SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL, PATRONO DE ULEA

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

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Los historiadores de Lengua y Literatura, del Cristianismo primitivo, tienen serias discrepancias en cuanto a la referencia del país en que Bartolomé ejercitó su misión evangelizadora.

En el siglo IV (d. C), se da cuenta de que, misioneros llegados a la India, ya encontraron el Evangelio de san Mateo, escrito en hebreo y trasladado por Bartolomé; en donde efectuó su evangelización.

Sin embargo, tiene más fundamentos la versión de qué, Bartolomé, junto a Judas Tadeo, desarrollaron su ministerio sagrado en Armenia.

En lo que sí coinciden todos los historiadores es que Bartolomé fue “martirizado”. Unos, los de tradición latina, afirman que fue “crucificado”. Para los armenios, fue “apaleado”. Para los coptos fue “metido en un saco y arrojado a la basura”. Algunos aseguran que fue “decapitado”. El martirio de san Bartolomé, en un cuadro de José de Ribera, pintado en el año 1644, que se encuentra expuesto en el Museo de Arte de Cataluña, nos muestra al santo, desollado vivo por un esbirro. Existe un lienzo del Apóstol Bartolomé, pintado en Venecia por Giovanni Battista Tiépolo, en el año 1722. El Códice Marciano de Venecia, nos viene a referir el proceso de su martirologio como sigue: Encerrado en un saco, fue apaleado, posteriormente quemado y despellejado; para, finalmente, ser decapitado.

Tras esta sucinta historia, el Apóstol Bartolomé, fue un gran colaborador de Jesús. El Maestro le tenía en gran estima diciendo de él que era un israelita “cabal y creíble, sencillo y valeroso”. En una palabra: un hombre en quien podía confiar.

Según Gonzalo del Cerro, los historiadores no se ponen de acuerdo, en cuanto a la fecha de la festividad de san Bartolomé. Si bien en Italia y España, se celebra el día 24 de agosto, los coptos, armenios y griegos, lo celebran el día 11 de junio.

Dejando atrás las ligeras discrepancias sobre la vida y obra del Apóstol, nos hacemos la siguiente pregunta ¿Cuándo apareció la figura de san Bartolomé Apóstol, en la Parroquia de Ulea?

El periódico “La Verdad de Murcia” del día 2 de agosto del año 1953, en crónica de D. José Crisanto López, describe qué, san Vicente Ferrer, misionando la comarca que abarca desde Molina del Segura hasta Cieza, pernoctó en Ulea- en alojamiento que le proporcionó el Cura Propio de Ulea, Fray Miguel Ponce- en donde hizo escala de su misión que le llevaría a Castilla.

En esa visita, pusieron de relieve, la extraordinaria devoción de Ulea, a la Santísima Cruz, así como a “La Cofradía de la Preciosísima Sangre” que encontró en Ulea, a semejanza de la original instituida en la Parroquia de santa Eulalia, de Murcia, lo que nos hace tener referencias de la veneración de la santa Cruz de Ulea, que nos remontan al siglo XIII. Son enigmas difíciles de desentrañar pero qué, un día, surgirán investigadores que llegarán al punto de partida.

Sin embargo, lo que ahora nos atañe, de la entrevista del “Apóstol de Europa”, como era llamado san Vicente Ferrer, con el Cura Propio de la Villa de Ulea, Fray Miguel Ponce, fue el invocar la protección de la comunidad cristiana de Ulea, a un Apóstol y, a ser posible que fuera “de recto proceder y valeroso”, ya que la comunidad Cristiana de Ulea, se encontraba desamparada, ante la presión de los creyentes de otras religiones que eran mayoría y muy belicosos. Por tal motivo, san Vicente Ferrer, colocó a san Bartolomé, a la cabeza, por la confianza tan ciega que Jesús había puesto en él y, por qué no decirlo, por su gran humanidad y comportamiento valeroso.

