POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, PRESIDENTE DE LA FEDERACIÓN DE ASOCIACIONES DE CRONISTAS DE MÉXICO.
La persona que a muchos nos recibió en este mundo y nos tomó entre sus brazos fue la partera del pueblo. Después, nos puso en los brazos de nuestra madre. Era un oficio muy noble y necesario en los lugares donde no había médicos.
En contraparte, el muertero era la persona que se encargaba de despedir a los simples mortales de este mundo. Preparaba y/o cargaba por última vez a un difunto, antes de ser entregado a la Madre Tierra.
Hoy en día, los servicios funerarios corren a cargo de empresas que trasladan a los fallecidos en carrozas. Hay opciones para todo tipo de presupuestos y con el tema de la pandemia son de los más socorridos, económicamente hablando, por la alta e imparable demanda. Ya hasta morirse sale caro.
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