LOS CAMINOS QUE TE ACERCAN A ULEA: RUTA 1

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

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Todas las semanas tenemos una tertulia cultural y, los distintos interlocutores habíamos decidido elaborar un calendario. No hubo discrepancias cuando propuse que cada uno de los tertulianos habláramos sobre las rutas turísticas de la Región de Murcia más importantes o, que conociéramos en profundidad. Pusimos sobre el tapete las opiniones de los 16 contertulios y solo nos quedaba establecer el orden de intervención.

Cada cual habló de las rutas turísticas que conocía y pidió información de las que tenía interés. Como es lógico, les expliqué el tesoro histórico del Valle de Ricote y, entre todos los pueblos de su comarca, de Ulea “Corazón del Valle de Ricote”.

Tras hacerles una descripción de cuanto se podía encontrar en Ulea, pasé a informarles de los caminos por donde se podía acceder al importante enclave histórico uleano: “sus rutas turísticas”.

Como estaba previsto, cada contertuliano expusimos las características de las rutas que nos acercan a nuestro pueblo y, además, dimos una pincelada de los rincones más interesantes que atesoraba y que fueran dignos de contemplar. Nos reunimos con el guión establecido los viernes, durante cinco semanas y, todos estábamos de acuerdo en hacer de guías turísticos de los demás. Quedamos en llamarnos para poner fecha y, al salir a la calle, un compañero médico de Murcia, se me acerca y, en voz baja me dice: Carrillo, ¿te parece bien que empecemos mañana? Miré a los demás y pospusieron la aventura uleana, hasta consultarlo con su familia. Nos pareció bien la solución y nos despedimos.

Cada cual cogió su camino y, el médico y yo seguimos un pequeño trayecto juntos, hasta que en el punto en donde teníamos que circular por calles distintas, me repitió: Tengo ilusión en ver, cuanto antes, todo cuanto me has contado de Ulea, ¿estás libre mañana? Las miradas se cruzaron. Asentimos, y quedamos en salir a la mañana siguiente, no sin antes quedar de acuerdo que si los demás del grupo estaban interesados, repetiríamos la ruta. Quedamos de acuerdo y nos despedimos hasta el día siguiente.

Al llegar a casa revisé todos los documentos que tenía, con el fin de darle una explicación sucinta de cuanto le podía mostrar y explicar de nuestro pueblo: Ulea. Esa noche dormí a “duermevela” y, para mis adentros, elaboré una sencilla introducción. Dice así: Amigo viajero, admirador de la naturaleza, si te gusta el senderismo y, si amas la belleza paisajística, en Ulea tienes cuanto buscas; comprobarás cuanto te explico.

Para caminar contigo, en la primera ruta que he trazado “a la entrada de ese paraíso terrenal”, allí te espero. Sí, entraremos por el Parque y, para ello, comenzaremos por el puente que une Ulea con Archena; en la margen izquierda del río Segura. Sí, desde allí comenzaremos una apasionante aventura: te explicaré cuanto quede a nuestro paso y, aquello que alcance nuestra vista y sea de difícil acceso.

Te voy a dar un consejo: ven sin prisa, no te impacientes. Ven tranquilo que las aceleraciones desgastan la vida y, ésta, es el don más preciado que tenemos, la malgastamos sin darnos cuenta en cosas que apenas merecen la pena. Sí, esta visita panorámica, la haremos a pie- por completo- por parajes uleanos.

Esa noche hice distintas cábalas y, en una de ellas pensé que vendrías acompañado, pero al encontrarnos en el punto de partida, me cercioré de que venías solo. Habías tomado la decisión de hacer dicha ruta en solitario y después, contar a su gente la película que habías elaborado de nuestro periplo por tierras uleanas.

Allí, sobre el puente que sirve de límite entre Ulea y Archena, ligeros de equipaje, iniciamos la primera ruta de acceso a Ulea. Al poco de iniciar nuestra andadura, a la salida del puente, nos damos cuenta de que estamos en la misma margen izquierda del río Segura, que afortunadamente discurre con buen caudal de aguas cristalinas. Al girar la vista hacia la izquierda, nos sorprende la visión de un lugar recóndito y bello. No, no es de Ulea, pero está tan cerca que quisiéramos tocarlo como si fuera de nuestra propiedad.  No, no lo es, es de Archena: se trata de su célebre Balneario.

Con nuestra mochila al hombro y calzado adecuado, nos introducimos en “el Parque”. Haremos una breve pausa y, constataremos, que vamos dejando el paraje volcánico de “los Baños de Archena” y sus aledaños. Sin darnos cuenta, nos adentraremos en el corazón del Parque, propiedad de la Marquesa de Perignac, en donde sus herederos tienen un fastuoso palacete rodeado de toda clase de árboles y, completamente  ajardinado. De ahí que los uleanos, coloquialmente, le conozcamos con el nombre de “El Jardín”.