El padre Vidal, Fraile de la Orden de Predicadores, relata un documento en que refiere la propuesta de Vicente Ferrer, de poner el nombre de Bartolomé, como protector de la Comunidad Cristiana de Ulea, Tras afirmar que san Vicente Ferrer, predicó en Ulea y que la Cofradía de La Preciosísima Sangre, de Ulea, fue fundada en el año 1377. Así lo afirma “El Trinitario Vicario, de Ulea”.

El mismo Fraile, Francisco Vidal, atestigua en su relato que, en Ulea, culminaron las conversaciones de Vicente Ferrer, con Soleiman Halivi- más tarde Obispo de Cartagena, tras su conversión al cristianismo, con el nombre de D. Pablo de Santamaría.

Fue hace más de cinco siglos, concretamente entre 1502 y 1507, cuando se construyó la Iglesia de Ulea, bajo el papado de Julio II. Los Caballeros de la Orden de Santiago, oídos todos los testimonios, le pusieron el nombre de su protector, figurando, en lo sucesivo, con el nombre de “Iglesia Parroquial de san Bartolomé, de Ulea”.

La festividad de san Bartolomé, en Ulea, siguió haciéndose el día 24 de agosto, pero, en el siglo XIX, siendo Cura Propio de Ulea, D. Manuel Jouvé Viñas y el alcalde D. Joaquín Miñano Pay, acordaron su celebración el día 4 de mayo- a la vez que trasladaron la festividad de la santa Cruz al día 3 de mayo, en lugar del día 14 de septiembre- El motivo fue que las fechas del 24 de agosto y 14 de septiembre, eran inadecuadas para los uleanos ya que la mayoría de sus ciudadanos emigraban a trabajar en la siega de los cereales y la vendimia. Por tal motivo, Ulea se quedaba despoblada, puesto que muchos se marchaban con sus familiares. Con posterioridad, hace unos pocos años, al cambiar las fechas de la emigración, san Bartolomé volvió a celebrarse en su fecha inicial (el día 24 de Agosto), mientras que la festividad de La santa Cruz siguió celebrándose el día 3 de mayo; fecha que sigue inamovible.

Hasta la contienda civil española, se veneraba la imagen de san Bartolomé, en la Iglesia Parroquial de Ulea, pero un día aciago desapareció. Sin embargo, al poco de entronizar la imagen de san Bartolomé, se hizo un estandarte con la efigie del Santo Patrón, de Ulea, por lo que la talla de san Bartolomé es anterior a su correspondiente estandarte qué, afortunadamente se exhibe en la Iglesia Parroquial y preside las procesiones del santo Patrono, el día 24 de agosto de todos los años.

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Se añoraba la imagen de san Bartolomé, pero la situación económica y social no era la idónea y, no fue hasta el año 1941, en que se adquirió una nueva talla del santo, siendo Cura Párroco de Ulea, D. José Muñoz Martínez. Nada más tomar posesión como sacerdote de la Parroquia de Ulea, recogió el testigo del cura anterior, D. Pedro Martínez Gil. El Alcalde de Ulea D. Gumersindo Cascales Carrillo, se unió a ellos y consiguieron recaudar los fondos necesarios para adquirir una nueva imagen de san Bartolomé y, a ser posible, que fuese una réplica de la desaparecida. La época era muy penosa y los uleanos lo estaban pasando mal. Sin embargo, entre la aportación de los uleanos y la cesión del Teatro Reina Victoria, de Ulea, por parte del empresario D. Julián Valiente Sánchez, para efectuar funciones de teatro con fines benéficos, en las que se involucró toda la juventud uleana, se consiguieron- como he dicho anteriormente- los dineros suficientes para sufragar la nueva talla de san Bartolomé, obra del escultor valenciano D. Enrique Bellido.

Costaleros de san Bartolomé: Julio Ortiz, Pedro Soler, Francisco Martínez y Juan Céspedes.

Costaleros de san Bartolomé: Julio Ortiz, Pedro Soler, Francisco Martínez y Juan Céspedes.

