EL VILLAR EN LOS TIEMPOS DEL COVID-19 (II)

POR CÉSAR SALVO, CRONISTA OFICIAL DE VILLAR DEL ARZOBISPO (VALENCIA)

Nevada del 26 de enero de 2006. / Foto: César Salvo

Los días trascurren, prácticamente, como si no hubiera ocurrido nada. Sí, quizá más tristes, más lentos, más aburridos… pero trascurren y a la que te das cuenta ya ha pasado otra semana, y otra más, y en un suspiro un más. Pasó marzo con el miedo pegado a la piel, y abril con ansias de libertad de acción mientras llovía, y estalló mayo con sus flores y sus trinos de gorriones, y se llenaron los nidos de barro de nuevas golondrinas, otra generación más que volverán el año próximo “de tu balcón sus nidos a poblar”. En El Villar comenzaron las obras en el solar del viejo Patronato, mientras nos vamos acostumbrando a las colas en las panaderías, carnicerías y supermercados, y a recoger el café en un vasito de papel y tomarlo mientras se echa un cigarro en la calle. Los niños salen con sus familiares, sus patines y bicicletas, pero no sé, yo no les veo del todo felices, hay algo de tristeza en su mirada. Y abrieron las peluquerías, menudo descanso para los que nos gusta ir despejados de azotea en primavera… El Patronato, construido en la posguerra en un solar que fue el antiguo Calvario, en esa época público (iba a ser destinado a Mercado Municipal) y no propiedad de la Iglesia, entidad que pasó a ser la propietaria por la donación de favor de un alcalde franquista en los años 70; es un tema que se merece artículo. Los bandos de Alcaldía se hacen omnipresentes, repitiendo la letanía de las medidas de actuación frente al coronavirus, la banda sonora del Resistiré llega a hacerse casi insoportable…

Pero algo ha cambiado en El Villar, de la fase 0 del estado de Alarma, y después del confinamiento muy respetado socialmente desde el principio, pasamos a poder salir a pasear una hora en dos franjas horarias y cerca de casa, un alivio que nos ha venido muy bien a todos, tomar el aire y el sol, poder charlar cuatro palabras en la cola del pan o del súper; después supimos que en municipios menores de 5.000 habs. no habría límites de franjas horarias, lo cual te permitía salir a cualquier hora de las 6 a.m a las 23 p.m. Ahora está instaurada la medida de separación de 2 metros entre personas y el uso de mascarilla se perfila como obligatorio en pocos días, no así el de guantes (por peligrosos). Ayer por la tarde, el Ministerio de Sanidad anunció el pase a la Fase 1 de los 14 departamentos de salud de la C.V. que quedaron a la espera la semana pasada. A partir de hoy, lunes, en El Villar se podrá tomar una cerveza o un café en las terrazas que van a abrir algunos bares; se dice que van a cortar la calle de las Cruces a la altura de la calle Levante y la del Calvario en su confluencia con la calle del Hospital, así como la de Vicente Llatas Burgos, desde la calle de San Blas a la del Calvario, y que, además, el Ayuntamiento no va a cobrar tasas a los empresarios y va a permitir ampliar el espacio para garantizar las medidas de separación social. Será un cambio importante, porque desde el pasado siglo XX, los bares son espacios sociales de primera magnitud. El resto de medidas no causarán tanto impacto, aunque es cierto que se tienen ganas de poder ir a misa, con un amplio templo que no tiene problemas de aforo desmedido fuera de las celebraciones patronales y se puede cumplir con la normativa sanitaria; también se espera que abra el templo de las Carmelitas Descalzas.

Como sigue lloviendo a veces y con lo que llovió en abril, los labradores llevan las tareas del campo algo retrasadas, y eso que aprovechan cualquier rato y cualquier hora para salir “al monte” como decimos aquí y hacer marcha. Por cierto, sabéis por qué no decimos “¿al campo”?, pues porque cuando los cristianos se instituyeron aquí en el primer tercio del siglo XIV, las pocas casas que habían, alrededor de la alcazaba (Iglesia y Palacio), estaban rodeadas de espesos bosques (encinas, pinos, enebros…) que se fueron talando para construir más casas dado que la demografía crecía exponencialmente al tiempo que se aprovechaba para abancalar los terrenos. Y no será hasta finales del siglo XVII que la villa se verá ya desde lejos; aunque desde la fachada sur siempre fue visible: la Torre fue el punto más alto de esa fachada que son las Solanas, emergiendo de ese mar de olivos que decía D. Vicente, porque la Hoya y el Llano estuvieron cultivados desde la más remota antigüedad, desde tiempos de los iberos.

