DE SORPRESA EN SORPRESA

POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)

Resulta que por motivos de la música coral he tenido la oportunidad de visitar Berlín, esa ciudad tan significativa y hoy de nuevo capital de la Alemania reunificada. Eran muchos los motivos que me atraían especialmente de esta ciudad renacida de sus cenizas, aparte del principal motivo musical. Por diferentes medios del mundo del arte y la arqueología, como que ya conocía de cerca y en muchos detalles ese lugar tan emblemático de un país renacido de una época catastrófica. Y muchas de las lecturas, la mayor parte de ellas no sólo de la recuperación de la propia ciudad, sino de su importantísimo patrimonio, y especialmente las relacionadas con su arte y arquitectura, con sus magníficos museos, de ese famoso muro inhumano que hoy se ha convertido en otro atractivo turístico, y, cómo no, del eterno dilema de la restauración, renovación o recreación de tantos monumentos y edificios. Cartas y más cartas sobre la restauración de monumentos se superponen y ninguna ha parecido definitiva en eso de unificar los criterios y las formas de restaurar y recuperar monumentos. Todo eso me ha dado mucho que pensar, casi siempre aplicando criterios en el denostado patrimonio de mi ciudad, en las formas y en los modos de encorsetar tantos temas, tantas iniciativas fallidas porque no de ajustaba a esas normas normalizadas. En realidad, en cada sitio, cada equipo e incluso cada persona componente de esas comisiones que velan por el patrimonio han mantenido demasiadas veces criterios distintos, o contradictorios, y a veces totalmente dispares…

Entre tanto, monumentos valiosos, edificios singulares, arquitectura popular que supera muchas veces la arquitectura de autor, otros edificios sin ninguna singularidad que increíblemente han pasado a engrosar listas que tienen poco de clarificadoras, e incluso zonas enteras de las poblaciones antiguas, unas que estando dentro de la limitación no tienen sustancia ninguna y otras que por estar fuera de esa línea de referencia no se tienen en valor cuando de hecho tiene mucho más de lo que pudiera parecer.

Yo creo que al final el asunto está en que no se profundiza en el conocimiento de esta arquitectura tradicional, o popular, que nos clarifique en qué queremos de nuestra ciudad, que parece que no tenemos claro. Cuantas veces he demandado técnicos que no minusvaloren el ladrillo, que es lo nuestro, que no se avergüencen de estos materiales, sencillos pero tan nobles. El asunto es tratarlos con cariño y sentido común.

El caso es que no he querido liarme con tantas apreciaciones personales, cuando hoy yo solo quería manifestar públicamente, a través de estas líneas, mi gran sorpresa, mi admiración ya incondicional a una forma de hacer que se me antoja más eficaz y menos arbitraria. Es muy interesante aprender de lo que hacen los otros…

Por aquellas latitudes en las que con mucha frecuencia te muestran fotografías espeluznantes del estado en que quedó aquella ciudad, además y dejando aparte los dramas personales, yo ahora me refiero al grado de destrucción urbana y monumental, y cómo hoy ha cambiado, sigue habiendo una actividad frenética, un renacer permanente, obras por todas artes en una ciudad muy moderna y al tiempo antigua y renovada.

He sentido envidia, he sentido impotencia y estoy meditando sobre el asunto. No es la primera vez, ni el único ejemplo, pero sí he sentido la misma sensación de arbitrariedad. Después de tantos años y de algunos intentos más voluntariosos que eficaces, el casco histórico de mi ciudad dormita, en el caso más benévolo, por no decirlo con más rotundidad: se muere!!! Por no haber conseguido que las necesarias normas reguladoras fueran al mismo tiempo eficaces para conseguir una ciudad recuperada, y no un montón de tapias de corrales que se corresponden a momentos de miseria y no a viviendas dignas para ciudadanos que no se quieren ir a vivir a la periferia…

Cuánto da de sí un viaje y casi sin citarle… pero sobre todo da mucho que pensar.

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