JUSTO UREÑA, CRONISTA OFICIAL DE AVILÉS (ASTURIAS), DA TESTIMONIO CON UNA IMAGEN DE LA PLAZA DE ESPAÑA DE LOS CAMBIOS HABIDOS EN LA VIDA COTIDIANA EN 70 AÑOS

“EL PARCHE, SIEMPRE ENCRUCIJADA”

El Parche, actualmente.

El Parche, actualmente.

Comienza hoy «El espejo de la historia», una nueva sección de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés donde se repasará la historia de Avilés y de toda la comarca a partir de fotos antiguas comparadas con imágenes contemporáneas y comentadas. El editor y fotógrafo Nardo Villaboy recopila las primeras en «Avilés en el pasado». Este libro cuenta con comentarios de JUSTO UREÑA, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA, un veterano de la memoria, un erudito de la vida cotidiana de los avilesinos, a través de su milenaria historia. Ureña es precisamente quien comenta estas dos imágenes: El Parche de 1936 y el de hoy.

Hace setenta años el tranvía de Villalegre recogía en la plaza de España a los obreros que todas las mañanas iban a trabajar al puerto de Avilés o las factorías de Arnao.

-La línea terminaba en Piedras Blancas -comenta JUSTO UREÑA, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA, que se adentra con una pequeña libreta en la memoria de más de setenta años de historia local, los que separan las dos fotografías que se reproducen a la derecha.

La primera viene del libro «Avilés en el pasado», la última publicación de Nardo Villaboy que, precisamente, cuenta con los comentarios de UREÑA.

La presencia del tranvía choca con la última decisión municipal: cerrar al tráfico para siempre la plaza de España. De momento se ven coches aparcados, pero en pocas semanas una imagen como la de abajo se supone que será irrepetible.

La reproducción está fechada en 1936, Avilés todavía no era un escenario de guerra. JUSTO UREÑA hojea su pequeña libreta de datos y recuerda que la plaza nació fuera del cogollín de la villa.

-La primera construcción de esta zona fue el palacio de los marqueses de Ferrera. Diecinueve años después se levantó el edificio consistorial. Los dos se repiten en ambas fotografías.

El reloj municipal fue un regalo de la familia Maqua, en la época en que las familias de renombre subrayaban la historia y el desarrollo de la ciudad.

UREÑA menciona otros edificios singulares de la plaza más emblemática de Avilés. La casa de los cines Marta, por ejemplo, que era de Rodrigo Gutiérrez Pumarino y familia. Pero esta casa no sale en ninguna de las dos fotografías que comentamos, porque ambas se han hecho desde el mismo punto de vista: el de la propia casa de Gutiérrez Pumarino.

-¿Por qué se llama El Parche a la plaza de España?

-Viene de una orden municipal del 6 de octubre de 1893, cuando era alcalde José Cueto -responde UREÑA. Tras un silencio explica que ante el edificio consistorial se iban a celebrar conciertos de la Banda de Música, pero en la primera explanada no había espacio suficiente. Por eso se ordenó la ampliación de esa terraza. El resultado no debió ser del gusto de los avilesinos porque consideraron que era «un parche».

El Parche nació para la música. Pero también para el transporte.

-¿Y esos coches antiguos aparcados frente al Ayuntamiento?

-Eran los taxis de entonces. Ahí paraba también el autobús que unía Avilés con la capital del Principado.

-O sea, un cruce de caminos, una encrucijada.

-Como ahora.

JUSTO UREÑA entra en detalles de la historia arquitectónica de la plaza y se detiene en tres edificios asoportalados que se reproducen en la foto de 1936, a la izquierda de la imagen, y que ya pasaron a la historia.

-En esas casas estaban la tienda de Emilio Busto, que era de ultramarinos, la ferretería Illobre y La Cervecería, que era de Nicolás Granda.

-¿Qué pasó con los edificios?

-Ardieron el 10 de diciembre de 1956 -responde el cronista después de hacer nuevas consultas en su pequeña libreta.

La plaza de España hoy vuelve a vivir cierta orfandad.

-¿Cómo se puede permitir un solar como ése a las mismas puertas del hotel de cinco estrellas?

-Se lamenta el cronista de la Villa refiriéndose a un descampado que no se reproduce en ninguna de las dos fotos de aquí arriba, pero que es el único que permanece en la plaza de España, en el mismo entronque con la calle de San Francisco. El Parche es lo que tiene: que comienza con los trabajadores acudiendo a sus puestos de trabajo, en el tranvía, y termina con todo un hotel de casi cuatro siglos.

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