CÁCERES: TIERRA DE CRUCES

DE OSCAR DE SAN MACARIO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE CASAS DE DON ANTONIO (CÁCERES) Y JOSE ANTONIO RAMOS RUBIO CRONISTA OFICIAL DE TRUJILLO (CÁCERES).

Óscar de San Macario y José Antonio Ramos, en Aldeanueva de La Vera. ÓSCAR DE SAN MACARIO Y JOSÉ ANTONIO RAMOS

Una obra recoge, municipio a municipio, las más de 400 cruces de término y cruceros de la geografía cacereña. Son los últimos testigos del Medievo en montañas, veredas, plazas, cementerios o encrucijadas. Este estudio, único por su extensión, ha requerido cinco años de investigación por pueblos y campos.

Las piedras han sido sagradas para el hombre desde el principio de los tiempos. Se convirtieron en los primeros dioses, ejemplos de eternidad y fortaleza. Las distintas culturas las han utilizado para orar y honrar a sus ídolos. Y en tierras cristianas, la cruz en piedra constituye el símbolo más reiterado por su significado religioso pero también como emblema de la confluencia de caminos. En montañas, veredas, plazas, cementerios, encrucijadas o lugares sagrados, estas reliquias llevan siglos soportando las inclemencias. Son los últimos testigos del Medievo repartidos por campos y pueblos. En Cáceres, los historiadores José Antonio Ramos Rubio y Óscar de San Macario han realizado un estudio novedoso (no existe un análisis tan pormenorizado en el país), que recoge al detalle de los más de 400 cruceros y cruces de término repartidos por la geografía cacereña, municipio a municipio.

La cruz del Agua de Aceituna situada sobre un menhir prehistórico, la bella cruz de Cañaveral con elementos de tiempos de los Reyes Católicos, la de Fresnedoso de Ibor con su crismón herencia de la Alta Edad Media, la entrañable cruz de la Virgen de la Leche de Arroyo, la impresionante filigrana del cementerio de Zarza la Mayor, la espectacular cruz del Cabrón (foto) sobre un gran bolo granítico… Tras cinco años de un impagable trabajo de campo, el libro ‘Cruceros y cruces de término de la provincia de Cáceres’, que ya tiene en imprenta la Editora Regional de Extremadura, incluye todos estos símbolos, la inmensa mayoría en granito, que además ilustran sobre la historia de sus pueblos y las vivencias histórica acaecidas en sus entornos.

No hay pueblo sin cruz. Por ello, José Antonio Ramos Rubio y Óscar de San Macario, a raíz de sus sucesivas investigaciones sobre el patrimonio de cada localidad, los berrocales extremeños, las ermitas, los pulpitos y otros elementos artísticos a lo largo y ancho de Extremadura, comenzaron a recopilar este interminable compendio. No ha sido fácil. Algunas cruces se perdían en referencias históricas y han requerido varios desplazamientos hasta localizarlas semiocultas en los campos, otras resistían en caminos históricos ya intransitables, o dormidas en tramos que dejaron de utilizarse. Las hay en puertos, en ríos, en fincas privadas, en mitad de las dehesas… «Hemos consultado mapas de distintas épocas y los interrogatorios históricos donde se incluían todos los elementos patrimoniales, hemos preguntado a los mayores de los municipios, a los trabajadores del campo, hemos caminado sin parar…», explican los autores.

MAESTROS TRASMERANOS Y OTROS CANTEROS

El libro ‘Cruceros y cruces de término de la provincia de Cáceres’ ofrece varias peculiaridades, entre ellas ser el primero que hace un compendio de algunos de los canteros que tallaron estos elementos. De hecho, las hay que conservan una inscripción con sus nombres, como las del vía crucis de Garrovillas.

Destacan los maestros trasmeranos (afamados canteros procedentes de la comarca trasmerana de Voto, en Cantabria), como Vergara, García de Padiermiga, Diego de la Maza, la saga de los Hermosa, o Juan Montañés, que trabajaron en la provincia de Cáceres en el siglo XVI. También lo hicieron otros artistas como Garci Carrasco, Pedro Bote o Sancho de Cabrera. Ya en el siglo XVII algunos maestros de la especialidad fueron Francisco Vizcaíno o Juan del Ribero.

