DEL CARBURO AL PULPU AMARISCAU

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Pido perdón y ruego su comprensión si empiezo con una pequeña clase de Química.

El carburo de calcio (C2Ca) es un sólido blando de color blanquecino y olor desagradable, con gran afinidad por el agua (H2O) con la que reacciona formando óxido de calcio (CaO) y etino, más conocido como acetileno (C2H2).

Este es un gas muy buen combustible que arde con llama blanca muy luminosa y calorífica; de ahí que fuera utilizado como «agente de iluminación» en casas y en minería y en los talleres mecánicos como «agente de soldadura autógena».

A las «lámparas de iluminación» las llamábamos CARBUROS y consistían en un a modo de aparato de Kipp, formado por dos recipientes ensamblados a rosca. En el inferior se colocaban «las piedras de carburo de calcio» y en el superior, el agua, que se «dosificaba» mediante un «tornillo-válvula».

El gas salía «por el pitorro adecuado» y se encendía con una cerilla.

Nosotros, los nenos traviesos, sabíamos «experimentalmente» que el acetileno mezclado con el aire, es explosivo. Hacíamos un agujero en el suelo y colocábamos en él una piedra de carburo. Cerrábamos con un bote viejo de pimientos con una abertura en la base, retacábamos con tierra y meábamos en la aberturina del bote. Cuando salía gas y espuma por ella, acercábamos una cerilla encendida y ¡zas!, la explosión.

Y el bote por los aires.

¡Y no pasaba nada, oigan!

Se ve que en aquellos tiempos de pocos nenos había Ángeles de la Guarda para todos.

Pasados los años, y ya mayores, volvimos a utilizar el carburo para otros fines.

Era la mejor lámpara para ir por la noche a pescar «andariques» (nécoras) y pulpos al «pedreru».

No, no éramos «furtivos» ni «ilegales» pues la ley no lo prohibía.

Ahora sí y las multas son de «empújame columpio».

Ténganlo presente.

Hoy, si queremos pulpos y nécoras, ya lo saben: ¡a la pescadería!

Vamos a celebrar el «recuerdo escolar de hoy» con un PULPÍN AMARISCAU».

Cuezan en olla exprés, con un poco de agua sin sal, un pulpo «de pedreru».

Sáquenlo, escúrranlo y trocéenlo al gusto.

Aparte, habrán preparado un pisto con cebolla, pimiento y tomate, según su costumbre. Añádanle un poco de agua de cocción del pulpo, unos mejillones, unas almejas, unos berberechos y unos gambones (pelada la cola, pero con cabeza). Sumen el pulpo, dejen que todo de unos hervores y aromaticen con un chorro de fino andaluz.

Sírvanlo en cazuela de barro bien caliente.

¡Ah!

No se olviden que antes del pulpo así preparado, conviene «entrenar el paladar» disfrutando de una sabrosa andarica (nécora).

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