NECESITO ARENA
POR FRANCISCO JOSÉ FRANCO FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE CARTAGENA (MURCIA)
Necesito arena: la vida, las obligaciones de cada día, nos llevan por el camino de la prisa y la competitividad. Muchos de los que me leéis cada semana sois personas con grandes responsabilidades familiares y empresariales y podéis entender lo que digo. Muchas veces es necesario parar y meditar, agacharse a recoger la arena del camino.
Nuestra comarca, nuestra tierra nos ofrece recorridos que nos permiten pisar arenas llenas de historia: la ruta GR 92, en el tramo entre Calblanque y Cala Reona, nos permite sumergirnos en el túnel del tiempo: de momento, llegados a pie de cala, los teléfonos (cerca del Meridiano de Greenwich) se nos vuelven locos, indicándonos que
nos olvidemos por un buen rato de la comunicación externa y las redes sociales. La luz de la mañana nos presenta un pluriverso de formas en el que las dunas fósiles, la singular vegetación y los contrastes lumínicos a pie de playa nos invitan a tomar las primeras fotos.
Girando a la izquierda, nos adentramos por unos caminos fangosos que nos introducen en el corazón del parque natural: el avistamiento de los flamencos y el reflejo laminado del mar nos distraen por unos minutos…nos incorporamos y pronto avistamos las salinas del Rasall, construidas hace más de 100 años, cerradas al mar por las propias dunas y explotadas por la empresa catalana, que las conducía hasta los saleros de Cala Avellana en la vieja rada de Cabo de Palos, donde se almacenaban hasta su definitivo embarque de partida.
Mientras subimos al mirador de Punta Negra imaginamos lo que fue la vida de nuestros ancestros, de los primeros pobladores de estos lugares, concheros y mariscadores de la Prehistoria y la Protohistoria, que dieron paso a los habitantes ibéricos, que practicaron desde la vieja Mastia hasta las Amoladeras un tipo de pesca artesana que ha perdurado hasta nuestros días, viviendo como podían en calas y acantilados, protegiendo con el velamen aquellas cuevas donde también se inventó la minería.
Desde lo alto, donde hubo instalaciones militares y baterías, vemos asomar las calas de Negrete, Los Dentoles, Dorada, Espada, Magre y Arturo, y todo el cíngulo de montañas que dan vida al Parque. Al fondo avistamos Cabo de Palos y su faro, con sus aguas llenas de viejas historias de naufragios y batallas, y antes de llegar a Cala Reona y poder por fin tocar arena, nos untamos las manos y la cara del ocre de todas aquellas trimilenarias minas.