Almendros en La Seña. / Foto: César Salvo

Como cronista, uno de los hechos que más llama mi atención, de nuevo, es que continúa la ausencia de fallecimientos en la población; pareciera que la muerte no ronda nuestro huerto; bueno, pues que siga así. Porque quizá, ahora que ya se puede ir en “petit comité” a los entierros, alguien se decida a dejar este “perro mundo”. No obstante, se me había pasado un fallecimiento de hace unos días, aunque no se echó bando para evitar afluencia masiva al tanatorio, fue el del tío José el Rito, murió de viejo y ”muerte natural”. También abrirán más talleres y comercios, la imprenta y la librería donde me espera la novela (Temporada de Avispas, de Elisa Ferrer) que me auto-regalo cada año por el Día del Libro, y -aunque bajo mínimos- también abrirá el Ayuntamiento. Por cierto, que hace una semana repartió una mascarilla por vecino dejándola en los buzones. Buena iniciativa. Ahora a esperar que en los Centros de Salud podamos acceder a un test fiable y saber el estado real de la pandemia en nuestro pueblo. Esperaremos. Creo que la lección más grande que cada uno hemos aprendido en esta pandemia es la de tener paciencia. Sí, tendremos paciencia y deberemos ya incluir en nuestro lenguaje cotidiano vocablos y expresiones que han ido apareciendo con la pandemia (hasta ahora habíamos llegado solo hasta la epidemia): las primeras en escuchar y utilizarse fueron “desescalada” y “nueva normalidad”, unas metáforas exactas de lo que será recuperar ¿cuándo? la escala normal y una normalidad que hasta hacerse completa pasará con el tiempo -de nuevo- a definirse como normalidad a secas; otra que me gusta especialmente es lo de la “inmunidad de rebaño” (por cierto, no alcanzada; lo cual no es bueno), algo que hace una clara referencia a lo colectivo. A nosotros, que somos tan individualistas. Y una palabreja que es como hablar del hombre del saco de los años 50: “el superpropagador”, al parecer hay personas que son asintomáticas y que pueden viralizar a muchas personas de su entorno. Y es que, lo que pasó en febrero y lo que está pasando, nos está marcando una deriva que se resume en solidaridad y respuesta social conjunta, frente al coronavirus y a todo lo que nos viene detrás. Hay en marcha otras medidas.

El Villar bajo la tormenta (16.05.20), desde el monumento al Labrador. / Foto: César Salvo

Leer se vio fortalecido como mi primer entretenimiento durante el duro confinamiento, en el sofá o en el patio, si hacía buen día; y cuando nos dejaron salir una hora, pues aproveché para mover las piernas, que estaban algo oxidadas, y expandir mis pulmones caminando por el Barranquillo y la Hoya, mis lugares preferidos… Pero, sobre todo, se me encendió a lucecita de un trabajo pendiente en forma de libro que ha de estar listo para editarlo en 2023, pues se cumplirán entonces los 700 años de la Carta-Puebla. Se trata de la Historia General de Lo Vilar de Benaduf… Inevitablemente, mi mente no ha dejado de pensar. De pensar, sobre todo, en mi pueblo, que creo que es mi obligación como Cronista y como villarenco que me siento, pensar sin ponerme vendas en los ojos ni mordazas en la boca… He pensado mucho en una pregunta que hizo el diputado de Cultura, Xavier Rius, en la reunión que –antes de empezar esto- mantuvimos en el Ayuntamiento, y en la cual estuvimos presentes la señora Alcaldesa, la concejala de Bienestar Social, el que esto escribe y Rafael Gil Cortés, miembro de Serranía es Futuro. El diputado preguntó ¿qué modelo de pueblo queréis a medio-largo plazo? Una pregunta con mucho contenido que no fue contestada, y no lo fue porque El Villar todavía no ha podido contar con un equipo de Gobierno con solvencia suficiente para planificar el futuro del pueblo. Porque aquí jugamos –desde que tengo uso de razón- a gobernar administrativamente y no a planificar socialmente y entre todos el futuro que nos espera. ¿Cuántos proyectos comenzados, cuántos cursillos, encuentros, comisiones; alrededor de la Agenda Local 21, de los proyectos Leader, del P.G.O.U. y otros tantos? Seamos serios. Por cierto, en el bando de ayer se advirtió que ya no iba a sonar más la musiqueta del resistiré. Se volvió a agradecer la colaboración ciudadana y ¡Bienvenidos a la fase 1!

