CORONAVIRUS EN CHINA: ¡CHITÓN!

POR ADELA TARIFA, CRONISTA OFICIAL DE CARBONEROS (JAÉN)

Me aterra la idea de que un gobierno, el que sea, manipule los medios de comunicación y la educación. Son signos de regímenes totalitarios. En el caso español ya está pasando. Basta con dar un vistazo a la televisión pública catalana para darse cuenta de que allí la pluralidad informativa es una anécdota. Basta con ver el cambio producido en las últimas generaciones, hijos de inmigrantes a Cataluña, convertidos hoy en independentistas furibundos y a la par en analfabetos funcionales. Allí muchos españoles se tragan los que les cuentan los maestros adoctrinados y los medios de comunicación empesebrados. Por eso cuando ya escucho que algún gobernante tapa la boca, incluso fuera de Cataluña y País Vasco, a periodistas críticos, siento pánico. En lo que pasa hoy en todos los países americanos populistas, caso de Venezuela; lo que sucede en lugares tan diabólicos como Corea del Norte, y de modo menos bestia, pero con la misma ideología, en Cuba y en China. Allí la única verdad absoluta es la oficial. Por eso allí una pandemia comienza cuando el gobierno da permiso. Porque la vida y la muerte las regula el poder político.

Lo que pasa con China da miedo. Es la segunda potencia económica mundial. Y es comunista. Muchos de sus ciudadanos, aunque no todos, tienen un poder adquisitivo infinitamente mayor que la media española. Son consumistas como nadie. Contaminan el medio ambiente como pocos y adoran el dinero. Pero son comunistas. Es posible acaso que un día el comunismo venezolano acabe, porque allí avanza a pasos agigantados la miseria. Porque allí mucha gente pasa hambre y muere sin medicinas. Cuando no hay nada que perder, surge la revolución social. Los parias de la tierra son los artífices de las grandes revoluciones de la humanidad, de un modo u otro. Pero eso en China no va a pasar. El pueblo llano esta narcotizado con el dinero. Solo vive para consumir. La economía es su Dios. Los chinos están convencidos de ser felices por ser ricos. Ya no echan de menos la libertad como bien supremo. Es que se han acostumbrado a no tenerla porque nacen sin derecho a ella. Por eso si el poder político dice chitón, allí no habla nadie. Y el que habla sin permiso está muerto, aunque no lo sepa. Es lo que ha pasado con la epidemia del coronavirus, un asunto que por cierto ha venido bien otros gobiernos para mantener distraída a la población poco pensante. Para que no vean sus manejos políticos turbios. Porque si algo paraliza a un ser humano es el miedo, y a nada se tiene más miedo que a la enfermedad y la muerte. Pero vuelvo a China.

Ahora vamos sabiendo lo que muchos imaginábamos: vamos sabiendo que nunca sabremos cuándo, cómo y por qué empezó en China esta epidemia. La fecha y los datos que ordenó dar el gobierno chino a muchos no nos valen. ¡Pero si al pobre médico que lo vio venir y lo denunció lo mandaron callar y lo trataron como si fuera un delincuente! Dicen ahora que este joven galeno ha fallecido, tras contagiarse por segunda vez de esa gripe china. ¿Es que este virus que no crea defensas al padecerlo la primera vez? ¿No es raro que un médico que sabe de sobra los métodos preventivos, la pille tanto? ¿No dicen que esta enfermedad solo es grave y mortal si se asocia a personas con patologías previas y ancianos? ¿Entonces por qué ha palmado este joven doctor, rebosante de salud? Casualidad. La urgencia por construir hospitales mastodónticos en diez días para dar cabida a miles de futuros afectados también da mucho qué pensar. También dicen los periódicos que en China ya se levantan voces críticas entre la gente corriente y pensante, de los pocos que allí quedan pensantes, que claman contra el poder político y contra la mala gestión del asunto. Pero no pasara nada. Allí ahora faltan mascarillas contra los virus. Pero sobran cremalleras para cerrar bocas.

Claro, con datos así no vaya usted a creer que será fácil averiguar la verdad. Porque China, la misma China que compra los edificios más caros de Madrid y reserva coches de marcas prohibitivas para cualquier clase media occidental, tiene buena parte de la población dispersa por el mundo, instalada en suburbios donde sobrevive como puede. Son bocas que estorbaban allí no hace tanto; como estorbaban las niñas al nacer. Por eso las echaban en casas de exterminio, peores que las inclusas nuestras del siglo XVII.

Al menos en España no les persigue por tener un hijo, o hija, de más. Al menos aquí no se permite comer culebras, murciélagos o ratas sin control sanitario. Al menos aquí se puede opinar y preguntar. Bueno, lo último, preguntar y opinar libremente ya va siendo arriesgado. Mala señal. Cualquier día un político va y le dice a un periodista ¡chitón! Será el principio del final. Eso es peor que el coronavirus.

Fuente: Publicado en el diario ‘Ideal’. Jaén, 20 de febrero de 2020

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