POR JOSÉ MARIA  GOLDEROS CRONISTA OFICIAL DE GRIÑÓN (MADRID)

La Navidad, tal y como hoy la conocemos, es fruto de un largo proceso histórico donde ritos religiosos, costumbres de origenagrícolas y celebraciones populares se han ido superponiendo. En otros tiempos la sociedad ciudarrealeña —como la del resto del mundo cristiano occidental— vivía al ritmo marcado por la tierra y por una Iglesia que regulaba el calendario festivo con una densidad que hoy parecería sorprendente. Se calcula que, ya en el siglo XIV, cerca de un tercio del año estaba compuesto por días festivos, según recuerda el investigador J. Prieto Gallego.

Estas celebraciones funcionaban como auténticos hitos temporales: marcaban las estaciones, cohesionaban a la comunidad y reforzaban la identidad de cofradías, hermandades, gremios y pequeños grupos vecinales que preservaban ritos heredados de tiempos remotos. Con el paso de los siglos, el Vaticano terminó por armonizar el calendario litúrgico con antiguas tradiciones precristianas, una fusión cuyas huellas aún pueden observarse hoy en las festividades de Ciudad Real.

LA NAVIDAD en la antigüedad: orígenes y permanencias

La conmemoración del nacimiento de Cristo se documenta desde los primeros siglos del cristianismo. Ya en el siglo VI se celebraba el 6 de enero como la fecha del Nacimiento —posteriormente asociada en Occidente con la Epifanía—, muestra de hasta qué punto estas fiestas en un pasado remoto.

Con el tiempo, algunas tradiciones se adaptaron a sensibilidades religiosas nuevas. El acebo, por ejemplo, sustituyó al muérdago —de origen pagano— gracias a su simbología: sus hojas puntiagudas recordaban la corona de espinas, mientras que las bayas rojas evocaban la sangre de Cristo. Hoy, debido a su escasez en la Península Ibérica, se encuentra protegido, y su uso decorativo ha sido reemplazado en gran parte por imitaciones.

También el árbol de Navidad, ahora omnipresente en hogares ciudarrealeños, tiene una historia relativamente reciente en España. La costumbre llegó desde Europa central  y no se popularizó en nuestro país hasta el siglo XIX-XX Fue entonces cuando empezó a instalarse públicamente en ciudades como Madrid, desde donde se difundió por todo el territorio.

El Belén, uno de los símbolos más queridos por los ciudarrealeños, es el montaje creado por San Francisco de Asís en 1223. Su arraigo en España se consolidó mucho después, cuando Carlos III instaló un Belén napolitano en el Palacio Real. En Ciudad Real, la tradición belenista alcanzó notable importancia desde mediado del siglo XX, y hoy se mantiene viva gracias al esfuerzo de asociaciones, y viviendas locales, cuyo trabajo ha sido estudiado —entre otros— por E. Z. Navas.

Las fiestas navideñas en Ciudad Real: memoria y celebración

Cada año, la llegada de diciembre invita a los vecinos de Ciudad Real a mirar atrás a los familiares ausentes, a los amigos que ya no están al año que termina. La Navidad, además de su sentido religioso, conserva su dimensión emocional y comunitaria.

Entre las tradiciones más arraigadas está el rito de tomar las doce uvas en Nochevieja, una costumbre genuinamente española cuyo origen se remonta a finales del siglo XIX. Comenzó a popularizarse en Madrid, donde ya en 1896 existen referencias a grupos que celebraban el fin de año comiendo uvas y brindando con champán. La costumbre se extendió al resto de  nuestro país en las décadas siguientes, y alcanzó su máximo impulso en 1909, cuando un excedente de uva en la región levantina llevó a los viticultores a promover su consumo masivo.

La retransmisión de las campanadas desde la Puerta del Sol comenzó por radio, pero se convirtió en tradición nacional desde su emisión televisada por primera vez en 1962. Desde entonces, los hogares de Ciudad Real se unen al resto de España contando una a una las doce campanadas, símbolo de los doce meses venideros.

Tradiciones singulares en la provincia

El territorio ciudarrealeño mantiene además costumbres propias que dotan a estas fechas de un carácter especial a distintas poblaciones Una de las más llamativas es la del municipio de El Robledo, donde cada 31 de diciembre decenas de valientes se bañan en las frías aguas del río Bullaque. El evento —cada vez más popular— atrae a visitantes de toda la comarca. y de otras regiones, y se ha convertido en un peculiar modo de despedir el año.

También perduran otras formas de celebración: mercadillos navideños, y canciones de villancicos tradicionales, actividades en torno a la Plaza Mayor y una creciente programación cultural que combina teatro, música y actos solidarios.Ciudad Real vive así una Navidad que une memoria y modernidad. Aunque muchas costumbres parezcan inalterables, todas ellas son el resultado de evolución y adaptación, es la voluntad de reunirse, recordar y compartir la esperanza de un nuevo año.

FUENTE: J. M. G. V