POR JOSÉ MARÍA GOLDEROS VICARIO, CRONISTA OFICIAL DE GRIÑÓN (MADRID)
El dominico fray Tomás de Torquemada, se había distinguido por su celo en combatir las deslealtades, estableciendo en Castilla los tribunales permanentes en Aragón y otros países mediante autorización del papa Sixto IV, expidiendo el pontífice la oportuna bula, el primero de noviembre de 1478. Implantó Torquemada los jueces auxiliares, otorgándoles plena potestad, creándose por ello los tribunales permanentes en Sevilla, Córdoba, Jaén y Ciudad Real
La Inquisición desarrolló su actividad en nuestra ciudad entre los años de 1483 al 1485, desde su traslado a Toledo. Con las revueltas de los últimos años del reinado de Enrique IV, tuvieron Iugar muchas apostasías de los llamados “cristianos nuevos”. Los judíos habían logrado enorme poder, y mediante la usura obligaban a muchos deudores a renegar del cristianismo. También se acrecentaba su pujanza y frecuentemente retoñaban antiguos errores que se tenían por olvidados.
El dominico fray Tomás de Torquemada, se había distinguido por su celo en combatir las deslealtades, estableciendo en Castilla los tribunales permanentes en Aragón y otros países mediante autorización del papa Sixto IV, expidiendo el pontífice la oportuna bula, el primero de noviembre de 1478. Implantó Torquemada los jueces auxiliares, otorgándoles plena potestad, creándose por ello los tribunales permanentes en Sevilla, Córdoba, Jaén y Ciudad Real.
Iniciaron la actividad los nuevos inquisidores de Ciudad Real con el famoso edicto de fe en el término de 30 días, que luego fue prolongado a otros 30, al que se acogieron buen número de judaizantes. Este primer auto de fe, celebrado en la iglesia de San Pedro, fue el 16 de noviembre de 1583, sirvió para publicar solemnemente la reconciliación de los penitentes presentados durante el dicho término de gracia. Después de todas las amonestaciones y gracias o, hablando de otro modo, una vez empleada con los conversos la misericordia, empezó a hacerse sentir el rigor del inquisidor general.
La Inquisición ciudarrealeña comenzó a actuar, en los autos de fe de 6, 23 y 24 de febrero de 1484. Durante esos días se celebraron diversos procesos, en los que 34 personas fueron quemadas vivas y 40 en estatua de otros tantos fugitivos que fueron entregados a las llamas. Durante los dos años de funcionamiento del Tribunal de Ciudad Real, se entregaron al brazo secular 52 conversos, siendo quemados en imagen 220 fugitivos.
Uno de los procesos más famosos llevados a cabo por el Tribunal de Ciudad Real, en el corto periodo de tiempo que permaneció aquí, lleva por título en el Archivo Histórico Nacional: “Proceso contra ‘la Pámpana Quemada’”. Proceso publicado por el P. Fita en 1892, donde el fiscal acusaba a María González, así llamada “la Pámpana” por los cargos siguientes: “… que oyó las oraciones judaicas como los cristianos oyen la misa… que guardó los sábados; que los días sábado vistió ropas limpias de lino o ropas de fiesta;… que educó a sus fijos según la Ley de Moisés…; que comió carne en toda la cuaresma, especialmente se guisó una gallina, etcétera…” (sic).
En una relación de judaizantes, aparece un tal Alvar Díaz, vecino de Ciudad Real y propietario de una casa de lencería en la plaza pública, que se le confiscaba y donaba después la reina Isabel la Católica al Concejo, para levantar sobre su solar el Ayuntamiento.
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