La pregunta convendrá retomarla a la mayor brevedad y debería ser ahora que estamos todavía en fase de desescalada y con los brazos cruzados, y que nos podemos reunir hasta 10 personas. No podemos dejar de cumplir esta tarea: ¿Qué queremos ser el día de mañana? ¿qué pueblo queremos dejar a nuestros nietos y a los nietos de estos? Debemos decidir hacia dónde queremos caminar, programarnos un futuro posible y sostenible. No dejemos los proyectos aprobados a un lado, y seguir con el trabajo por el cambio climático, también en nuestro pueblo, continuar los trabajos de reforestación. No debemos conformarnos con ver pasar la vida sin reaccionar, dejando que el tiempo trascurra sin hacer nada, como se ha hecho siempre. Sin miedos y sin complejos. Hoy por hoy nuestra economía bascula entre el sector servicios, una agricultura envejecida y una minería esquilmante que cada día tiene menos que extraer y acabará acabándose. La agricultura deberá buscar fórmulas de subsistencia y ponerle imaginación, la minería acabará un buen día sin que nos demos cuenta y ya no veremos los cerros que había al norte del pueblo, solo enormes montones de inertes que no dejarán de generar polvo en suspensión y huecos enormes que se dejarán sin rellenar. Es una exigencia vital saber Qué queremos ser dentro de 10, 20, 30 o 40 años. Para entonces que otros determinen lo que quieran.

Una negra que ha caído en mi jardín esta mañana y que he liberado. / Foto: C. S.

Hoy 18 de mayo entramos en la fase 1. Esa por la que la Alcaldesa de Madrid clama por alcanzar como una posesa ¡Que poca paciencia! Hace un rato que he salido a por el pan y estaban montando las terrazas en las cafeterías…

Cuatro ejemplos de apertura de terrazas en amplios espacios. / Fotos: César Salvo.

Me he tomado mi primer café desde mediados de marzo. Me ha sabido a gloria y he recordado cuando fumaba: un cigarro es el complemento de un buen café. Ha sido rápido, debía acompañar a mi madre a Llíria, tenía revisión en el oftalmólogo, ya ves, con 94 años y todavía enhebra el hilo en la aguja aunque le cueste un poco; todo bien, si tuviera carnet de conducir le permitirían coger el coche. Mañana me toca a mí, a ver si me operan de la catarata del ojo izquierdo y que casi no tengo visión. En fin, que la vida sigue, y que el tiempo vuela, y que tenemos tarea por delante… son las 7 y cuarto de la tarde, ahora un poco de paseo y a descansar la vista.

El 25 de mayo entraremos en la FASE DOS, o quizá antes, porque en la Comunidad Valenciana se ha pedido ya el salto a la siguiente fase como si esto fuera una carrera de vallas. Es cierto que hay muchas ganas de reactivar la economía y que sí que se han de ir abriendo empresas. Aunque yo prefiero, será por edad, que las cosas vayan “como tienen que ir”, poco a poco.

Dos de los árboles plantados durante el otoño en la Dula. / Fotos: César Salvo

Ya se reabrió el mercadillo hace dos viernes, cuatro puestos de frutas y verduras, uno de frutos secos y otro de encurtidos y fiambres, amén de la apertura de la pescadería; la calle las Cruces parece otra después de tantos días de silencio y soledad. Hay órdenes estrictas de no visitar el Centro de Salud si no es totalmente preciso, las consultas por teléfono. Las previsiones meteorológicas dan calor para toda la semana… Y en el horizonte se vislumbra la aparición de la tan ansiada vacuna, en EEUU, un país que supera ya los 90.000 fallecidos.

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