
POR CARMEN RUIZ-TILVE, CRONISTA OFICIAL DE OVIEDO

Oviedo vive como un libro y es evidente que la historia de Oviedo está desde siempre tejida de papel, papeles para contar la historia, papeles para soñar otras vidas. No se puede imaginar nuestra vida sin libros y quien dice libros dice librerías y bibliotecas, de lo que estamos bien servidos.
Desde que se hizo fuerte la vida religiosa, desde que la Universidad, a fecha fija, el día de San Mateo de 1608, abrió sus ojos en esta ciudad, Oviedo se fue llenando de despachos de libros, imprentas y corresponsales de publicaciones foráneas.
A pesar de todos los inventos sucedáneos del libro, Oviedo sigue siendo sede de muy buenas librerías, clásicas unas, recientes otras, todas regidas por el espíritu quijotesco de los que creen en los molinos.
Junto con las librerías de lo nuevo flamante hay también librerías de libros usados, que esconden silenciosamente entre sus páginas historia de las vidas de los lectores anteriores. El último eslabón de la larga vida de los libros está en el santo suelo del Fontán, en una mañana de domingo.
Llevo 19 años seguidos escribiendo algo de libros, en cada abril, alrededor del Día del Libro. A ello hay que sumar las muchas ocasiones entreveradas a lo largo del año en las que me asomo a la letra de imprenta para hablar de libros, que son gran parte de mi obligación y mi devoción.
A pesar de los pesares Oviedo sigue siendo la ciudad libresca que nació como tal hace varios siglos. Libro suena a libre y los libros son inestimable forma de libertad como elementos de una historia interminable.
Fuente: http://www.lne.es/