Los fines justificaban los medios y jóvenes uleanos, se implicaron con ilusión y denuedo, aprendiendo- y representando- obras teatrales. Dispuestos a tan magna empresa, estuvieron los actores, tales como: Enriqueta Herrera, y sus hermanas Rosa y Virtudes; Matilde Cascales y sus hermanas Consuelo y Bernardina; Las hermanas Conversión y María (las maestras) ; Dolores Cascales Valiente y sus hermanas Lola y Mari Cruz, así como los hermanos Cascales Pérez, los hermanos Yepes Tomás, los hermanos Cascales Valiente, los hermanos Abellán Carrillo, Martín Ríos, Juanito Albaladejo y un grupo de ayudantes, bajo la tutela de los hermanos José María e Isaías Garro Valiente, Vicente López Abenza y el Maestro D Víctor Martínez del Castillo . Sí, entre todos ellos, consiguieron tan ansiado trofeo: “Una nueva imagen de san Bartolomé”.

La nueva talla de san Bartolomé, aunque estaba construida de madera, era pesada y voluminosa. A pesar de todo fue izada hasta el frontispicio del Altar Mayor de la Parroquia, en donde quedó instalada, cara a los feligreses, para ser contemplada y venerada.

Todos los años, para la procesión del santo, el día de san Bartolomé, era preciso bajarla de su capilla, pero, su enorme volumen y peso, creaba serias dificultades; siendo preciso amarrarla con gruesas cuerdas. Tras el desfile procesional, había que elevarla, de nuevo, y, como consecuencia, cada vez disminuían los voluntarios devotos del santo, para estos menesteres. Peligraba la integridad física y por eso “se hacían los remolones”. Como consecuencia, para estos menesteres se hicieron cargo “los mandamases” del pueblo, que enviaban a sus “encargados y asalariados” con el fin de que realizaran dicha función. Un poco cariacontecidos, teníamos a Juan Céspedes, Paco Fernández (cetra), Juan Pedro Vicente, Alfonsico, Ambrosio (El de la Pepa) y algún que otro voluntario, afín a ellos.

Los operarios utilizaban unas escaleras, por las que trepaban hasta la peana del santo. Allí lo amarraban con unas cuerdas y lo deslizaban con suavidad. Sin embargo, en varias ocasiones se vieron involucrados en caídas que, si bien no ocasionaron lesiones graves, si que sembraron el pánico entre los operarios (en una ocasión se vieron envueltos Paco, Juan Céspedes y Juan Pedro) al tratar de evitar que la imagen volcara antes de llegar al suelo. A pesar de todas precauciones, en una ocasión, al descender la imagen, se les canteó y, al tirar de la cuerda, para que no se golpeara en el suelo, se deterioró, seriamente, el cuello del santo.

Como consecuencia, se comenzó a efectuar una nueva colecta con el fin de adquirir una imagen de san Bartolomé, que fuera un poco más pequeña y de menor peso. Mientras tanto- durante dos años- no presidió la procesión, la imagen de san Bartolomé y en su lugar lo hizo el Estandarte con la efigie del santo desaparecido.

Por fin, unos especialistas imagineros, ciezanos, hicieron uso de sus conocimientos técnicos y efectuaron una reproducción idéntica de la talla de san Bartolomé, a base de fibra de vidrio, con menor peso y volumen.

La nueva imagen fue trasladada, en camión, desde Cieza hasta las Lomas de Ulea (a la altura de la casilla de los forestales) en donde le esperaban todos los feligreses uleanos y, desde allí, en jubilosa procesión, a hombros de costaleros uleanos, hasta la Iglesia Parroquial de san Bartolomé, en donde fue entronizada con fuertes aplausos, cánticos y vivas.

Tras la emotiva ceremonia, la talla grande, del escultor valenciano Enrique Bellido, quedó instalada, de forma permanente, en el frontispicio del Altar Mayor y, la fabricada en Cieza, quedó en un espacio bien visible, para ser utilizada en los desfiles procesionales.

