LA CERNECINA EN FIESTAS

POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA

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La Cernecina vivió y vibró este primer domingo de agosto con la celebración de sus fiestas, aglutinando en ese paisaje sayagués de auténtico ensueño toda esa carga que la sociedad de nuestros días aporta a través de las inmensas posibilidades de que dispone.

La Cernecina constituye uno de esos eslabones que, guiados por una geografía con historia, forma parte de una línea que marcha hacia el mediodía, salvando toda clase de obstáculos a lo largo de ocho siglos. Hasta su ermita dedicada a San Ildefonso nos lleva a ese lejano pasado.

En esa privilegiada geografía, que marcan por el Norte el Teso de Bárate y hacia ese mediodía de esperanzas, espera el sierro en el que Mogatar ha clavado su personalidad y su guía con la iglesia y la escuela. Y en medio de esas dos míticas referencias, descansa la Cernecina con un paisaje de silencio, que emociona y atrae, cuidando y guardando sus cortinos, sus encinas y a través de una arquitectura perfectamente ensamblada en el conjunto del paisaje constituye un ejemplo digno de tener en cuenta. Recorrer esa estructura urbana nos traslada a otros tiempos y explica en gran manera esa nueva repoblación que esta surgiendo, con gran acierto; a la vez se disfruta, se defiende y se establece una auténtica corriente sociocultural que extiende su labor en ámbitos que siempre estuvieron alejados y en gran manera solitarios.

Todos en una hermandad y colaboración verdaderamente ejemplar y con la presencia del señor alcalde de Ayuntamiento Andrés Segurado el programa fue muy amplio. A destacar una breve síntesis de la historia del barro en tierras de Sayago, destacando la enorme importancia de Pereruela, cuyo nombre constituye una referencia universal, citando el cronista varias veces al gran investigador de este tema Ramón M. Carnero, para que a continuación José Luis Gutiérrez, Guti para los amigos, nos deleitara en un escenario en plena calle y una noche excepcional con una sesión de cuentacuentos verdaderamente extraordinaria, sin olvidar la interesante partida a la Rana con los consiguientes premios a los ganadores, terminando con una espléndida cena de colaboración, de un ejemplo y de una categoría que hace enmudecer, seguida del baile hasta el alba.

En el programa del día 4 se incluyó la actuación del grupo de folclore popular dejó grabado en el ambiente de manera clara su buen hacer llenando aquel sugestivo ambiente geográfico con las notas de bailes y canciones cuyos ecos habrán removido emociones hasta en el propio paisaje de encinas centenarias, calles y cortinos en los que durante siglos fueron las notas que marcaron su calendario vital junto al sonido de esquilas y cencerras que marcaban otro ritmo, junto al toque ritual de su campana con ritmos de saludo festivo o de despedida. Dos días de fiesta, de hermandad y colaboración, de amistad y de evocación y recuerdo que no debe ni olvidarse ni perderse. Que así sea.

Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/

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