DE CASINOS A LA COSTERA; EL ANDAR DE TRES CRONISTAS VALENCIANOS • LA PRIMERA PARADA ES EN LLANERA DE RANES, DONDE SE PUEDE COMPARTIR ALMUERZO A BASE DE EXQUISITO EMBUTIDO DE AQUELLA ZONA

POR JOSÉ SALVADOR MURGUI, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)

Dos de los tres cronistas. / EPDA

Es ya una costumbre desde hace varios años, un día a la semana, reunirnos tres Cronistas Valencianos, Vila, Aparici y Murgui, amigos y bueno compañeros y visitar Archivos, Hemeroteca, o recorrer pueblos en busca de lo inédito, de lo conocido que acaba siendo desconocido, y hasta incluso de aquello que fue descubierto y que sigue olvidado en los rincones de la historia.

El mundo actual, tan civilizado, tan moderno, tan pendiente de las redes y de los revolucionarios sistemas informáticos, a veces nos hace olvidarnos de la realidad vivida. Con demasiada frecuencia, las televisiones, las series que se emiten tan amigas de la violencia y de las pistolas, se olvidan de que existe un mandamiento de la «Ley de Dios», que nos recalca aquello de que «no matarás» y a la vista de muchos episodios de la vida, nos encontramos con que el matar es algo necesario para llenar de contenido las aventuras que los medios audiovisuales hoy nos presentan.

Hago esta introducción porque sumidos en profundas conversaciones, tres Cronistas, mochila en la espalda, máquinas de fotos en las manos, y la ilusión por montera, emprenden una mañana nubosa, salpicada por gotas de lluvia, y con un tenue sol que amenaza con salir y esconderse, emprenden ese camino que separa Casinos, pasando por Valencia, para llegar a esa comarca cargada de historia que fue bautizada como «La Costera».

La primera parada la hacemos en Llanera de Ranes, donde pudimos compartir un exquisito almuerzo a base de exquisito embutido de aquella zona, el bar del pueblo a la sombra del campanario nos acoge junto a los simpáticos amigos de aquel lugar, con los que compartimos mesa y mantel, además de esas bebidas espirituosas, tan típicas del «almorsaret» valenciano.

El tiempo apremiaba, y teníamos que hacer la segunda parada en el Gran Casino de Canals, otro nuevo descubrimiento. Su amplia escalara y su espaciosa terraza nos introducen en ese mundo construido en 1931, con el dinero proveniente del gordo de Navidad, que cayó en Canals; pudimos ver las grandes pinturas que reflejan el Canals de los años 1930, subir al pequeño escenario en el que actuaban los músicos para amenizar los grandes bailes de la época, y disfrutar de un exquisito café con el que fuimos obsequiados. En la actualidad es la sede de la Cooperativa Agrícola San Antonio Abad y también funciona como bar-restaurante, pero sumido en un ambiente de pinturas y lámparas imitando los palacios de la época.

No falto esa parada para contemplar ese árbol monumental «La Lloca», plantado en 1914, y después de nuestro paso por la Casa de la Cultura «Ca Don José», nos fuimos a disfrutar del «Riu nou» «Riu dels Sants», paraje natural, donde las cristalinas aguas nos dejaron ver los peces que surcaban las aguas en esa soleada mañana. Pasamos por aquellas carreteras que eran el paso hacia Albacete o hacía Madrid, pudimos recordar aquel famoso «Bar Pegaso», parada obligatoria, junto a una antigua y espaciosa gasolinera, recuerdos todos sepultados en los fondos de la historia, y custodiados por nuevos y altos puentes que facilitan el tráfico de trenes y vehículos tan veloces como el tiempo que pasa sin darnos cuenta.

El Ayuntamiento de Rotgla i Corbera, nos sorprendió, construido sobre un Secadero de Tabacos, y modernamente restaurado, con los techos de madera que nos devuelven a la realidad de aquellas hojas colgadas en los clavos, y las entradas a las Naves numeradas nos hacen ver un moderno salón de actos, el consultorio médico, el museo y las dependencias del ayuntamiento. Un edificio digno de ser estudiado y de recrear alguna novela amorosa, entre las secas hojas de tabaco.

El Forn d» Agustí nos muestra sus dulces creaciones. / EPDA

Y la nota final del día fue la más dulce, hicimos la última parada para fotografiar unos azulejos de diferentes santos que decoraban una fachada, y nos encontramos con el Forn d’Agustí, entramos a ver con que podíamos obsequiar a nuestras familias, y vemos que es un horno tradicional, con las bolsas vacías de pan colgadas en un perchero esperando el pan del día siguiente, no quedaban casi nada para poder comprar, pero nos obsequiaron con unos «mostachones», típicos de la villa; pudimos ver el horno, las dependías, fotografiar a los propietarios que disfrutaron con el encuentro, y pasar un final de la mañana feliz y con alegría, aceptando la invitación de volver en cualquier momento de la semana de pascua, para probar el «arnadí», de Casinos a la Costera, se pasa por el horno, para disfrutar de la gastronomía valenciana.

Fuente: https://www.elperiodicodeaqui.com/

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