ARROZ CON PITU RONCU

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Gallo de raza pita-pinta y gallina negra en cortejo silencioso. Después de… vendrán los cantares.

Iban en jornada de caza con halcón el rey don Fernando el Católico y don Martín de Rojas, uno de sus nobles caballeros. El halcón divisó una garza y se lanzó en vuelo a su captura, abandonando bruscamente su proyecto para perseguir a una preciosa paloma.

.- Pero, ¿qué hace ese halcón? , preguntó el rey.

Don Martín, un tanto «picardioso y cabroncete», respondió:

.- Es que creyó ver a la abuela de Su Majestad y quería saludarla.

No lo entienden, ¿verdad?

Pues se lo explico brevemente.

Don Fernando el Católico era nieto del Almirante de Castilla, duque de Medina de Rioseco y Conde de Melgar, don Fadrique Enríquez, hijo de don Alfonso Enríquez, «habido de ganancia» de don Fadrique Alonso y una preciosa moza judía llamada PALOMA.

¿Quedó explicada la respuesta del «caçador e montero mayor del Rey?

Pues verán.- Don Fernando era hombre de buen comer y de mucho «ayuntar con fembra placentera», cosas ambas que la reina Isabel le dosificaba con suma tacañería. Por eso, cuando la ocasión le era propicia, invitaba a su mesa a su tío el Almirante, hijo de don Fadrique, con esta tentadora propuesta. «Venid a palacio, que hoy tenemos polla negra y ronca para comer».

Lo de «polla» deben entenderlo como GALLINA JOVEN DE PLUMAJE NEGRO. Lo de ronca, que no es cantarina o canta con cierta afonía.

Y debe de ser verdad esto de la buena calidad de las pollas negras y roncas pues en el KITAB AL WISSAD, obra del virrey de Toledo IBN WAFID (el célebre Abenguefit), del siglo XI, se elogia el caldo de estas aves como remedio a muchas dolencias de tipo gripal y catarral.

No les digo mentiras, pues poseo ese libro editado hace años por el Instituto de Estudios Toledanos.

¿Por qué les cuento todo esto?

Dos sucesos, los dos muy análogos, lo explican.

Un vecino de Soto de Cangas, fue denunciado porque uno de sus gallos cantaba de mañana con un índice de decibelios superior a lo tolerado por ley y molestaba a los clientes de un hotel próximo. Ese gallo cantarín, apodado «decibelio», fue subastado días atrás en la fiesta del pueblo por el increíble precio de ¡¡¡ 650 euros!!!

Otro vecino, en Aranda de Duero, poseedor de «gallo cantarín», también fue denunciado por superar en 35 decibelios lo permitido legalmente en horas nocturno-mañaneras , y expuesto a una multa superior a los 2 000 euros, que ya es decir. Creo que recurrió esa sanción y está a la espera de una «solución pactada».

Pues así es la vida rural con sus gallos cantarinos, con sus boñigas (moñiques, decimos en Colunga), con sus perros, burros, vacas y «vacos», con sus oveyes y sus cabras (y cabrones, que son los machos cabríos)…

Yo, para alegrar la fiesta de mañana, voy a guisar arroz con»mediu pitu negru cantarín», tal como acostumbro en ocasiones festivas.

Compré un pitu de aldea (de caleya) de raza asturiana «pita pinta), ya desplumado, eviscerado y limpio, de unos 4 kg «arriba o abajo». Costoso, pero no caro, pues su calidad es excelente. Lo dividí a lo largo en dos mitades. Una mitad la congelé y la otra la troceé en 8 porciones mediano-grandes (muslo: dos trozos; contramuslo: 2 trozos ; pechuga : 3 trozos, ala: 1 trozo).

En una olla rápida, con aceite, al fuego, doré la carne previamente adobada con ajo y sal, añadí unos trozos grandes de pimiento rojo, un vasito de brandy, un poco de caldo y a cocer durante unos 15-20 minutos.

Ya en su punto, agregué dos tazas grandes de arroz bomba, 4 tazas de agua y un sobre de azafrán.

Unos 5-6 minutos de cocción a olla rápida cerrada son suficientes para que el arroz esté «como debe estar»: entero y un pelín al dente.

Un reposo de 5 minutos en la misma olla para, dispuesto en una fuente, servirlo de inmediato.

¿Y para beber?

Un buen vino tinto de Cangas del Narcea, que aún explosiona como La Descarga del Carmen, en amplitud de colores, aromas y sabores.

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