JUAN SÁNCHEZ PÉREZ CRONISTA OFICIAL DE BULLAS (MURCIA): «MIS MEJORES FOTOS SON LAS QUE MUESTRAN EL SUDOR DEL TRABAJADOR»

EL INVESTIGADOR PUBLICA «CRÓNICAS DE MI CÁMARA», 25 AÑOS DE HISTORIA DE LA COPA EN MÁS DE MIL IMÁGENES

Juan Sénchez Pérez, Cronista Oficial de Bullas (Murcia), con el libro recientemente publicado.

Juan Sénchez Pérez, Cronista Oficial de Bullas (Murcia), con el libro recientemente publicado.

Charlar con Juan Sánchez Pérez es disfrutar del momento. Responde a cada pregunta con una sonrisa. Nació en Bullas, se ordenó sacerdote y ha ejercido de párroco un cuarto de siglo en la zona rural de La Copa. También es Graduado Social y realizó la tesina sobre el desarrollo económico de su tierra natal. Tiene media docena de libros publicados, pero todos ellos a partir del medio millar de páginas.

La enfermedad le obligó a dejar la parroquia y a dedicarse con tranquilidad a la investigación. Su último libro se titula Crónicas de mi cámara. La Copa y Arroyo Hurtado (1971-1996).

– ¿CÓMO SURGIÓ EL NOMBRE DE LA COPA DE BULLAS?

– Es una mezcla de leyenda y de tradición popular. Antiguamente existía un mesón en La Copa -terreno montañoso próximo al pueblo-. El mesón era lugar de paso de las gentes que iban al campo, y era costumbre, e incluso diría que casi obligado por necesidad física, parar para reponer fuerzas antes de seguir camino para la faena.

Era tradición que sirviesen una copa de anís fuerte, o leche anís, en un recipiente grande, de ahí lo de copón de Bullas, que en realidad es el derivado de su verdadero nombre de origen: el escobón de Bullas. Tanto ha arraigado esta costumbre de tomarse de buena mañana aquí el licor que hay vecinos que se levantan temprano para viajar hasta esta zona, tomarse la copa y después volver al pueblo a trabajar.

– SIN ÁNIMO DE COMETER PECADO, ¿ESTÁ MAL DECIR EL COPETÍN DE BULLAS?

– ¿Qué va! Todo lo contrario, con esta frase se quiere expresar algo que es grandioso y en sentido positivo. En realidad es una desvirtuación de La copa de Bullas. Y, ni pecado ni nada, fíjese usted que incluso hay un vino que se comercializa con esa denominación: El copetín de Bullas.

– PUES DESPUÉS DE UN BUEN LECHEANÍS, ¿QUÉ HA VISTO A TRAVÉS DEL OBJETIVO DE SU CÁMARA FOTOGRÁFICA?

– Simplemente, la vida de un pueblo sencillo. Es la realidad cotidiana la que he ido captando y ha quedado para nuevas generaciones.

– PERO SI EN LA COPA APENAS LLEGABAN POR AQUELLOS ENTONCES A UN MILLAR DE ALMAS, ¿QUÉ VENTAJAS E INCONVENIENTES TENÍAN?

– Las ventajas de conocernos todos y el inconveniente de que todos nos conocíamos. En esta aldea yo no cerraba la puerta de mi casa, incluso cuando subía día y noche al pueblo. Algunas gentes me decían que esto podía ser peligroso pero yo siempre les contestaba que tenía más cosas positivas que negativas pues si llegaba alguien con ganas de echar un trago de agua, sabía donde estaba el botijo, y si otro llegaba con un saco de patatas o una caja de tomates tenía la suerte que no debía hacer de nuevo camino de vuelta a su casa cargado con el saco o con el peso de los tomates. La casa parroquial era casa de todos.

– MÁS DE UN MILLAR DE FOTOGRAFÍAS MUESTRA EN SU LIBRO Y PRÁCTICAMENTE TODAS SON DE PERSONAS Y ROSTROS. ¿QUÉ IMAGEN LE IMPACTA MÁS?

Fuente: “LA VERDAD”. Murcia, martes 17 de abril de 2007 – Manuel Herrero
– Aquellas que muestran el sudor de la gente. Casi todas las fotografías son de gente trabajadora, se matan a trabajar.

Sin Comentarios.

Responder

Mensaje