
POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE CÁCERES.

Cáceres en la Edad Media era una ciudad agrícola y ganadera pero también había un numeroso grupo de personas que desarrollaban sus actividades y labores artesanalmente sin ningún tipo de tecnología, eran los trabajadores de los distintos oficios.
Estos vivían y tenían sus talleres extramuros de la Ciudad Monumental de Cáceres, muchas calles actuales conservan los nombres de los oficios que estaban asentados en ellas. Estas labores artesanales hicieron fuerte el comercio medieval cuidando los intereses económicos de las Villas y fueron las bases de la consolidación de la economía en el Renacimiento.
En el Fuero concedido a Cáceres por Alfonso IX aparecen detallados los principales oficios existentes en la Villa, según Floriano Cumbreño, eran los Carpinteros, los Sastres o Alfaiates, los Caleros, los Curtidores o Pelleteros, los Zapateros, los Herreros o Ferreros, los Panaderos, los Molineros o Maquileros o Aceñeros, los Orives u Orfebres, los Sangradores, etc.
Estos oficios fueron la base de los diversos gremios, sin oficio no era posible constituir un gremio. Durante la Edad Media en Europa los trabajadores realizaban su trabajo por cuenta ajena, dependiendo totalmente de sus señores y desarrollando su labor en unas condiciones lamentables.
Como consecuencia de ello nacieron los gremios a partir del siglo XI que eran agrupaciones de trabajadores integradas por artesanos de un mismo oficio para defender sus intereses, controlar el precio y la calidad de los productos, mejorar su bienestar económico, evitar la competencia, intentar lograr equilibrar la demanda de productos y el número de talleres, ofrecer aprendizaje a los que quisieran hacerlo, etc.
La organización gremial era muy sencilla, existían tres niveles: el maestro, que tenía taller propio para realizar y vender sus obras y llegaba a serlo al aprobar un examen con una serie de pruebas prácticas que demostraran sus capacidades y habilidades. Existen en el Archivo Histórico Municipal de Cáceres multitud de Cartas de Examen de los diversos oficios que pueden consultarse.
El segundo nivel lo constituían los oficiales, que eran artesanos que conocían bastante bien el oficio, cobraban por su trabajo y eran supervisados constantemente por sus maestros que les enseñaban a mejorar sus habilidades.
En el nivel más bajo estaban los aprendices, jóvenes de 12 a 14 años que estaban entre cuatro a ocho años aprendiendo el oficio. El aprendiz debía respetar y obedecer al maestro, acudir al taller y era enseñado por el maestro el oficio y lo mantenía en su domicilio. Asimismo se pueden investigar los Contratos de Aprendizaje en el Archivo Histórico de Cáceres.
Los gremios no sólo se ocupaban de las condiciones de trabajo sino que también velaban por la espiritualidad de los trabajadores, ya que cada gremio tenía un Santo Patrón y la mayoría, Cofradías, y se encargaban además de atender a las viudas y huérfanos, abonando los funerales de los asociados a los distintos oficios.
Los oficios y gremios fueron decayendo y desapareciendo con la consolidación de la Revolución Industrial y la creación de las fábricas, reemplazando el trabajo manual por las máquinas y las cadenas de montaje.
Los sectores artesanales más importantes de la Villa de Cáceres eran el textil, el de cuero y pieles, el metal, la construcción, la cera, etc.
Uno de los oficios más mayoritarios en el Cáceres medieval era el de los Caleros al tener la Villa mucha cal, sobre todo en la zona del Calerizo, existiendo muchos hornos que producían la cal morena y blanca que no sólo se encargaban de abastecer las obras de Cáceres sino que también cubrían las necesidades de las Villas cercanas.
“Los caleros, según Floriano Cumbreño, necesitaban para ejercer su industria una autorización especial del Concejo pues, el Calerizo era uno de los egidos de la Villa y formó luego parte de sus antiguos baldíos”. Estaban asentados en la parte oriental de la Villa entre la Puerta del Río y la de Coria, que aún hoy conserva esta calle el nombre de Caleros y donde tuve la suerte de nacer hace ya algunos años.
Los carpinteros o carpenteros se encargaban de las construcciones de los edificios civiles y religiosos y de realizar todo tipo de muebles para las casas. A medida que la ciudad fue creciendo y las necesidades de viviendas aumentaron crecieron en número en la Villa.
Los sastres o alfaiates fueron muy numerosos en Cáceres, estos trabajaban en las casas particulares facilitándoles la tela o piel por lo que el sastre sólo cobraba su trabajo, o en los talleres propios. La labor de los sastres era fijada por el Concejo y sólo podían cobrar lo que estaba señalado. Si los sastres no respetaban estos precios eran multados y se les prohibía ejercer su oficio durante un tiempo. Realizaban todo tipo de trabajos: capas, garnachas, sayas, camisas, calzas, etc.
Los curtidores o pelleteros se encargaban de preparar y curtir las pieles convirtiéndolas en cuero para uso de ropaje humano; el Concejo fijaba sus precios que debían cumplirse bajo pena de multas a los que los infringieran.
Los zapateros era uno de los oficios más numerosos en la Villa, cobraban sus trabajos según estaba señalado en el “coto de Concejo”, imponiéndoles multas si incumplían dichas ordenanzas.
También existieron muchos tejedores y cardadores a pesar de que la mayoría de las casas disponían de telares para los apaños domésticos. Había en la Villa gran cantidad de talleres artesanos que hilaban las distintas materias primas: lana, lino, sarga, cáñamo, etc. para elaborar las telas. Los cardadores tenían prohibido cardar la lana con cardas de hierro.
Existían además en Cáceres los horneros a los cuales el municipio, propietario de los hornos, se los arrendaba, los molineros numerosos en la zona de la Ribera, los cereros, los canteros, los afiladores, los orives u orfebres, los cerrajeros, etc. todo un mundo artesanal que con el paso del tiempo y el nacimiento de la Industria se han ido perdiendo o adaptando a las circunstancias y necesidades actuales.
FUENTE: CRONISTA S.B.F.