LA MOCHILA DEL ANDARIEGO SOLITARIO

POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

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Leyendo un trabajo de Pedro Simón, recapacité sobre su perspectiva de la vida y me atreví a escribir este artículo. Sí, las personas que nos planteamos la vida yendo muy ligeras de equipaje, debemos llevar a la espalda «una mochila» donde guardaremos una serie de utensilios que iremos necesitando a lo largo de nuestra travesía.

En dicho zurrón es imprescindible llevar «un pájaro», para acostumbrarnos a volar bien alto y cantar en libertad. Para que nada nos impida crecer, necesitamos «unas tijeras», con el fin de ir cortando todo cuanto se interponga y obstruya nuestro sendero.

En dicho itinerario, con la mochila a cuestas, debemos llevar «un detergente» con la finalidad de ir quitando las manchas de las máscaras que utilizamos a diario. A pesar de su volumen, no podemos prescindir de «una tinaja» con la intención de dar cobijo y añejar el cariño y la grandiosidad del amor.

Haciendo un poco de hueco en la mochila, introduciremos «un frasco transparente», amplio y sin tapaderas para conservar las sonrisas y escuchar sus alegres sonidos. Para observar cuanto nos brinda la naturaleza y el amor de nuestros semejantes, llevaremos «unas lentes correctoras»; para tener una perfecta visión de la vida.

Llevaremos como mascota a «una ardilla» para que nos conduzca por el ramaje del árbol de la sabiduría. Seremos portadores de «grandes agujas», con la finalidad de qué, al ir caminando vayamos tejiendo sueños e ilusiones. Para continuar nuestro itinerario, si no nos cabe en la mochila, lo llevaremos al hombro. Se trata de «un cofre» con el fin de ir guardando los recuerdos constructivos que son la esencia de la vida.

Para ir recordando cuanto hemos recopilado en nuestra mochila, llevaremos «una cremallera» que nos permita abrir y cerrar la mente, cuando hayamos encontrado las respuestas a infinidad de cuestiones.
También llevaremos «un reloj», para dar todo el tiempo que necesitemos a cuantos transeúntes nos crucemos por el camino y tener todo el tiempo del mundo para embelesarnos en medio de la naturaleza.

Poco espacio nos queda en la mochila pero, en un hueco meteremos un «emisor de películas»; con el fin de evocar los momentos más felices de nuestras vidas. Además, aunque vayan muy apretados en el macuto, llevaremos «unos zapatos de la ética y la moral» para ir pisando firme y seguro por donde quiera que tracemos la andadura.

No nos debemos olvidar de llevar «una balanza»; para pesar cuanto hemos vivido y experimentado. Y, por último, «un espejo», con el fin de admirar a la persona que vale mucho. ¡Ese, serás tú…!

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