POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
Aquí, en la fuentidueñense Aldeasoña, a las veinte atardecidas horas del ocho de agosto de 2015…, ahora que ya no me oyes pero me escuchan muchos de los que te aman, amaron, admiran, leen, leyeron y el leerán el libro gordo de Carlos Álvaro que recoge tu biografía al hilo de tus obras literarias, déjame, José Rodao, “compañero del alma, compañero”, déjame que te diga a la pata la llana lo que me sale del corazón por la boca inflamada.
Soy como tú fuiste, un periodista todo terreno y un escritor que guarda para los suyos los poemas más ardientes, tiernos y sentimentales que se le ocurren, inspirados por la realidad cotidiana y por la diosa-musa del amor en compañía. Todo tú respiraste solidaridad comunitaria aun en los momentos ásperos que te tocó vivir: la muerte del hijo, la incomprensión ciudadana, el parvo salario… Por ello he venido a recordarte en público en voz alta y por ello han vencido mi voluntad de reposo veraniego Ángel González Linares, lagunero insigne, y el propio recopilador de tus interioridades personales y tus manifestaciónes exteriores, el susodicho Carlos Álvaro, investigador minucioso de la trayectoria que te aupó a la popularidad no sólo cantalejana sino nacional. ¡Qué hermoso es ser historiador para que la verdad perdure, aunque sea adormecida en los archivos! Yo, que soy cronista, lo practico de propia mano, legando a la posteridad mis referencias de la actualidad escrita. Y que ahí queden para los restos, para que los que nos sucedan sepan de dónde vienen y aprendan por donde seguir.
Tiempos complejos y difíciles azotaron tu existencia laboral y familiar, y sobre ellos te alzaste como el gran resistente. Resistir es revivir y así lo plasmaste en las prensas de papel (segovianas y españolas) y en las editoriales de tus libros, igualmente expandidoras de la vocación escritora. Grandioso ejemplo el del talento manifiesto. Eres el exponente fiel del periodista contemporáneo sacrificado por la información, duela a quien duela. Y sé de varios compañeros que las están pasando canutas.
Admirado Pepe, tu vida corre, discurre y se desata, rueda… de 1865 a 1927, es decir, de los peores a los mejores años de Segovia, especialmente en los aspectos culturales, sociales y económicos, a cuya eclosión espectacular asististe y adyuvaste, como liberal de amplio espectro absorbente, pues tal te mostrabas en la conducta y en los escritos… siempre. Nunca te será suficientemente reconocida esa labor literaria y solidaria, porque hasta tú mismo, acaso, no fuiste consciente de la valía que te adornaba la personalidad. Pudiste colocarte en Madrid, pero te agarraste a la tierra que amabas, subiendo de Cantalejo a la capital…provinciana, y más no luego, salvo ocasionales escapadas a Madrid. Gracias te doy como paisano. Lo más local resultó en ti universal, como ha ocurrido con numerosos hombres de letras que, al detallar los pormenores de su tierra de nacimiento, se convirtieron en espejos mundiales. Básteme citar a Juan Ramón Jiménez en su “Platero y yo” de Palos de Moguer, o a Marcel Pagnol en la descripción de sus paisajes locales infantiles de la Francia, o James Joyce en su travesía de un día por Dublín, Irlanda, o al Príncipe de los Ingenios don Miguel de Cervantes en los paseos del Quijote caballero por La Mancha… ¿Para qué seguir?
Aquí mismo gozamos de los relatos de Emilio Pascual, tejareño hijo de zapatero remendón, poniendo de manifiesto que “lo pequeño es hermoso” –y pienso en el Vivar, en Los Valles, en Fuentesoto, en la Villa, en Sacramenia, en Aldeasoña y en la propia Laguna de Contreras, patria chica de otro eximio escritor, maestro y pedagogo, mi entrañable Hermano de La Salle, Teódulo García Regidor, al que debéis en vida una estatua, una calle o una plaza. Hombre tan honesto y sabio no conocí jamás, desde que nos juntaron en Griñón, Madrid.
Unos setecientos personajes locales cita tu ameno biógrafo Carlos Álvaro que entrevistaste, trataste, comentaste, sublimaste…, o compartiste con ellos existencia, literatura y arte, como los Zuloaga, Carral, Marinas, Quintanilla, Gómez de Caso, Padilla padre, Ortega, Maeztu, Belmonte… y tantos y tantos de semejante obra cimera, todo tú solo armado de una valiente muleta de maestría periodística, con fluidez de logomaquia y escritura.
Carlos Álvaro, que te ha escudriñado “amortajado” en las hemerotecas, bibliotecas y archivos… lo ha aprendido muy bien y nos lo ha trasmitido en el impar “JOSÉ RODAO”. ¡Ese soy yo”! Pues claro que sí que eres tú, de claro en claro, de corazón en corazón, del busto broncíneo de Aniceto Marinas para arriba hasta tu cabeza genial. Amén digo a las divinas palabras del biógrafo-cronista universitario Carlos, que para eso estoy hoy sentando cátedra y despotricando en esta tribuna pública, que te rinde homenaje.
Cinco hijos, cinco, José, se te desgajaron en la más tierna edad, la de los “años verdes” del crecimiento ansioso de los humanos, y ese sufrimiento le conllevaste bajo la pluma, pero no por ello dejaste de ser “un testimonio fresco, cotidiano, alegre, retozón, burlón, lírico, irónico y punzante de la sociedad segoviana y española” de tu entonces, tal cual apunta el joven antólogo y crítico citado, don Carlos Álvaro, el procurador de tu sino o destino para memoria perpetua. ¡Y que me oigan alcaldes y alcaldesas, diputados y diputadas!
Compartimos, profesor lapidado y dilapidado, mucho más de lo que te puedas imaginar. Compartimos Periodismo, Magisterio, Teatro y Poesía. Como tú, yo entraño la crónica, el comentario, el aula, el escenario y el verso; sobre todo el verso festivo, en el que casi sin querer se nos derrama también una lágrima. A mí me faltan el ingenio y el talento rápido que supuras o goteas. Las musas no me han sido tan donosas ni generosas como a ti. Qué lo vamos a hacer. Cada uno hace lo que puede, sabe y debe. Pero me son tan míos como tuyos: Zorrilla, Campoamor, Gabriel y Galán, Salvador Rueda, Larra, Mesonero Romanos y Espronceda, en los que me inspiro a diario.
O sea, que damos cabida a todos los grandes creadores, por más diversos que fueran o sean, de una a la otra ala del eterno bipartidismo radical español, los cultivadores de la inteligencia en favor de los desfavorecidos por la economía, la educación o la cultura.
“Al hilo de la vida” te ha bordado con hilo de oro y plata lingüística Carlos, y al hilo de la vida sigo yo en un blog internético de idéntico título como sigue en el suyo el historiador pucelano. Ya somos tres en uno, con la fuerza que ofrece el carburante global. Somos tan semejantes, que hasta en el laísmo, leísmo y loísmo coincidimos, para bien o para mal, más bien que mal: comuneros castellanos independientes los tres.
Quisiera lucirme más, quisiera lucirte más, pero mi tiempo reglamentario se ha acabado y no deseo aburrir al personal. Lo escrito, escrito está. Para que duerma también en las hemerotecas… hasta que una mano de nieve del porvenir, como la de Álvaro ahora, sepa despertarlo y divulgarlo, cuando criemos malvas o crisantemos.
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