Tras el éxtasis que nos ha producido, nos dan ganas de hacer una breve pausa; pero no, amigo, reanudaremos la marcha y, siguiendo la margen izquierda del río Segura, avistaremos la parte sur del monte Verdelena, a la derecha, con su inconfundible aspecto de terreno volcánico y, por tanto, con escasa vegetación.

Dejamos atrás “El Jardín” y nos adentramos en el paraje de “La Morra de Ulea” y siempre, bordeando la margen izquierda del sinuoso río Segura llegaremos al “Salto Hidráulico del Segura”. Al abordar cada curva de la carretera, nos sorprende la inmensa belleza y el atractivo paisaje de la huerta uleana.

El lugar sobrecoge por su encanto. Nos dan ganas de detenernos; de mirar hacia atrás con nostalgia. Pero no te preocupes amigo, si nos ha gustado su belleza, los siguientes tramos nos embelesarán.

Siempre a la vera izquierda del río y, caminando por la serpenteante carretera, la primera y más antigua que da acceso a Ulea, llegaremos a la desembocadura de “La Rambla” que, aunque con escaso caudal de agua durante gran parte del año, en la época de lluvias abundantes recoge las aguas de avenidas y barrancos tales como: “Cuesta Blanca”, “Los Pelegrines”, “Cuesta de los Arrieros”, “Las Lomas”, “El Barranco Sevilla” y todos los arrastres de la ladera norte del monte “Verdelena”. Desde ese punto, la desembocadura de la rambla en el río Segura al tramo de carretera que te acerca a Ulea se le denomina “Camino del Barco Viejo”. Te explicaré porqué: Ulea no tuvo puente para cruzar el río Segura hasta el año 1925 y, solo se podía acceder a los pueblos, allende la margen derecha de dicho río en barca, que a veces era una sencilla plataforma de madera o unos haces de cañas bien ensamblados; con el inconveniente de que las frecuentes riadas dejaban a los uleanos incomunicados ya que desaparecían  barcas, maromas y muelles, con más frecuencia de la deseada.

Los entendidos en la materia buscaban puntos de amarre que ofrecieran más garantías y, así, hubo en la historia de Ulea hasta cinco puntos de amarre con distinta ubicación. Por fin, en el año 1925, se construyó el ansiado puente que unió a Ulea y Villanueva. Por eso, en el tramo en que se ubicaron los cuatro primeros puntos de amarre de las barcas, se le llamó- y se le sigue llamando- “Camino del Barco Viejo”.

El compañero de viaje, con calzado acondicionado a los caminos serpenteantes y llenos de piedras, se ve sorprendido al comprobar que en la actualidad, se encuentre asfaltado en su totalidad. Por tal motivo me sugiere que prefiere proseguir dicha andadura por veredas acondicionadas junto al río.

Al llegar a los parajes de “Los Valientes”, “La Sardina” y “El Cabezo Cortao”, seguimos deleitándonos al escuchar el chirrear de las aguas cristalinas del río Segura. Sin embargo, al alzar la vista, divisamos un pueblo en la ladera de una gran montaña: Se trata de nuestro pueblo, Ulea, abrazado por el monte “El Castillo”.

En la loma del “Cabezo Cortao” nos detenemos unos momentos y, lo aprovechamos para sacar la cantimplora y saciar nuestra sed. Allí, descansando de las horas de caminata, mi amigo lo aprovecha para hacerme una batería de preguntas que, una tras otra, trato de responder; haciendo una síntesis de su historia: El monte “El Castillo” en su latitud oeste, limitando con Ojós, alberga un lugar histórico denominado “La Pila de la Reina Mora” que, con anterioridad al asentamiento de los árabes, lo fue romana, ibérica, celtibérica y prehistórica, ya que algunos historiadores se atreven a confirmar el hallazgo de enseres de los poblamientos prehistóricos.

Se trata de un verdadero fortín con difícil acceso y fácil de defender. Allí, según los historiadores se encuentra la pila en que se bañaba la Reina Mora. Además, en dicho asentamiento, tenían sus bancales de cultivo protegidos por paredes llamados “paretas”. Como es lógico, tenían su “aljibe” que llenaban con agua de lluvia y, cuando escaseaba en los veranos de gran estiaje, la subían del río Segura. Cuyo cauce sinuoso serpenteaba a sus pies. Para su comunicación con los asentamientos de Ricote, Archena y La Losilla de Ulea, se surtían con el hueco horadado en la cima del monte “El Castillo”, llamado “La Ventanica”; por medio de hachones de fuego durante la noche y, por cristales que vertían sus rayos solares al enfocarlos al sol y dirigirlos a los vigilantes de los asentamientos citados.

Mi viajero acompañante, permanecía en silencio, ese silencio que nos deja henchidos al contemplar una historia rica y llena de contrastes.

Si amigo, sobajas la vista hasta la ladera de la montaña “El Castillo”, observarás una canalización que se deja ver en los barrancos de la montaña. Se trata del “Canal del Taibilla” que surte de agua potable a los municipios de Murcia, Alicante y Almería, así como a sus distintos municipios.

