EL TRIUNFO DE LA UTOPÍA

POR ANTONIO HORCAJO, CRONISTA OFICIAL DE RIAZA (SEGOVIA)

Si podemos decir que la utopía es el gobierno en el que se concibe una sociedad perfecta y justa, entonces es el sueño de algunos políticos para crear una sociedad futura en base a una política de sociedad domada, qué es lo que propone el actual gobierno para España. Como si se tratara de un gobierno del pueblo, tan perfecto e idealizado, que es prácticamente la aspiración de los totalitarios, ya lo hemos leído en El Capital de Carlos Marx, o en Mi Lucha de Adolfo Hitler. Y esto, créelo lector, es lo que nos están tratando de construir para una España futura en la que, previamente, hayan destruido sus cimientos, la fortaleza de su unidad, lograda en siglos de sacrificios, de luchas y de generosas cesiones que escritas están para recordar la dura trayectoria de unas gentes generosas buscando la paz y la convivencia que les permitió prosperar. Una unidad de respeto y tolerancia inteligente, conservando impolutas sus viejas tradiciones, sus ancestrales costumbres que les unen, que nos unen, a la verdad de siglos positivos. Ahora con una absurda gestión, solo justificada por el mantenimiento del poder ejercido con mezquindad, quieren borrar la historia, la Gran Historia hecha por culturas asimiladas, compañeras de un gran viaje de convivencia en paz y de esfuerzo colectivo: la romana, la visigótica, la cristiana, todas ellas con el empeño de ampliar sus ámbitos para que el mundo fuera más culto, más justo y más liberal. Algunas mentes torpes, envenenadas por el separatismo y el desprecio, por el comunismo fracasado y desaparecido y por la progresía como virtud llena de caspa, está dejando la era sin parva.

Porque, ahora, en pleno siglo XXI, en teoría el más avanzado, pero también el más esclavo de unos políticos, que llenando la boca de la palabra democracia, lo que están haciendo es prostituir su nobleza como sistema nacido hace más de dos mil años, con el evidente totalitarismo que se desprende de su acción. Nacido en las mentes sabias y de políticos honestos que se llamaron: Platón, el dialogante, Aristóteles el maestro, Demóstenes, el orador convincente, no el trilero de feria, el charlatán cambiante y, en todos ellos, el deseo y búsqueda de la mejor gobernabilidad para todo el pueblo, derivada de la inteligencia e impelidos por la rectitud. Hoy nos pierde la ambición de poder como herramienta y manantial del clientelismo. Entonces importaba la grandeza del alma del pueblo para que fueran capaces de conducirse por las sendas de la dignidad y del progreso. Al final, que nos queda: el fracaso de la Utopía.

Fuente: https://www.eladelantado.com/

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