El libro no entra en los templos ni tampoco analiza las Cruces de los Caídos que se alzaron a partir de 1939 al acabar la contienda civil española. Se centra en los símbolos centenarios que llevan siglos al descubierto. Están divididos en dos grandes grupos: cruces de término y cruceros. Las primeras servían para marcar los límites de los municipios y orientar a los caminantes. Los segundos son monumentos religiosos levantados en muchos casos por cofradías en lugares públicos, próximos a templos o ermitas, pero también al inicio de los caminos, plazas y lugares donde hubo cultos paganos a la naturaleza.

En cuanto a las cruces de término, el uso de este símbolo como elemento de deslinde territorial se aplicaba ya en los siglos XI y XII. Era una forma de amojonar, de señalar el final de las tierras de un pueblo, o de avisar de la proximidad de una localidad. José Antonio Ramos Rubio y Óscar de San Macario han catalogado un sinfín de ellas. «Significativamente, todavía hoy, una parte de estas cruces se siguen correspondiendo con los límites de los términos municipales», explican. Y una curiosidad más: «Cuando las mismas quedan en el interior de los términos actuales, es posible rastrear su correspondencia con la existencia de antiguos enclaves de población de menor entidad, despoblados o territorios pertenecientes a viejos adehesamientos relacionados con los anteriores», subrayan los autores del estudio.

Por ello, existen cruces de término junto a ciertos ‘limes’ (límites) romanos, como en Aceituna y en Ahigal, con inscripciones que así lo evidencian. Algunas hay que buscarlas a conciencia para localizarlas, como la situada en la finca Hija de Vaca, al final de Los Barruecos, que delimita los términos de Cáceres y Malpartida de Cáceres, cuyo fuste pertenece a una columna de la villa romana que hubo en este paraje, próximo a los dólmenes de la Hijadilla y a la ermita de San Jorge.

En otros casos la primera cruz se ha perdido y se repuso en siglos posteriores, manteniendo su misma base. A veces ni siquiera existe una cruz esculpida, sino simplemente grabada sobre una roca… En cambio, las hay realmente artísticas, con imágenes talladas con delicadeza, como las de Santa Cruz de la Sierra, Arroyo de la Luz…

Muy relacionados con ellas están los humilladeros. Son lugares sagrados que se encuentran en los inicios de los caminos, generalmente junto a lugares sagrados, muchos al lado de ermitas. En ellos se encomendaban los viajeros antes de iniciar su andadura. «Por ejemplo, en Trujillo está el humilladero del camino de Santa Ana, por donde partían los conquistadores para ir a América», recuerda José Antonio Ramos. A veces compartían espacio con la cruz de término.

En cuanto a los cruceros, muchos fueron levantados por las cofradías de la Vera Cruz, las Ánimas… Corresponden a épocas posteriores, siglos XVI y XVII, tras el Concilio de Trento. Se sitúan junto a templos y en centros de población, y presentan una ornamentación normalmente más trabajada que las cruces de término. «Un tipo muy común de crucero es el que tiene representado por un lado al Crucificado y por el otro a la Santísima Virgen o La Piedad», detalla Óscar de San Macario. «También en su iconografía hemos encontrado ángeles, como cabezas aladas o querubines, generalmente en cualesquiera de los cuatro lados del capitel, a los pies de la Virgen y en muy pocos casos a los pies del Crucificado», matiza José Antonio Ramos. El cantero representaba sobre todo a los arcángeles Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel.

«Con mayor frecuencia nos encontramos en los cruceros con los signos de la Pasión: martillo, clavos, corona, escalera, tenazas… Es habitual la calavera, asociada a estos emblemas, y suele aparecer con huesos cruzados en el pedestal o en la parte baja del varal», agrega Óscar de San Macario. La calavera en el pedestal también está vinculada al lugar donde fue crucificado Cristo, el Calvario. «Hemos localizado en alguno de ellos la representación en solitario de la corona, cuando no aparece el Crucificado», precisan.

Los investigadores no podían dejar atrás los vía crucis, existentes en muchos municipios como representación del camino hacia el Calvario. Están formados por 14 cruces o estaciones, y generalmente la última reúne tres cruces en un lugar más elevado como símbolo del Gólgota. Unos municipios conservan más elementos que otros. «Garrovillas ofrece un conjunto perfecto, un recorrido completo. Mantiene las inscripciones originales. También destacan los de Pozuelo de Zarzón, Hoyos o Peraleda de San Román», describe Óscar de San Macario.

