CONCIERTO DE NAVIDAD 2025. VALDEPIÉLAGOS 27 DE DICIEMBRE.
POR AGUSTÍN DE LAS HERAS, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIÉLAGOS (MADRID)
Hay quien empieza el año con la paz del vienense concierto de Año Nuevo y viendo como vuelan los saltadores de esquí en Gamisch-Partenkirchen. Yo soy uno de ellos pero, llevando el alma valdepielagueña, el año no se puede terminar en condiciones si no es acudiendo a escuchar el Concierto de Navidad de la Rondalla y Coro «San Isidro» de Valdepiélagos.
Para mi acudir ese sábado de diciembre a la villa que tanto quiero es un viaje de deseo en la ida y un regreso a Madrid lleno de paz, donde mi mente tararea lo escuchado, hilvanando la crónica y mi sonrisa recuerda los chascarrillos habituales de cada año.
Quién no espera algún chiste de Ángel o algún direte de Paco. El concierto no sería el mismo sin ellos.
El telón se ha abierto con nuestro himno pasadoble a Valdepiélagos.
Vale más una valdepielagueña con abarcas y delantales, con cinta en su lindo pelo, que una de la capital envuelta en terciopelos. Así ha empezado el repertorio, aunque de serranas hablaba la letra. Y digo yo, que sí, que doy fe, que por mi parte no conozco a ninguna de mis quintas que no sea guapa y risueña. Y que cuando una valdepielagueña flanquea el zaguán o su puerta hacia la calle podríamos decir que… «sale el sol, sale el salero, sale la gracia del mundo, sale lo que yo más quiero…». Y hoy no me podía quejar, desde una esquina de una fila donde me tenía enfilado el director, me escondía tras Elena y MariAngeles Maria Angeles Asenjo Gonzalez, dos de mis quintas, y a mi lado no podía tener mejor compañía, mi prima Maria José Maria Jose De las Heras
Y han seguido con las seguidillas. En este caso, de Brunete. Nos han paseado por las calles de un pueblo de la Comunidad de Madrid. Algunas calles son peligrosas para quien tiene hijas hermosas, decía. Y para mí como padre, todas lo son.
A las puertas de un palacio de una señora de bien, nos canta el coro como si de juglar viniera que, llega un lindo caballero corriendo a todo correr. Ay, dulce Rosalina, tu eras bella pero… cómo sería el rey.
Y según les escuchaba he seguido tomando notas de arrión…Tanto reloj de oro, tanta cadena luego van a su casa y no tienen cena. Tanto coche de lujo, tanto boato y llegan a su casa y no tienen plato…Arrión… arrión, les va a dar igual ir a Italia o a Valencia.
El repertorio nos ha llevado a suspirar por una serrana… Ays, un corazón muy grande y una casita blanca en la ribera. Hasta el jilguero lo sabía y todos suspiraban.
Y luego un regalo musical de Ángel que envolvía la letra de Alfonso Domingo «El Cazo». Un recuerdo, un homenaje a otra época cuando nuestros ancestros segaban con la hoz y se madrugaba antes de salir el sol… «no ha amanecido madre y aún es de noche… cuánto trabajan madre, los segadores… niños acarreando trigo y cebada… cuánto trabajo madre daba la tierra… y la yunta trilla que trilla…»
Con los Segadores del arroyo, ha terminado el folclore llevándonos en volandas a la música instrumental
La leyenda del beso ¡Ay quién supiera amar!…
El siguiente bloque llevaba el tinte navideño y popular. Y aquí el público no dudaba con las letras.
La Mula, con la noche muy oscura y va a nacer el niño. Si, la mula tenía suerte, más la tenía yo por estar donde estaba.
Hoy es el día de los reyes, ha continuado.
Y Nace el niño en El Rocio, villancico andaluz, que nos ha hablado de un portalito claro. Y esta parte ha terminado con Memory. Melodia instrumental que le han dedicado a Álvaro, marido de Fina. Esta ultima convaleciente de una caída y por eso no se ha subido al escenario. Al igual que Pedro que ha ido al sur a cuidar de su madre. El concierto se ha acordado de ellos y han estado en alma con la coral y la rondalla.
El Adeste Fideles me ha llevado a aquellas clases de latín en el Instituto de San Isidro, «Adeste, fideles, laeti, triumphantes/ Venite, venite in Bethlehem: / Natum videte Regem Angelorum». Uy, perdón… «Acudid, fieles, alegres, triunfantes
venid, venid a Belén ved al nacido Rey de los ángeles»
Con el «Yo soy un pastorcillo camino de Belén, le llevo pan al Niño, le llevo leche y miel» recordaban a mi prima Alicia, que trajo esta letra perdida al alcance del coro y la rondalla.
La alborada gallega ha sido dedicada a Paco. Pero sin mediar palabra han aparecido los peces bebiendo en el río por momentos, antes de irnos al amanecer galaico.
Un villancico medioevo renacentista nos ha regalado Ángel con una zanfona. Música de aquel fuero de hace ocho siglos.
El que viene todos los años sabe que existen fuera del programa algo que ya sabemos llamar bises. Y aquí ya se ha integrado público.
Fina ha subido con la coral y con la rondalla escoltando melodías más conocidas. Se ha arrancado con los campanilleros y como siempre nos hemos estremecido.
Después si que han regresado los peces en el río con todos cantando. Aplausos, y un regalo, las carretas… ole, ole y ole…
Gracias Ángel. Gracias por hacer historia local, por dar valor a este pueblo, por tu trabajo en la dirección de personas cuya dedicación enciendes semana tras semana durante todo un año para entre todos regalarnos estos conciertos.
Casi llegando a Madrid soy ya otra persona. Estoy seguro que quienes han escuchado el concierto también lo son.
Quiero dar las gracias por dar color y música a este pueblo y espero no dejarme a nadie:
Coro
Pilar, Mari Cruz, Angelina, Celia, Maribel, Mari Mar, Fina, Macarena, Giulio, Verónica Muñoz e Isabel. Guitarras. Eva, Luz Maria.
Bandurrias. Daniel y Mari Carmen. Laudes. Nuria y Héctor. Director. Ángel Fuentes.
Y como lo difícil es continuar en el tiempo hay que agradecer dos nuevas incorporaciones, Isabel y Verónica. Mi último recuerdo del concierto es apreciar un pequeño belén que estaba expuesto en una esquina bajo el escenario. Gracias a Monika hemos podido observar un regalo del antiguo párroco de Valdepiélagos, Pablo Majewski, el párroco que hubo hace unos años.
Y llegado ya a Madrid escribo esta crónica de un día especial para que no sea olvidado. Ya contamos los días de los próximos eventos, San Isidro, San Roque… Gracias Valdepiélagos.
