EL PUPITRE: CERÁMICA Y FOTOGRAFÍA: A TEMPO

POR MIGUEL ROMERO SAIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA.

Artista Luis del Castillo.

Me sentí bien este pasado miércoles al compartir con el Aula Poética, coordinada por Carmen Orellana y Carlos Solano, la presencia en homenaje sencillo del artista Luis del Castillo.

Yo creo que el arte de fotografiar es parte de esa sustancia por la permanencia y de ese valor de reflejar la experiencia sensorial que elaborará un concepto subjetivo sobre el mundo que tiene un valor específico. Yo así lo entiendo y sobre todo, cuando la percepción de la fotografía como forma de arte sea quizá la interpretación más profunda de la imagen como hecho artístico. Ahí conocí a Luis del Castillo en aquellos años de la década de los ochenta del siglo pasado.

Su capacidad para contar historias y, sobre todo, conceptualizar el mundo que le rodea en símbolos personales y sensoriales reconocibles es algo que hace con maestría y brillantez. Todo fotógrafo medita sobre la realidad desde su particular modo de vista y luego lo transforma en una visión sobre su entorno o su deseo de expresión. Eso lo hace maravillosamente bien Luis del Castillo, cámara en mano y moto en ristre.

Y es que este muchacho que aún mantiene el pelo en coleta –tal cual el bohemio de la revolución del 68- te atrapa con su sencillez en adecuar sus mecanismos personales hacia la gente que le rodea y de la que se siente atraído.

Pero, la fotografía es una parte de su renacentista mundo en el que vive. Porque también, es heredero del alfarero, de tercera o cuarta generación –según se mire- pero artista que insufla al barro la vida íntima de arte y pasión.

Ha creado su estilo propio en un mundo difícil, expandiendo su arte por todo el mundo: China, Japón, Inglaterra o América. En infinidad de lugares, los óxidos rojos, amarillos y verdes brillan ante la odisea de un toro, único en su manada, de unas meninas a las que deja o quita esa cabeza por el esperpento de su mirada, de ceniceros con el retorcido escarpe de su presencia, a todo lo que persiste entre lo picasiano, mironiano o cartesiano, si es que este último término le pueda validar su personal dimensión de un Arte de la Cerámica o del Gres, o de cualquier material que arenoso y limpio invita a cocer en altísimas temperaturas de un horno heredado.

Por eso disfruté, porque le admiro como artista en retina fotográfica o en mano alfarera, tal vez mi admiración no sea la que él pueda contrarrestarme –no importa- porque todos sabemos dónde está el lugar de cada uno; y sin embargo, es hombre sencillo, campechano en los términos de la Sierra y en cada elemento de esta Naturaleza que él sabe convertir apasionadamente.

El Aula Poética, con los versos agradecidos, al viento y en sempiterno fueron un claro sentir de este grupo de amigos de la poesía y de Cuenca porque lo sienten, lo creen y lo ponen en valor; y yo, uno de ellos, sentí el peso de admiración cuando entre foto y cuenco, derrama su sabiduría manual al tiempo que hace historia.

Vaya pues, mi homenaje particular, no solo a él que está bien merecido y así lo quiero poner en valor, sino a todo alfarero conquense que lucha por imponer su Arte entre la crítica engañosa de quienes no quieren ver Arte donde bien lo Hay: Barro y figura.

Y lo decía el blog de “Reflexiones para vivir”, al sentir que ¡cuán difícil es ser barro¡ ser rescatado y escogido, ser pensado y diseñado; y sin embargo, ¡qué maravilloso es cuando es bien tratado por esas manos de Alfarero, pasional y artista.

Por eso acabo, felicitando a Luis del Castillo por su trabajo, su manera de ser, su bonhomía y su maestría como artista; y tal vez, acabar con esta expresión da más sentido al camino:

“Detrás de cada línea de llegada hay una de partida. Detrás de cada logro hay otro de desafío”, y en el canto de El Rizos también se expresa el por qué este mundo debe estar ocupado por agradecidos y soñadores, de ellos ejemplarizaremos el mundo.

FUENTE: https://eldiadigital.es/art/396337/ceramica-y-fotografia-a-tempo-por-miguel-romero

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