DÍAS PARA NO OLVIDAR, GALA LÍRICA Y HOMENAJE A GUTIÉRREZ ROBLEDO

POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)

Hay ocasiones en que un acontecimiento requiere más espacio para poder expresar tanto contenido que ha rodeado un acontecimiento de la ciudad. Ese ha sido el caso de la festividad de nuestra Patrona, Nuestra Señora de las Angustias que acabamos de celebrar hace unos días, fiesta en la que se sucedieron momentos muy emotivos y llenos de sentimientos profundos. Siguen los comentarios generalizados sobre un día histórico que ha superado la secuencia histórica de esta celebración. Las redes sociales, como ahora está en actualidad, aún están calentitas con las imágenes y momentos de una celebración verdaderamente popular, viva y participativa.

Como popular y sonoramente vigorosa fue la gran actuación de la “Gran Gala Lírica de Zarzuela” que el Teatro Castilla, que acogió a dos enormes figuras de la lírica española: Monserrat Martí Caballé, soprano y Luis Santana, barítono, que visitaron la ciudad para ofrecernos un magnífico recital.

El Teatro Castilla abarrotado de público, era el remate final de un gran día, la festividad de la Virgen de las Angustias, un día en el que Arévalo ha estado exultante, una fiesta para recordar que ha cuajado la fiesta mariana más grande y participativa, quizás, después de la “Coronación Canónica”. Y esa noche un concierto muy especial, que también fue muy bien recibido por el público. Zarzuela y otras obras, como dos Ave María y algún fragmento de ópera.

Los que solo conocíamos a Montse Martí Caballé por la tele o en grabaciones, ineludiblemente siempre la relacionábamos con su madre, la gran Monserrat, dos estilos diferentes para dos figuras del canto. Pero si dejamos lo del nombre, nos encontramos con una voz cálida y potente, como a la medida de las grandes obras de nuestra zarzuela, que llenó el escenario del Castilla con voz y elegancia musical. Y la otra gran figura, Luis Santana, otra voz extraordinaria del panorama musical español. Una pareja musical que se prodiga por el mundo y que levanta fervores y sonrisas, en el dúo de los gatos y también con su espontánea perrita que sigue a su amigo por la voz inconfundible. Yo conocía a Luis por el concierto mariano que ofreció en Granada, en la basílica de la Virgen de las Angustias, arrollador con bellos cantos a la Virgen, y ya entonces se hizo con mi admiración.

Yo recordé a la Caballé madre en una columna que Luis pasó a Monsita, en la que manifestaba mi admiración, que quizás ayudara a una cercanía de admirador.

Pero desde otro punto de vista, otra situación, como miembro de la Coral la Moraña, por el honor de acompañarles en los coros de algunos célebres pasajes de zarzuelas, una experiencia inolvidable que es otro de esos momentos inolvidables.

Un gran espectáculo en el Teatro Castilla, para su historia y la de la ciudad.

Tampoco podré olvidar, ni lo quiero, esa noche de homenaje a José Luis Gutiérrez Robledo, que nos propusieron Ávila Abierta y la Fundación Ávila, un acto ya reseñado ampliamente, del que yo quiero recordar unos momentos y pensamientos surgidos junto a las intervenciones de los oradores, amigos y familiares, alumnos y académicos, en el que estuvo toda Ávila arropando la memoria del profesor y del amigo.

Los preámbulos fueron de saludos y reencuentros, de abrazos y miradas cómplices de gentes muy cercanas al maestro. Y, entre tanto, en una pantalla iban apareciendo unas imágenes de José Luis, una de ellas con las torres mudéjares de San Martín, y otra en la que nos miraba fijamente, como si estuviera ahí con nosotros. Una mirada que me recordó tantas vivencias compartidas con él, como maestro y como amigo, siempre que llegaba a mi ciudad, que también era muy suya, con otro gran amigo, Raimundo, y le acompañaba para estudiar nuestra arquitectura… nadie la conocía mejor que él. Él me la descubrió y me enseñó a amarla a través del MUDÉJAR… ¡Gracias Maestro!

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