Tanto cuando la celebración se efectuaba el día 24 de agosto como el día 4 de mayo, la feligresía uleana esperaba, con gran regocijo- a nivel cívico y religioso- la llegada de dichas fiestas. Esos días eran especiales para los uleanos ya qué los aprovechaban para estrenar nuevos atuendos, quienes podían, y lucirlos en los paseos callejeros. En esas fechas se producía y, sigue acaeciendo, el deseado reagrupamiento familiar y el encuentro con amigos y vecinos que marcharon del pueblo en busca de nuevos horizontes.

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Los desfiles procesionales de san Bartolomé, son de gran belleza y recogimiento. El silencio, interrumpido por el disparo de tracas y cohetes, le dan un realce singular a su paso por las calles estrechas, pulcras y ajardinadas, de Ulea. La música, con sus sones típicos y festeros, le dan un tono de sublimidad, a lo largo de todo su trayecto. ¡Ah¡ como la imagen del santo tiene un peso más asequible, no ha tenido problema de costaleros. Sin embargo, los tiempos han cambiado, nos hemos hecho menos sufridos y comienzan a escasear, como ha ocurrido este año 2013, en que ha tenido que demorarse su salida y, al final, la corporación en pleno, con su alcalde a la cabeza, han tenido que portear el santo. Recuerdo una anécdota: cuando yo tenía 17 años, en compañía de mis amigos, porteamos la imagen del escultor Enrique Bellido y, todos, quedamos con los hombros condolidos durante más de 20 días.

La misa del “día grande”, suele ser oficiada por el Cura Párroco de Ulea, con el que concelebran sacerdotes uleanos y otros que fueron párrocos de Ulea- salvo raras excepciones- y algunos venidos de los pueblos colindantes.

Siempre ha tenido gran expectación el sermón de la fiesta patronal. Durante muchos años se han concertado la actuación de “grandes predicadores y oradores”. Los comentarios, al acabar la santa misa, era el tema de todos los feligreses asistentes a la ceremonia religiosa. En los momentos actuales, todo va cambiando: las normas, la economía y algún que otro factor secundario, aconsejan que no se hagan dispendios innecesarios y, el propio cura del pueblo efectúa la plática en honor a san Bartolomé, y, te diré, querido lector: sin desmerecer su oratoria a la de los grandes predicadores, antaño contratados.

Durante la misa, el grupo coral uleano “Ulea Canta”, dirigido magistralmente por la uleana Mari Cruz López, contribuye a qué, la misa del santo patrón, san Bartolomé, sea algo distinto: sin lugar a dudas; le da un punto de sublimidad y misterio. Durante la ceremonia religiosa, el grupo coral entona el himno compuesto hace unos años por el musicólogo uleano Joaquín López Ortiz (Quinín) cuya letra dice así:

Gracias Señor que nos has liberado
Desde la Cruz, del poder de Satán
Gracias que a Ulea, nos has enviado
A san Bartolomé, de abogado,
Defensor y celoso guardián.

El pueblo de Ulea te aclama,
Apóstol san Bartolomé.
Enciende, en Ulea, la llama,
La llama, de Cristo, en la fe,
Enciende en Ulea, la llama,
La llama, de Cristo en la fe.

San Bartolomé, san Bartolomé,
Intercede por Ulea, que aumente su fe,
San Bartolomé san Bartolomé,
Intercede por Ulea, que aumente su fe.

Tú, que sufriste, con Cristo, en la tierra,
Tú, que en el cielo, con Él, gozas ya,
Tú, santo Apóstol, Patrono de Ulea.
Cuida y protege, a tus hijos, del mal.
Tú, santo Apóstol, Patrono de Ulea,
Guíanos, llévanos, hasta Cristo, la meta final.

Tú, santo Apóstol, Patrono de Ulea,
Cuida y protege, a tus hijos, del mal,
Tú, santo Apóstol, Patrono de Ulea,
Guíanos, llévanos, hasta Cristo, la meta final.

