La memoria de un pueblo en imágenes y legado: José Rubio Gálvez y Ángel Ríos Martínez: la importancia de recordar.

En el corazón del municipio de Beniel, un hombre ha dedicado su vida a preservar momentos, historias y emociones a través del objetivo de su cámara. José Rubio Gálvez, conocido cariñosamente como Pepe Rubio, no solo fue un fotógrafo excepcional con más de 60 años de entrega a su pasión, sino también un pilar de la comunidad. Su legado es mucho más que imágenes; es una conexión viva con el pasado y un testimonio de la evolución de su pueblo.

Pepe Rubio no fue únicamente fotógrafo por vocación. Su vida está entrelazada con la historia misma de Beniel. Como primer alcalde del municipio y propietario de la primera farmacia, dejó una marca indeleble en su comunidad. Su liderazgo y compromiso social trascendieron lo cotidiano, convirtiéndolo en una figura respetada y querida. Reconociendo su aporte, el edificio cultural de Beniel alberga una sala de exposiciones que lleva su nombre, un tributo más que merecido a quien supo inmortalizar tanto a las personas como a los paisajes que definieron una época.

Un recorrido por el ayuntamiento de Beniel revela otra manera en la que la memoria de la comunidad se mantiene viva: las paredes de la sala de plenos están adornadas con fotografías de los exalcaldes. Estas imágenes no son simples retratos; son un reflejo del compromiso colectivo, una evidencia visual de las personas que dedicaron su vida a la mejora de su pueblo. Así, cada rostro en esas paredes cuenta una historia, cada mirada guarda un fragmento del tiempo.

El esfuerzo por preservar la memoria de un pueblo no es tarea fácil. Ángel Ríos Martínez, cronista oficial del municipio vecino de Blanca, ha trabajado incansablemente para documentar las historias y rostros de su comunidad. Su trabajo es un ejemplo brillante de cómo la historia local puede unirse y fortalecerse a través de imágenes y relatos, brindando a futuras generaciones un espejo en el que contemplar su identidad. Ángel ha logrado reunir un extenso archivo fotográfico y biográfico de Blanca, construyendo un puente entre el pasado y el presente.

Pero, a pesar de su arduo trabajo, queda aún un desafío: que su labor sea plenamente reconocida y valorada por las autoridades locales. La sala de plenos del ayuntamiento de Blanca, tal como sucede en Beniel, podría ser un espacio donde las imágenes de sus alcaldes pasados sirvan como recordatorio tangible de los esfuerzos y sacrificios que forjaron el presente. Porque, como bien se dice, “todos somos historia”.

El ejemplo de Pepe Rubio y Ángel Ríos nos enseña que preservar la memoria no es un ejercicio de nostalgia, sino un acto de justicia y de gratitud hacia quienes nos precedieron. Es, además, un regalo para las generaciones futuras, quienes podrán mirar atrás y comprender de dónde vienen, con la esperanza de construir un futuro aún mejor.

El trabajo de Ángel, al igual que los de otros líderes comunitarios, merece estar en cada rincón donde la historia de Blanca se narre. Su vida, dedicada tanto al pueblo como al servicio público, es un recordatorio de que cada imagen capturada y cada paso dado en favor de la comunidad es un ladrillo en la construcción de nuestra identidad colectiva. Así, mientras las cámaras sigan disparando y los cronistas sigan escribiendo, las memorias de estos pueblos permanecerán vivas para siempre.