POR JAIMEN PALAU RANZ, CRONISTA DE OAXACA (MÉXICO)

Baraona es un bello pueblo español de la provincia de Soria donde sé que nacieron la mayoría de mis antepasados, todos los que llevan el apellido Ranz, empezando por mi madre, mis abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, tetrabuelos, pentabuelos y hexabuelos, según actas parroquiales de nacimiento que he conseguido, y que ampliaré en cuanto pueda volver a revisar los archivos diocesanos y encuentre nuevas evidencias podré confirmar cuantas generaciones más nacieron en esa comunidad, por lo pronto puedo asegurar que hubo familia Ranz nacida en Baraona desde hace más de 300 años ininterrumpidamente.

Las fiestas del pueblo se realizaron del 18 al 21 de septiembre, con muchos meses de anticipación se había reservado la Casa Amarilla, es el Centro Cultural de la comunidad, para la presentación de mi libro “El Periplo de un Español republicano, una Historia de Guerra Civil y Exilio”, donde se narra la historia de Miguel Ranz Iglesias.

Sus primeros años de vida en el pueblo, su salida al Servicio Militar obligatorio, su crecimiento en la comunidad en lo comercial y en lo político, su actuación destacada durante la Guerra Civil Española, la derrota y su exilio a Francia donde fue internado en un campo de concentración, su huida logrando embarcar a América, su llegada a Veracruz, México, todo su proceso de crecimiento hasta convertirse en un exitoso industrial, su apoyo generoso e incondicional a la familia y colaboradores, finalmente su fallecimiento y el regreso a su pueblo natal para su descanso eterno, es lo que relato en el libro, que sirve de homenaje a mi abuelo y a mi familia de España y México.

En el transcurso de la mañana del sábado 20 antes de la presentación del libro fueron llegando al pueblo parientes y amigos de la familia Ranz, que nos prepararon una deliciosa comida, cordero al horno, un manjar castellano,

Don Miguel Ranz Iglesias fue el décimo de once hermanos, de los cuales sobrevivieron a la edad adulta ocho, todos se casaron y tuvieron descendientes.

Llegaron a la presentación del libro nietos y bisnietos de todos los hermanos Ranz; que gran ocasión para conocer primos y sobrinos, algunos de los cuales no sabía de su existencia, el salón de Actos se fue llenando de manera inesperada a la hora programada, las 7 de la tarde, las sillas preparadas, más de 100, fueron insuficientes.

No podíamos creer el éxito de la convocatoria pues realmente no se había hecho una gran promoción, adicionalmente habían transcurrido 32 años desde el fallecimiento de nuestro protagonista. Sorprendente que hubiera ese interés en conocer detalles de su vida, no puedo pasar por alto que la autoridad me pidió, a través de mi sobrina Mónica Calvo, bisnieta de Gregorio Ranz Iglesias, hermano mayor de Miguel, que la presentación estuviera exenta de fines políticos, aún hay temas que causan escozor, se lo aseguré y así fue, lo último que haría en esa querida comunidad soriana es crear una polémica con tintes políticos.

A punto de dar inicio a la presentación me informa Mónica que el proyector y la computadora funcionan perfectamente y que ella hará el favor de ir avanzando las imágenes al mismo tiempo que yo vaya narrando los diversos pasajes del libro con los comentarios, lo que no se consideró fue tener una bocina y un micrófono, por un instante me preocupé, mi garganta estaba un poco lesionada debido a que en las recientes semanas había presentado el libro en diversos foros, hablando mucho más de los acostumbrado, por otro lado, en un salón grande siempre hay el riesgo de murmullos o ruidos, sin la ayuda de un micrófono tendría que alzar un poco el tono para que la voz llegara a todos los rincones.

Afortunadamente el interés de todos los presentes fue absoluto, se hizo el silencio total, hablé de forma clara, sin apresuramientos y sin pausas, Mónica fue precisa, las imágenes que coincidieron con lo narrado en una sincronía como si se hubiera practicado en varias ocasiones:

Para cerrar el acto, les compartí la canción que hice con mi hermano Julio por medio de la inteligencia artificial dedicada al abuelo Miguel, llamada “entre dos mundos”, el aplauso al término de la presentación fue gratificante, tronador, las preguntas y las felicitaciones surgían a lo largo y ancho del salón,

Así los 50 libros que llevaba destinados para este evento volaron, fueron insuficientes, con paciencia esperaron a que les firmara uno a uno, fue un evento memorable, al acabar nos tomamos una foto del recuerdo con la mayoría de los miembros de la familia Ranz, algunos se habían retirado ya que la firma y dedicatoria de libros se llevó su tiempo.

FUENTE: J.R.P.R.