PREGONAR

POR MIGUEL ROMERO SAIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA.

Mucho han cambiado los hábitos y las costumbres de “antaño”. Ya no oímos la voz del pregonero a golpe de “pita” cuando en cada pueblo se alzaba la voz para anunciar mandamientos de Alcaldía, venta ambulante de productos, la llegada del pan o simple y llanamente, un puesto ambulante que hasta allí se presentaba.

Cierto es, que los tiempos cambian, en la mayor parte de los casos para bien, pero en otros, perder tradición es cómo perder sentimiento, y eso es un tema doloroso para los que hemos vivido en pueblos y hemos sentido el sabor rural de las costumbres.

Sin embargo, me viene a cuento este término “pregonar” en tiempo de fiesta, porque la costumbre de abrir las Fiestas Patronales a golpe de palabra es siempre gratificante, cuando quien las lanza a viva voz, suele ser un escritor, un historiador, un nativo del lugar o un estudioso del costumbrismo, porque enaltecer el espíritu de los allí congregados y escuchar anécdotas, retazos de historia o recuerdos curiosos es volver a abrir la espita de ese corazón anclado en los tiempos pasados.

¡Qué bien cuando un lugar registra un pregonero o pregonera¡ y es que hubo un tiempo que se hizo habitual, que el político de turno llegaba para abrir las fiestas, o que en cada pueblo, Sierra, Mancha o Alcarria, se buscaba a un ilustre o reconocido “enhebrador de palabras” para que lanzase sus arengas, chascarrillos, anécdotas o vivas, entre la atención del anciano, la prestancia del maduro y el nerviosismo del joven que desea empezar el baile o la música tecno y dejar de “habladurías” como tostón verbenero.

Yo aplaudo la nueva llegada de esta vieja costumbre y animo a los Ayuntamientos y Juntas de Festejos a volver a renombrar, buscar o elegir, pregoneros o pregoneras para enaltecer el espíritu de ese lugar, en gran parte anclado en una historia casi desconocida, pero deseosa de revivir estampas rurales, sentidas, añoradas o imaginadas, para provocar sinergias de respeto y revivir unas fiestas, tal y como siempre se había hecho, con sentimiento y razón de ser.

Y es que me lo ha recordado al escuchar el pregón que mi amigo Carlos Solano, culto, inquieto, poeta, gestor e historiador, realizase en las fiestas de Fuentesclaras de Chillaron o Fuentesclaras ahora de Fuentenava de Jábaga, hace unos pocos días, en las fiestas de San Juan Bautista, mezclando entre retazos de historia, anécdotas de ese lugar, reviviendo pasajes entre amistades, canciones y tradiciones que siempre sirvieron para marcar la seña de identidad de este lugar.

Dice una frase típica del pregonero “el hombre no se dejó amilanar y pregonó con voz potente sus impresiones” y es que, así de sencillo, hizo alarde el bueno de Carlitos, aquel jugador de baloncesto que “atraía a las quinceañeras”, que ahora –junto a Carmen Orellana- coordina el Aula Poética, que lucha por la historia de Huerta de la Obispalía, Beteta o Alarcón, y que ha abierto esa espita de “pregonar las fiestas patronales” como una costumbre que no debería de perderse, que enaltece el espíritu del lugareño y del visitante y que nos trae recuerdos de siempre.

Fuentesclaras, pequeño lugar ahora de esparcimiento y de encuentro entre amigos, algunos paisanos y otros recién llegados, ha tenido sus fiestas en honor de ese universal santo que es San Juan, y lo ha hecho con pregón, misa, procesión y bailes de verbena, esa costumbre arraigada y que dignifica la personalidad de cada lugar.

Y acabo como acabó en su Pregón: “No dejéis nunca que estos pueblos se mueran, que vivan cada año, aunque solo sa por unos días, la magia y el recuerdo de todos aquellos que os precedieron y que dejaron aquí su sudor, su sangre y su esfuerzo. Ese es el mayor tributo que podéis hacerles”

FUENTE: https://eldiadigital.es/art/400370/pregonar-por-miguel-romero

 

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