LOS “COCHES DE HORA” Y EL ACCIDENTE DE TRÁFICO EN LA CARRETERA TELDE-AGÜIMES EN EL BARRANQUILLO DE PIEDRA DE MOLINO, OCURRIDO EL AÑO 1912

POR RAFAEL SÁNCHEZ VALERÓN, CRONISTA OFICIAL DE INGENIO (CANARIAS)

Antecedentes: construcción de la carretera Las Palmas-Agüimes

La llamada carretera Las Palmas-Agüimes, que venía a sustituir a un primitivo camino vecinal, fue construida en seis trozos o tramos, y tiene un primer capítulo en los tres primeros trozos (barranco del Negro – cuesta de J. Ruano – ermita de San Pedro), con finalización en la ciudad de Telde en la primera mitad de la década de 1860, después de salvar dos grandes obstáculos naturales: el acantilado costero de “La Laja” con la construcción de un túnel, y el ancho cauce del barranco de Telde a través de un puente, ambiciosa obra de ingeniería, quedando habilitada esta vía para el tránsito de coches de caballos y carretas.

Los tres últimos trozos (Entre Montañas – Lomo de Aguatona – Agüimes) se hicieron esperar mucho tiempo y fue entre los años 1877 a 1887 (con intervalos) cuando se llevaron a cabo las obras de un sinuoso trazado salpicado de barrancos, especialmente las profundas cuencas de Silva, Draguillo y Guayadeque.

En la construcción de esta carretera tuvieron especial protagonismo los hermanos León y Castillo; Fernando, en el campo de la política y Juan como ingeniero. Su construcción representó un importante avance para los pueblos del Sur, hasta aquellos momentos solo conectados por “caminos de herradura”, tanto en las comunicaciones (tránsito, correspondencia, prensa…) como en el aspecto económico, al poderse dar salida con fluidez a los productos agrícolas, ganaderos o artesanales hacia Las Palmas.

La carretera y los accidentes

Una de las razones que argumentaban los vecinos del Sur para que se construyera la carretera era el mal estado del antiguo camino de herradura, peligroso e intransitable, especialmente a la hora de salvar los profundos barrancos las personas y bestias con pesadas cargas.

Con la llegada de los vehículos a motor a principios del siglo XX, empiezan a producirse accidentes en esta carretera, ocasionados en algunos casos por negligencia y temeridad de los conductores con velocidades inadecuadas por la competencia entre las compañías de coches de viajeros que efectuaban este trayecto desde Las Palmas.

Compañías de viajeros y horarios por la carretera del Sur en 1911

Dos eran las compañías de viajeros que realizaban el trayecto Las Palmas-Agüimes y viceversa con “ómnibus”: la “Compañía de Automóviles Canarios” y la “Compañía Melián”, popularmente conocidos por “los azules” y “los verdes”, respectivamente. Estos vehículos serían reconocidos por la población como “coches de hora”. Los automóviles azules salían de Las Palmas a las 7 mañana y 3 de la tarde; desde Telde, a las 8 mañana y 4 tarde. Los automóviles verdes salían de Las Palmas a las 11 de la mañana, 2 y 4 de la tarde; de Agüimes, a las seis de la mañana; de Telde, a las 7 y 12 de la mañana y 3 de la tarde, recorriendo las poblaciones de Marzagán, Jinámar, Telde, Ingenio y Agüimes. La salida de los coches de Telde se hacía en las plazas de San Gregorio y San Juan.

El accidente del barranquillo de Piedra de Molino

El vehículo nº 2 de la “Compañía de Automóviles Canarios” había salido de Las Palmas a la hora de costumbre el 3 de abril de 1912, conducido por el “chauffer” Antonio Romero Santana con 18 personas a bordo. Después de detenerse unos momentos en Telde prosiguió viaje hacia Agüimes a la misma hora en que lo hacía otro automóvil de la competencia. Cuando eran las seis de la tarde, al llegar al kilómetro 15, el “azul” adelantó al “verde”, pero al pasar por Piedra de Molino a unos dos kilómetros de la salida de Telde hacia Ingenio, donde la carretera era llana, sin vueltas ni baches, circulando a gran velocidad giró violentamente hacia la izquierda, chocando contra el resguardo del camino, saliéndose de la vía para derrapar, volcar y caer al barranco de unos cuatro metros de profundidad, quedando con las ruedas al aire, completamente destrozado con numerosos heridos que lanzaban quejidos dolorosos entre los restos del coche algunos y otros a varios metros de distancia a donde habían sido lanzados a consecuencia del impacto. Los pasajeros ilesos y posteriormente el conductor y pasajeros del automóvil de la “Compañía Melián”, que iba inmediatamente detrás, auxiliaron a los heridos junto a dos guardias civiles que se hallaban de servicio en carretera y del médico de Ingenio José Alemany que viajaba en uno de los automóviles, siendo trasladados en el mismo vehículo a la casa de Joaquín Romero, cura párroco de San Juan de Telde, donde los dos pisos de su vivienda quedaron convertidos en “hospital de sangre”. A lugar acudieron el juez de instrucción, médico forense, un oficial de milicias y el comandante del Puesto. Los heridos fueron atendidos por los médicos Alemany y Melián, auxiliados de un practicante. Se dio la circunstancia que en el vehículo siniestrado iba de pasajero el vecino de Agüimes José Romero, hermano del párroco, que fue atendido junto a los demás heridos por su hermana que se encontraba en la casa del cura, actuando como una verdadera enfermera, atendiendo y alimentando a los heridos. Gran parte de los lesionados eran de Ingenio y Agüimes a donde se dirigía el vehículo: José Romero Rodríguez de 51 años (Agüimes), María Concepción Morales González, 31 años (Agüimes), Filomena Pérez Canosana, 50 años (Cuba), Gregorio Cruz Pérez, 57 años, casado con ocho hijos (Ingenio), Pedro Castro, 29 años (Agüimes), Juan Romero León, 13 años; Bernarda Méndez, 19 años (Agüimes), Rafael Sánchez, 18 años (Telde), Pedro Artiles, Juan Gil Monzón y el cobrador Agustín Díaz Mena. A los pocos días fueron traslados a sus casas; el ingeniense Gregorio Cruz, lesionado en la cabeza y pie se lamentaba de no poder trabajar para sus ocho hijos.

Según testimonio del conductor, el accidente se produjo por una avería mecánica mientras que el herido José Romero manifestó que fue debido a la velocidad temeraria por la competencia entre ambas compañías que ya se había puesto de manifiesto con anterioridad ante el Delegado del Gobierno para que diera una solución. El “chauffer” Antonio Romero se le consideraba muy competente en el manejo de automóviles, habiendo hecho prácticas en Madrid donde recibió el título.

A modo de conclusión.

Al igual que hicimos con los siniestros marítimos provocados por la “Baja de Gando”, publicados en “Telde Actualidad” en distintos capítulos, esperamos hacer lo mismo con los automóviles siniestrados en la carretera Telde-Ingenio.

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