EXPOSICIÓN: MONTAÑÉS, MAESTRO DE MAESTROS

POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)

El Museo de Bellas Artes de Sevilla acoge esta exposición que puede verse hasta el 15 de marzo del año que viene. Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, 1568-Sevilla, 1649) constituye un hito en la escultura española del Barroco y es un modelo imperecedero de la escuela sevillana. Esta exposición ofrece un recorrido por una selecta representación de 44 esculturas y relieves del genial artista, de un total de 58 obras que la componen.

El itinerario, a través de tres secciones, nos muestra un excepcional repertorio de obras que testimonian la ambición de los grandes encargos que abordó, lo sublime de sus imágenes devocionales y la novedad de sus modelos iconográficos. En la primera sección se exponen obras de los conjuntos o retablos más notables, como los de San Isidoro del Campo o el convento de San Leandro. La segunda sección muestra destacados ejemplos de su excelente producción imaginera, como San Cristóbal o San Jerónimo. La tercera se centra en sus aportaciones más significativas a la iconografía barroca sevillana, como fue el Niño Jesús del Sagrario, La Cieguecita, o el Cristo de la Clemencia.

Juan Martínez Montañés nació en Alcalá la Real (Jaén), hijo del bordador Juan Martínez y de Marta González, ambos de origen zaragozano. Hacia 1580 inicia en Granada su aprendizaje con Pablo de Rojas. Llega a Sevilla en 1587 con 19 años, donde se casa con Ana de Villegas, teniendo seis hijos. Trabajó con escultores de origen castellano como Núñez Delgado, hasta su examen en 1588 donde fue declarado “hábil y suficiente para ejercer oficio”. La primera obra conservada es el San Cristóbal, de 1597.

En los años iniciales del siglo XVII ya trabaja para Sevilla, Andalucía y América, realizando obras magistrales como el Cristo de la Clemencia. La colaboración del escultor con otros artistas fue una constante. Destacan Juan de Oviedo, Juan de Mesa, Francisco de Ocampo en el retablo de San Isidoro del Campo. Francisco Pacheco policroma algunas de sus obras, consolidando la policromía mate, que también emplearán para él Gaspar de Raxis y Baltasar Quintero. En 1613 enviuda y vuelve a casarse con Catalina Salcedo, teniendo siete hijos.

Hacia 1615 acaba su obra procesional el Nazareno de Pasión. En 1620 comienza una etapa de intensa producción. Mientras trabaja en el Convento de San Leandro, en 1621 inicia la disputa con Pacheco por la contratación de la policromía del retablo de Santa Clara. En Sevilla se evidenciaba el declive económico. En los años treinta la colaboración del taller es creciente. Realiza el retablo de la Iglesia de san Miguel de Jerez de la Frontera, las esculturas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista del convento de Santa Paula y obras emblemáticas como San Bruno y La Cieguecita. En 1635 en Madrid modela el retrato de Felipe IV para la estatua ecuestre de Pietro Tacca, por lo que fue llamado “Lisipo Andaluz”. Murió en la epidemia de peste de 1649 y fue sepultado en la Iglesia de la Magdalena.

SAN JERÓNIMO PENITENTE DEL CONVENTO DE LAS CLARISAS DE LLERENA

La escultura número 38 que ofrece la exposición de Martínez Montañés -llamado el dios de la madera- muestra a San Jerónimo penitente (1604) en madera tallada y policromada, policromía de Juan de Uceda, del convento de Madre de Dios y los Pobres, Llerena. Esta escultura formaba parte del antiguo retablo mayor de la iglesia del monasterio de Santa Clara de Llerena, promovido por doña Jerónima Delgado, viuda de Hernán Delgado Mexía el Mayor. Juan de Oviedo y Martínez Montañés realizan su carpintería y escultura respectivamente. Juan de Uceda se encarga de dorarlo, estofarlo y policromarlo. La figura central de San Jerónimo, de Montañés, es hoy el único testimonio conservado del retablo, y pertenece al periodo de consolidación del artista. En ella asume el legado estético del pasado más próximo, tomando como referente al de Torrigiano, introductor en Sevilla del modelo iconográfico del santo.

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