UN PANTEÓN PARA EL MINISTRO DE LA GOBERNACIÓN, RUIZ CAPDEPÓN (y II)

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

Torrevieja, 3 de octubre de 1889. Cortejo fúnebre con los restos de Ramón Ruiz Lozano y Ramón Ruiz Capdepón camino del panteón construido en el nuevo cementerio municipal. / FOTO: Darblade

Torrevieja, 3 de octubre de 1889. Cortejo fúnebre con los restos de Ramón Ruiz Lozano y Ramón Ruiz Capdepón camino del panteón construido en el nuevo cementerio municipal. / FOTO: Darblade

A las 10 de la mañana del jueves, 3 de octubre de 1889, se verificó el solemne funeral en el templo de la Inmaculada Concepción de Torrevieja, por el eterno descanso de los que veintinueve años antes, en 1860, habían perecido víctimas de los furores del mar: Ramón Ruiz Lozano y Ramón Ruiz Capdepón.

Los restos, encerrados en una pequeña y preciosa caja de ébano, estaban colocados en un artístico catafalco, en cuyo frente había una preciosa corona que decía: “A mi inolvidable esposo”.

Una comisión del Ayuntamiento de Orihuela, compuesta por los concejales Francisco Román y Sixto Balaguer, depositó sobre el féretro una corona de muy buen gusto, en cuyas caídas se leía la siguiente inscripción: “A D. Ramón Ruiz Lozano y D. Ramón Ruiz Capdepón, el Ayuntamiento de Orihuela”.

Otra comisión compuesta por los señores Francisco Megías, José María Garriga y Rafael Payá, juez de la ciudad de Orihuela, depositó otra corona muy artística que contenía la siguiente dedicatoria: “El Colegio de Abogados de Orihuela, a D. Ramón Ruiz Lozano”. Además habían otras coronas cuyas dedicatorias de otras personas y comisiones.

La iglesia estaba completamente llena con las comisiones de todos los ayuntamientos de la región, el Ayuntamiento de Torrevieja, gran número de diputados provinciales, autoridades y corporaciones de nuestra población, y el ministro y su familia. La misa la cantó el arcediano de la catedral de Orihuela y secretario del obispo, Rafael Tous.

Después del funeral se verificó la traslación de los restos que fueron colocados en una preciosa carroza fúnebre, desde la iglesia al mausoleo construido en el nuevo cementerio.

Presidía el ministro a quien acompañaban todas las personas que antes hemos citado, siguiendo detrás todo el pueblo de Torrevieja.

Llevaban las cintas el presidente de la Diputación, el diputado Rafael Sala Satorres, el alcalde y juez municipal de Torrevieja Manuel Ballester Albentosa, Francisco Megías y Rafael Payá, una representación del Colegio de Abogados de Orihuela, y el Ayudante de Marina, y el Teniente Coronel de Carabineros.

En el cementerio se hallaba congregada toda Torrevieja en masa, deseosa de dar muestras de gratitud al ministro Ruiz Capdepón.

El abogado del Estado, músico, escritor y poeta Luis Cánovas Martínez. / FOTO: Darblade

El abogado del Estado, músico, escritor y poeta Luis Cánovas Martínez. / FOTO: Darblade

Al llegar la comitiva al pie del mausoleo y en el momento de ir a depositar la caja en la fosa, Francisco Bianqui, teniente alcalde del Ayuntamiento de Torrevieja, leyó unos inspiradísimos versos alusivos al acto, originales del abogado del Estado, músico y poeta Luis Cánovas:

Juguete de una ola irritada hacia el fondo del mar va arrastrando a la presa codiciada.

Veáse un hombre en tomar, en vano gime, se revuelve y lucha con el mar bramador.

Su voz suena apagada, nadie escucha, su ayes de dolor.

Le oye su padre al fin, y, de congojas sintiéndose expirar, al insondable prólogo se arroja su vida a rescatar.

Llega, le estrecha, pero el mar envía una ola de otra en pos y en un supremo abrazo de agonía desaparecen los dos.

Después de su victoria, satisfecho el iracundo mar de algas marinas el mullido lecho, les arroja al azar.

Más ¡oh mar! tu triunfo de un momento recuerdas con dolor y ves ante tí alzarse un monumento, tu eterno acusador.

El mar, sin cesar a tu memoria de aquel día fatal, la triste, breve y luctuosa historia de un amor fraternal.

Él te dice que aquellos que en tus brazos hicistes sucumbir rompieran sólo en tus terrenos lazos y tú, tú has de morir.

Cuando suene la fúnebre trompeta en el juicio final y desaparezca roto este planeta del mundo sideral, tú mar soberbio, al caos, a la nada, de donde te sacó el Dios que con la luz de su mirada los soles encendió, volverás y, entre tanto, los que un día tu presa hiciste ya vivirán vida eterna de alegría al lado de Jehová.

¿Sientes inquieta y angustiada el alma tu culpa al conocer?

¿Quieres que vuelva la perdida calma al fondo de tu ser?

Recuerda tu delito y su agonía y eleva en su loor perdurable y patética herejía al trono del Señor.

Trinitario Ruiz Capdepón, profundamente emocionado y vertiendo abundantes lágrimas junto a los restos de su padre y hermano, contestó con una brillante y sencilla improvisación, haciendo derramar lágrimas a todos los allí presentes.

Una vez terminada la triste ceremonia, impresionados por el acto que se acababa de presenciar, regresó toda la comitiva a Torrevieja acompañando al señor ministro hasta casa del alcalde Manuel Ballester, donde se hospedaba, siendo obsequiado con un banquete de despedida al que asistieron los mismos comensales que en el de la noche anterior.

Terminado el almuerzo, el Ruiz Capdepón, acompañado por las personas que ya dejamos citadas y en los carruajes preparados al efecto, se dirigió a la estación del ferrocarril donde fue obsequiado por el profesor de dibujo y redactor del ‘Diario de Torrevieja’, Agustín González, con un magnífico cuadro titulado “Una lucha en el desierto”, a la vez que nuevamente era aclamado y vitoreado por la multitud que lamentaba no poder retener por más tiempo al ilustre huésped.

En el momento de arrancar el tren de la estación de Torrevieja, a las cuatro de la tarde, y cuando el ministro de Gobernación era vitoreado por pueblo, Rafael Terol, alcalde de Alicante, contestó con otros tres vivas, uno al rey, otro a la reina, y otro al pueblo de Torrevieja, siendo contestados todos con verdadero entusiasmo por la inmensa concurrencia.

En la estación de Albatera-Catral se separó parte de la comitiva, dirigiéndose el ministro, acompañado de su hermana y de su hijo, de Ballesteros y de algunos otros señores a Orihuela, donde permaneció al lado de su anciana madre, Josefa Capdepón y Cascales, hasta el sábado, que salió en tren con dirección a Madrid, vía Murcia, para llegar a su domicilio capitalino el domingo.

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 19 de noviembre de 2011

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