De pronto me toca en el hombro y me señala la abertura cercana al montículo de “Las Lomas” y, le indico que se trata del trasvase Tajo-Segura que se inauguró en la década de los años 1970-1980, y que ha sufrido un grave contratiempo en el año 2012, al haberse producido una falla en el interior del propio canal, a unos 1500 metros de la entrada y salida (aproximadamente a mitad del túnel). Afortunadamente durante el tiempo que duraron las obras de restauración, desde “El Golgo” se efectuó una bay pass que surtió de agua a todas las tierras que irrigaba.

Despacio, y disfrutándola, le iba comentando la rica historia que atesora Ulea. Marchamos por la carretera que bordea el río y nos encontramos con la Central Hidroeléctrica del Galgo. Aunque está en desuso desde hace pocos años, aún quedan maquinas en su interior. A pesar de estar el edificio bastante deteriorado, el Ayuntamiento tiene un proyecto elaborado para convertirlo en Museo. Sin embargo, los tiempos que corren no son propicios, por lo que se espera que cambie la situación económica y se haga realidad dicho proyecto: ¡seguro que vendrán tiempos mejores!

Nada más girarnos, en la curva de la carretera aledaña al “Golgo”, divisamos el edificio emblemático que mandó construir, en el año 1870, el ilustre militar uleano Don Antonio Tomás Sandoval. Se trata de “El Gurugú”. La exclamación que exhaló al aire fue bien sonora y, para sacarle de su perplejidad, pasé a explicarle los motivos que le alentaron a erigir dicho torreón en una colina de la finca de sus padres. Este militar uleano destinado en África en un cuartel aledaño al monte “El Gurugú”, quiso construir una réplica en su pueblo de Ulea, emulando las garitas de vigilancia de los acuartelamientos  africanos: “construyó un verdadero bastión defensivo”.

Don Antonio Tomás que al retirarse de la milicia se afincó, definitivamente, en su pueblo natal de Ulea, fue nombrado Alcalde de Ulea en el año 1899, alternando como Regidor hasta el año 1911 con Don Damián Abellán Miñano. Antes de su fallecimiento, en el año 1920, quiso que este edificio emblemático fuera “santo y seña de nuestro pueblo” y fuese considerado como vigía de sus ciudadanos. El Ayuntamiento lo adquirió y, es quién se encarga de su mantenimiento. Rodeado de miradores, un polideportivo, una cantina y unos paseos ajardinados; que recorrimos en un lento paseo, se detiene y exhaló una frase que le salió de su interior con gran energía:¡Qué maravilla!

Estamos acabando esta primera ruta que nos acera a Ulea y, al dejar atrás “El Gurugú”, nos encaminamos hacia el pueblo por una carretera serpenteante hasta que llegamos al túnel por donde cruza la acequia que transporta el agua hasta el depósito de riegos “La Purísima”. Nos detuvimos y, al leer un rótulo con el anagrama de “Valle de Ricote”, me preguntó por el significado de dicho letrero. Sin más, le respondo que Ulea pertenece a la Comarca del Valle de Ricote y le expliqué su significado y su historia; así como los pueblos que la componían.

Desde ese punto otea a su alrededor y, al contemplar un Cementerio, en lo más alto de una colina (Las Lomas),me pregunta por dicho recinto y le contesto que se trata del Cementerio Municipal de Ulea “Santa Cruz”; el cual le describiré cuando discurramos por otra ruta de acceso a Ulea.

Al llegar a la rotonda, a mano izquierda, nos encontramos con “el Molino Harinero”, que desde hace unos veinte años está en desuso pero que su dueña, Mari Carmen Fernández, tras quedar viuda, lo conserva como una verdadera “pieza de Museo”. Tuvimos la fortuna de que en esos momentos estaba la dueña en casa y, con suma amabilidad, nos mostró toda la maquinaria y sus dependencias, así como dos piedras de molino ya gastadas. Mi acompañante, tras contemplar “la tolva”, se giró hacia mí y, mirándome, dijo ¡Qué maravilla! Su rostro era la expresión de un denominador común: “sorpresa”.

A la salida del molino nos sentamos en el bordillo de la acequia menor de Ulea y le expliqué su funcionamiento, reglamentado por “Las Ordenanzas de la Huerta”. De vez en cuando, oteábamos las casas colgantes de la misma montaña y, haciendo un poco de “alpinismo”, subimos hasta sus puertas. Desde allí, a unos 20 metros de altura, se divisaba una panorámica indescriptible de todo cuanto habíamos dejado atrás.

Un poco cansados, concluimos la primera etapa que comenzó en el puente que sirve de límite entre Ulea y Archena: en “el Jardín”.

Para otro día quedamos emplazados con el fin de dar un paseo por otra de las tres restantes rutas de acceso a Ulea: nuestro pueblo, “enclavado en el corazón del Valle de Ricote”.

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