EL PREGÓN, TRADICIÓN Y POLIFONÍA, ESTAMOS EN FERIAS

POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)

Estos días de las Ferias y Fiestas de San Victorino son de fiesta, ajetreados y llenos de cosas y actos para dodos los gustos. Este año el pregón ha sido pronunciado por cuatro representantes de la Asociación La Queda, Ivan, Fran, Ana y Javier, una agrupación de casi cien componentes que están siempre presentes en la vida cultural y lúdica de la ciudad, siempre destacando por su buen hacer, tanto en manifestaciones de alguno de sus miembros, como el Belén monumental que instalan en las Casas Consistoriales, como en muchas actividades más multitudinarias, la feria de abril, el folclore el día de la Comunidad, representaciones históricas, las paellas y sopas de ajo populares, y las participaciones en los carnavales o el desfile de carrozas de Ferias, son algún ejemplo de su actividad. Arevalenses inquietos siempre al servicio de la ciudad.

Fue un pregón diferente y llamativo que encandiló a la gente más joven en una Plaza del Real abarrotada de público. Vitoreados y aplaudidos. Un grupo coreó consignas ofensivas que la mayoría no siguió. Sentimos vergüenza ajena por estas cosas que en las fiestas y en todas partes están fuera de sitio, provincianismos sin sentido y trasnochados.

Todas las fiestas están cargadas de actos, tengo que destacar la extraordinaria corrida de toros con figuras máximas: Morante, Manzanares y Ureña, una gran tarde de toros en las que los toreros estuvieron muy por encima de lo habitual, con grandes faenas de lidia del toro, muchos trofeos merecidos y el último toro indultado, que ya casi va siendo tradición. Decía un amigo que esta preciosa plaza de Arévalo es muy “indultona”.

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Pero, la música de grandes orquestas es también protagonista importante. Y la música tradicional castellana, con la actuación del mítico grupo Nuevo Mester de Juglaría, que este año cumple sus 50 años en los escenarios y volvió a Arévalo, un lugar muy querido por ellos y en especial el escenario de la histórica y mudéjar Plaza de la Villa, un marco espectacular que conocen bien, donde unas tres mil personas bailaron y corearon sus composiciones más conocidas. Este es el espectáculo que más aforo atrae a la plaza. Canciones de siempre, recuperadas del folclore castellano o composiciones suyas, todas conocidas y vitoreadas en una noche deliciosa por un público fiel e incondicional a esta agrupación pionera en el resurgir de la música tradicional castellana. Ciertamente el Mester en la histórica plaza arevalense suena especial, aunque ya el paso de los años se notan en sus voces, pero sus seguidores valoramos mucho toda su trayectoria y las buenas veladas que nos han proporcionado… y en una zona de la plaza, miembros de la escuela de bailes folklóricos de Arévalo jaleó y bailó esas jotas castellanas que están recibiendo un nuevo y gran impulso. Son nuestras raíces que no queremos perder, como ocurre con los numerosos jóvenes dulzaineros arevalenses, que cuando escribo esta crónica acompañan a los gigantes y cabezudos. Una música sentida por muchos.

Y otra de música, en esta ocasión de polifonía, el tradicional concierto de Ferias de la Coral La Moraña de Arévalo, que en su 32 aniversario nos ofreció un concierto en el templo de la música polifónica, la iglesia de San Miguel, abarrotada de público, todo el aforo de asiento y más gente de pie hasta el portal. Un concierto de tradición esperado por el público seguidor de esta coral, muy especial porque en su repertorio de dos partes se recuperaron algunas canciones recordando los viajes al extranjero de esta coral que siempre lleva el estandarte de Arévalo donde quiera que esté. Precisamente hace poco regresamos de Berlín donde además del concierto anunciado tuvimos el honor de cantar en el Museo de Pérgamo, ante la gran puerta de Ishtar, el Nabuco de Verdi, en el mejor escenario posible, con una acústica extraordinaria, que paralizamos el museo porque el numeroso público visitante hizo una parada para aplaudir a la coral arevalense… y mucha emoción también cantando ante la puerta de Brandenburgo berlinesa. Música que aúna y hace amistades, que nos hace sentir grandes sensaciones allá donde cantemos.

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