldo de los guardias municipales que uno de ellos -llamado Manuel González- solicitó se incluyesen a su esposa e hijos en el listado de pobres del concejo, con derecho a la correspondiente beneficencia pública.

El dueño de la primera Casa de Telégrafos que vimos en el capítulo XX de estas Memorias era Manuel Junco, el cual falleció en 1912, quedando su esposa Honorina Pando.

La “Sociedad de Cazadores de Cangas” presentó en el Ayuntamiento diez recibos por valor de 149 pts. por aquellos “animales dañinos” que habían matado en nuestro concejo, tales como zorros y lobos. En aquellos días se decidió que quienes matasen dichos animales deberían presentarlos en la Secretaría del Ayuntamiento junto con una certificación suscrita por el cura párroco y el alcalde de barrio del pueblo en donde les hubieran dado muerte.

No parece que hubiese sastres en el concejo, pues a los municipales se les abonaron 12 pts. por el viaje en tren a Llanes para que les tomasen medidas y les hiciesen sus trajes de uniforme.

…Y el secretario municipal Enrique de la Grana Valdés reingresó a su puesto por orden gobernativa el día 27 de enero de 1912, tras solucionarse algunos asuntos judiciales por los que había sido destituido.

Tanto este secretario como el barrendero Domingo Fresnedo fueron los más longevos en sus respectivos trabajos y al mismo tiempo, más de cuarenta años a partir de 1910, de modo que vieron (y vivieron) de todo: entre miserias, con políticos de todas las tendencias, en dictadura, monarquía, república, franquismo y pudieron comprobar -desde primera línea- la transformación del concejo del que formaron parte.

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