TUMBA DEL OBISPO DON MANUEL FERNANDEZ CONDE EN LA MEZQUITA-CATEDRAL DE CÓRDOBA

POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)

En la capilla de Ntra. Señora de la Concepción, en el suelo, hay una lápida del que fue obispo de Córdoba, tras ser nombrado por el Papa Juan XXIII, el 2 de febrero de 1959. Sus restos mortales reposan bajo el altar de la Inmaculada Concepción. Fue consagrado obispo en la Basílica de San Pedro de Roma el 8 de marzo siguiente por el Cardenal Tardini, Secretario de Estado y con el que había mantenido estrecho contacto, así como con los Papas Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI. Tomó posesión de su cargo el 10 de mayo, entrando en la capital cordobesa siete días después.

Nació el 8 de septiembre de 1909 en Puertollano (Ciudad Real). Hijo de Emilio Fernández Conde, natural de Herencia; mientras que su madre, Elena García del Rebollar, nació en Vallecas (Madrid). Pocos años después, la familia marchó hacia tierras pacenses, concretamente hacia Puebla de la Calzada, donde ejerció como maestro en la escuela, Emilio Fernández Conde, su padre, viviendo la familia en la calle Concepción.

INGRESO EN EL SEMINARIO

Al iniciarse el curso de 1922, con apenas trece años de edad recién cumplidos, el joven Manuel ingresó en el Seminario de Badajoz, en el que se inclinó desde un primer momento por la carrera de las Humanidades. Mucho debió sobresalir en las clases, porque tan sólo cinco años después, en el inicio del curso de 1927, y contando ya con dieciocho años, es enviado al Pontificio Colegio Español de San José, de Roma, en el que permaneció por espacio de diez años más. Su marcha a la Ciudad Eterna perseguía indudablemente una formación esmerada, y el joven Manuel no defraudará las muchas esperanzas que debieron depositarse en él: En la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma se graduó de Doctor en las facultades de Derecho Canónico y Filosofía, obteniendo también la licenciatura en Sagrada Teología.

AGREGADO A LA SECRETARIA DE ESTADO DEL VATICANO

Fue ordenado subdiácono en Roma el 1 de abril de 1933, y el 17 de marzo de 1934 era ordenado sacerdote, cantando su primera misa el día 19 siguiente, festividad de San José. Tras abandonar el Colegio Español de San José, en 1939 fue elegido para trabajar en la Secretaría de Estado del Vaticano, cursando un año de estudios diplomáticos en la Pontificia Academia Eclesiástica (la “Escuela Diplomática” de la Iglesia Católica), pasando luego a la Academia de Nobles Eclesiásticos y recibiendo después el nombramiento de agregado a la citada Secretaría de Estado, donde actuó de traductor del latín al español y viceversa, al servicio siempre de la diplomacia pontificia. Poco tiempo después, en 1942, y ya en plena Guerra Mundial, el mismísimo Papa Pío XII (que fue cardenal Secretario de Estado de 1930 a 1939), le concedió el título de Camarero Secreto Supernumerario; al que vino a sumarse diez años después, en 1952, el de Prelado Doméstico.

Sus muchos quehaceres y buenas relaciones en el Vaticano no le hicieron olvidar sus orígenes: formando parte de varias misiones pontificias, tuvo una participación muy destacada en el Congreso de la Juventud Masculina de Acción Católica celebrado en Santiago de Compostela en 1948; y también en el Congreso Mariano de Filipinas de 1954; y en la conmemoración del IV Centenario de la muerte de San Ignacio de Loyola, en 1956. En el Año Santo celebrado en 1950 fue nombrado presidente de la Comisión Española de Peregrinos a Roma.

FALLECIÓ EN CÓRDOBA EL 3 DE ENERO DE 1970

Tras pasar más de tres décadas de su vida en el Vaticano, Don Manuel Fernández-Conde y García del Rebollar, era en 1959 miembro relevante de la Curia Romana y el más antiguo de los agregados españoles a la Secretaría de Estado, en la que tenía acceso privilegiado a la información eclesiástica de origen español e hispanoamericano, así como a los extraordinarios servicios bibliotecarios y documentales vaticanos. Gobernó la diócesis de Córdoba de 1959 a 1970, falleciendo el 3 de enero de 1970, siendo además presidente de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades. La causa de su muerte se debió a una hemorragia cerebral. Sus restos mortales reposan bajo el altar de la Inmaculada.

El obispo Fernández Conde fue de carácter diplomático y bondadoso, reformó las dependencias de la curia episcopal cordobesa, amplió el Seminario de Santa María de los Ángeles y la Casa Diocesana de Espiritualidad. Creó tres nuevas parroquias en la capital, ocupó importantes cargos en la Conferencia Episcopal Española y participó activamente en la preparación y celebración del Concilio Vaticano II (1962-1965).

Las fotografías en blanco negro realizada por VISAM, recogen la visita que hizo a Montijo, procedente de Puebla de la Calzada, en los primeros días de mayo de 1959. Fue recibido en la iglesia de San Pedro Apóstol por las autoridades eclesiásticas y civiles, junto a un ‘enorme gentío’. Le acompañaba su secretario personal don Silverio Barreño Luis, sacerdote salesiano. La última fotografía muestra la comitiva dirigiéndose a la casa del matrimonio Márquez de Prado-Bueno Valdivia, entre los que se encuentran los sacerdotes don Pedro Gragera y don Cesáreo Vidarte. En Puebla de la Calzada tiene una plaza con su nombre, situada en la Barriada de la Concepción.

CAPILLA DE LA CONCEPCION

Su construcción se debe al obispo de Córdoba, el franciscano Alonso de Salizanes y Medina. Su obra finalizó en 1682, obra realizada por el arquitecto Melchor de Aguirre. La hermosa portada de acceso está materializada en mármol rojo procedente de Cabra y está embellecida por un magnífico arco de medio punto en el que se superpone un pequeño templete destinado a albergar una pequeña imágen de la Inmaculada Concepción y dos escudos, el del obispo Salizanes y el escudo de la Orden Franciscana. La reja que cierra el paso a la Capilla fue ejecutada por Pedro de León en 1882.

El Retablo de la Capilla es también realización de Melchor de Aguirre y su realización fue concertada en 1680. Se trata de una obra admirablemente conjuntada en acertadas combinaciones de piedra de Luque y mármoles rojos de Cabra y blancos de Génova. En el centro se halla la imagen de la Inmaculada Concepción, flanqueada por las de San José y Santa Ana. Las tres imágenes fueron labradas por el escultor granadino Pedro de Mena.

Agradezco la colaboración de amigo Enrique para localizar en La Mezquita-Catedral la capilla de la Concepción

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