Viva, viva san Bartolomé,
Viva, viva san Bartolomé,
Viva, viva, san Bartolomé.

Autor Joaquín López Ortiz (Quinín)

Las reinas de las fiestas dan un colorido especial a la santa misa, procesión y los variopintos divertimentos, así como la seriedad y el saber estar de las autoridades, con su alcalde a la cabeza. Ni que decir tiene qué, aunque Ulea es un pueblo pequeño, la iglesia se ve repleta de feligreses y, las procesiones, desfilan con gran recogimiento y un número importante de fieles.

Las fiestas patronales, en honor de san Bartolomé, vienen programadas con actos cívico—religiosos, coordinados por los curas párrocos y autoridades municipales, con el alcalde y la comisión de festejos, bajo la dirección del edil de la competencia. En la programación se reflejan gran cantidad de actos lúdicos, con el fin de que sirvan de divertimento para niños y adultos; hombres y mujeres: la banda de música, los grupos musicales, la representación de obras de teatro, carreras ciclistas, corridas de vaquillas, corridas de cintas, cucaña, juegos acuáticos, competiciones deportivas, exposiciones de pintura y de fotografía y un largo etcétera, que amenizan las fiestas a los uleanos y visitantes.

Entre los mercadillos de bisutería, los puestos de turrón o de refrescos, se apostaban unos personajes muy originales. Allí, en las fiestas de san Bartolomé, en la plaza mayor, se encontraban: Juan (El baldao), Gumersindo Martínez (El misino) y “el blanqueño”. Estos personajes aparecían y desaparecían, como “los ojos del Guadiana”. Con un pequeño trípode, sobre el que colocaban una tabla, sacaban sus cartas, cubiletes o ruletas y embaucaban a los festeros (niños y mayores) con sus juegos trucados y les sacaban los dinerillos que tenían para gastar en las fiestas. A estos se les llamaba “trileros”. Pues bien, uno de ellos, “el misino”, buena persona como él solo, que se dedicaba a trabajar en el negocio de “la chatarrería”, era muy supersticioso y, en una ocasión que, con su ruleta trucada, le había ganado unas pesetas a un grupo de jóvenes, entre los que se encontraban Pepe Yepes, Cari Muñoz (la hermana del cura) y Eufronio Carrillo; con toda seriedad, Pepe Yepes (el de la Claudia), le dijo todo serio: misino, si no nos devuelves el dinero, va a bajar san Bartolomé con el cuchillo y te va a cortar las manos; con las que nos has engañado. El misino plegó su trípode y salio corriendo despavorido, como alma que se lleva el diablo, mirando hacia las escalinatas de la iglesia por donde bajaría el santo para castigarle. Viéndole correr tan desatinado, prorrumpieron con risas festivas. Sucedió en las fiestas de san Bartolomé, del año 1943 y no tengo constancia de que se repitieran en lo sucesivo. Tengo entendido que las autoridades prohibieron dichos juegos.

Pasadas las fiestas, se les preguntaba porqué se dedicaban a esos juegos en los días de fiesta y tanto “el baldao”, cuyo oficio era de “lañador y paragüero” y “el misino” que era “chatarrero” y “trapero”, contestaban diciendo que las ganancias las dedicaban a comprar estaño para las soldaduras y a darles de comer a sus chiquillos, el chatarrero. Ambos, a pesar de su viveza, “eran dos grandes personas”.

Hoy, día 26 de agosto de 2013, cuando escribo este artículo, me ratifico de todo cuanto he escrito en estas páginas. Ulea, nuestro pequeño pueblo, ubicado en el corazón del Valle de Ricote, sigue saboreando las delicias de sus fiestas patronales de 2013 y comienza a hacer cábalas para que las del año 2014, sean iguales o mejores.

Bibliografía

Archivo Histórico Almudí, de Murcia

Archivo Histórico de Simancas. Valladolid

Diario “La Verdad de Murcia”

Gonzalo del Cerro

Voceros de Ulea

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