RELOJES DE SOL

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

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En pueblos pequeños y en sus tercias, también llamados cortijos o caseríos, como es el caso de Ulea, los vecinos se guiaban por el horario solar y las campanadas de las iglesias ya que, los relojes mecánicos y los de bolsillo o faltriquera, eran muy costosos y su economía no les alcanzaba para comprarse un reloj. En efecto, estos costosos artilugios que se llevaban en una bolsillito de la chaqueta o en el chaleco con una cadenita solamente podían adquirirlos los señores con dinero temiendo en cuenta que los relojes de pulsera aún no existían.

reloj de sol

El reloj de sol, instalado en la pared sur de la iglesia parroquial de san Bartolomé a finales del siglo XVI, marcaba las horas y, por él y las campanas, se regían las tandas de riego de los huertanos. Sin embargo, como muchos sacerdotes, comunidades religiosas y miembros de la Santa Inquisición, eran los mayores hacendados de la huerta, sabemos que alteraban las señales horarias; con el fin de beneficiarse de las tandas de riego.

Además, de éste existían otros dos relojes de sol ubicados sendas casas solariegas; tales como la casa de Sebastián de Rueda y Benavides, en el paraje del Henchidor y el de la casa de Marquesa, en el paraje del Jardín.

Supuso un gran alivio para los ciudadanos, cuando en el siglo XVIII, se erigió la torre de la iglesia de Ulea y, bajo el campanario, se instaló un enorme reloj, con su moderna maquinaria que a todos daba las horas y sus campanadas. Sustituyó al vetusto reloj de sol, quedando éste último como una reliquia histórica de la sociedad.

Desde el siglo XVIII, el reloj del campanario de la iglesia, daba las señales horarias mediante las campanas, de sus medias horas y de sus cuartos. Este reloj regía el horario de las tandas de riego de la huerta, cortando de raíz el habitual hurto de las aguas; por parte de conocidos latifundistas y prebostes del pueblo.

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