Y por supuesto, los cementerios suelen presentar algunas de las cruces más bellas en sus inmediaciones. «Muchas veces no es que se ubicaran junto a los camposantos, es que los camposantos se ubicaron junto a las cruces que marcaban el final del pueblo tras la normativa del siglo XVII, que obligó a sacar las sepulturas a los alrededores de los núcleos urbanos», recuerdan.

Los investigadores han inventariado incluso las viejas cruces en memoria de personas que fallecieron en un determinado espacio. «Por ejemplo las de ganaderos, como la que permanece en el camino de Casas de Don Antonio a Torremocha, o la de Guadalupe. Suelen incorporar un texto con el nombre del difunto y la fecha de la muerte», señalan. En el pantano de Malpartida de Cáceres próximo al Balneario de San Miguel, otro símbolo centenario recuerda la defunción de un niño ahogado.

Cruces y más cruces, algunas realmente peculiares como la de Cañaveral (siglo XV), en pleno cordel, que entre el fuste y el capitel aún conserva los pometeados de la época de los Reyes Católicos, e incluye una representación de la Asunción elevada por los ángeles al cielo. O la de ‘Piedra Hincá’, en Descargamaría, cuya originalidad radica en su semejanza con las hachas pulimentadas neolíticas. O la próxima a la ermita de la Soledad, en Arroyo de la Luz, muy conocida porque las madres acudían a pedir ayuda para poder amamantar a sus hijos. Y por supuesto la del Cabrón, entre Arroyo y Navas, sobre un gran berrocal que alberga una especie de cueva donde podrían haberse celebrado ciertos ritos profanos (de ahí su nombre, en alusión al macho de la cabra que siempre ha simbolizado al demonio). Las había incluso policromadas y hasta doradas con pan de oro, caso de Trujillo.

Hay municipios especialmente ricos en estas joyas en piedra, como Villamesías o Escurial, que las tienen en prácticamente todas las salidas, o bien Arroyo de la Luz, y por lógica Cáceres y Plasencia, grandes núcleos donde la propia nobleza las costeaba.

En definitiva, otro trabajo ingente que Óscar de San Macario y José Antonio Ramos Rubio han realizado sin mayor ánimo que el de contribuir al conocimiento del patrimonio. De hecho, todos sus estudios pueden consultarse abiertamente en la red. Ya acumulan una treintena de publicaciones y cuatro más en proceso de imprenta. «La historia no se detiene», afirman. Ellos tampoco.

EL INVENTARIO SACRO DE LA CAPITAL CACEREÑA

El término municipal de Cáceres aparece en el largo listado de José Antonio Ramos y Óscar de San Macario con hasta diez cruces de término, vía crucis y cruceros. El recorrido empieza en el crucero de Santa Clara (siglo XVII), de fuste cilíndrico estriado, que antes estuvo junto a la Puerta de Mérida. Declarado Bien de Interés Cultural, fue derribado en noviembre de 2010 por un acto de vandalismo, y repuesto en abril de 2011. Constituía un pequeño lugar de culto al que se encomendaban los caminantes antes de iniciar su marcha, y donde daban gracias al llegar a la villa.

También se conserva el crucero de cantería junto al Parador de Turismo, en pleno casco histórico; el de la ermita de origen medieval del Espíritu Santo, datado en torno a 1600; el crucero de la fachada norte de la iglesia de Santiago, cobijado bajo un arco (original de entre 1550 y 1570); el crucero en la ermita de San Blas, en la salida norte de la villa; el crucero del cementerio (antes estuvo ubicado en la plaza de San Juan); las cruces de acceso al Santuario de la Virgen de la Montaña (vía crucis); las cruces de calvario en Las Seguras; la cruz de la ermita de San Juan (Arguijuelas de Arriba); y la cruz del Vado del Guijo, sobre una peña a 18 kilómetros de la ciudad.

FUENTE: https://www.elperiodicoextremadura.com/caceres-local/2021/11/21/caceres-tierra-cruces-59357495.html

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