LA PIZARRA, EL PIZARRÍN Y LAS LECTURAS DE ESCUELA

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Pues quién lo iba a pensar, pero resulta que son muchos los que me piden «contar cosas de entonces», sin concretar que es ese «entonces» y qué cosas desean recordar.

Como yo, nacido en 1939, viví mis primeros años escolares en plena dictadura-dura (pero que, por niño, no me enteraba de nada) pues, eso, a aprender con la maestra de mi pueblo, San Juan de Duz (Colunga-Asturias), que se llamaba doña Aurora y era todo bondad… y, ¡cómo no !, con las «picardías» que nos enseñaban «los mayores».

La escuela de San Juan era unitaria (niños y niñas, desde los 5 años hasta los 12 o 14) y doña Aurora tenía que atender y enseñar a todos alternando entre hacer «palotes» en el cuaderno, cuentas en la pizarra, cantar la tabla de multiplicar, estudiar lengua, historia, geografía, catecismo… y qué se yo cuántas cosas más.

La pizarra era una lasca rectangular, pulimentada, de pizarra, enmarcada en madera, y en la que se escribía con un pizarrín (los había duros y blandos, que llamaban de manteca).

Para borrar se escupía un poco de saliva y se «pasaba un trapín» limpiador (hecho en casa, claro está).

Los mayores nos enseñaban «picardías», que casi nunca entendíamos, pero que nos hacían mucha gracia. Por ejemplo este cantar de doble interpretación:

«Los hermanos Pinzones
eran unos ma… (-rineros),
que se fueron con Colón
que era todo un ca…(-ballero).

Y se fueron a Calcuta
en busca de alguna p… (-laya)
Y los indios motilones
les cortaron… (la retirada)».

En la escuela, y adecuados a cada edad, la maestra nos mandaba leer poesía, lecturas… como muy sencillas y formativas.

Yo recuerdo poesías que leí (y aprendí) de grandes poetas, hoy desconocidos para los estudiantes, no ya de bachillerato, sino también de Universidad.

Valga como ejemplo este soneto satírico de Manuel del Palacio y Simó (1831-1906), que vivió durante muchos años en Galicia y del que escribió Clarín esta broma : «En España, por este orden, hay dos poetas y medio: Campoamor, Núñez de Arce y Palacio».

El soneto se titula «DE MADRUGADA «.

Esté incluido en el libro INGENUIDADES, editado en Barcelona en 1939.- Poseo el ejemplar que ofrezco en la foto.

«¡Con qué placer el labrador honrado,
al mirar que la aurora le acaricia,
del trabajo se entrega a la delicia
sin tener otro afán ni otro cuidado!

¡Con qué placer el navegante osado,
que del viento la ráfaga codicia,
de la lumbre del sol, siempre propicia,
goza el primer destello nacarado!

¡Con qué placer absorben los rosales
las perlas, cuyo número infinito
del reciente chubasco, dan señales!

¡Con qué placer despierta el pajarito!
Y yo, ¡CON QUÉ PLACER EN HORAS TALES
ACOSTUMBRO A DORMIR COMO UN BENDITO!»

¡Felices recuerdos!

Y es que «los mayores» somos como el «ABUELO CEBOLLETA»: disfrutamos con el pasado para no sufrir con el presente.

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