POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

La noticia me llegó a través de la parroquia de San Félix (Lugones-Siero): «En la mañana de hoy, viernes, acaba de fallecer don Roberto Peña Cueli, sacerdote, tras una penosa y sufrida enfermedad. Fue ejemplo de sacerdocio en entrega y servicio a las gentes».

Conozco -conocí – a Roberto desde que éramos niños, al igual que a sus hermanos Chichi y Jaime y a sus padres y primos de Covián (Pedro Luis, Chita, Berta) quienes siempre me manifestaron un cariño muy especial. Supe de sus estudios de maestría industrial en la Universidad Laboral de Gijón, de su vocación sacerdotal e ingreso en la Compañía de Jesús para cumplir labor misionera en Hispanoamérica… Después, retornado como sacerdote secular a Asturias, seguí su trayectoria como párroco en Salas y otras parroquias de ese concejo, en Luarca, en Grado y, ya iniciando su enfermedad, como «jubilado en su pueblo natal», LA ISLA (Colunga) atendiendo a esa parroquia y colaborando, en la medida de sus posibilidades, con todas las parroquias del municipio colungués.

Ante esta noticia, triste en lo humano y siempre gozosa para un creyente en un Dios bondadoso y eterno, recordé el pensamiento que dos grandes personajes de la historia grabaron en sus obras para enseñanza en la conducta de las gentes.

Uno es de Confucio, filósofo y pensador chino del año 571 antes de Cristo: «La mayor virtud es la obediencia, la siguiente es la HUMILDAD». El otro es del poeta francés Paul Claudel (1868-1955): «Que tu vida sea para los demás como aquel atajo que una vez que se utiliza, después de olvida».

HUMILDAD y SERVICIO, esa fue, en resumen, toda la trayectoria de vida y de sacerdocio de ROBERTO PEÑA CUELI.

San Juan de Duz es un núcleo urbano que junto con Huerres y La Poledura constituyen globalmente la parroquia de Duz bajo el patrocinio de San Juan Bautista y donde se venera con especial devoción la advocación mariana de NTRA. SRA. VIRGEN DEL ROSARIO, a quien festejan anualmente el primer domingo de octubre.

Las gentes de Huerres, además, honran a Santa Catalina y las de La Poledura, a San Telmo.

Desde hace unos años San Juan y La Poledura, en unión vecinal, han ideado un galardón -el ROSARIO DE HONOR- para premiar a aquellas personas e instituciones que, por su entrega y servicio a los demás, hayan sido ejemplo para todos los colungueses. DON ROBERTO PEÑA CUELI fue el primer galardonado con ese ROSARIO y mientras su salud, año tras año más deteriorada, se lo permitió nunca faltó a ese acto «sanjuanero».

El ROSARIO DE HONOR de San Juan de Duz va más allá de un galardón que se resume en una placa o en un diploma. Es un ROSARIO real que se reza, en la anochecida otoñal del viernes anterior a la fiesta, en procesión a lo largo de las callejas y caminos del pueblo en el que lucen, apagado el alumbrado eléctrico, velas de cera colocadas en ventanas y balcones de las casas. Bella estampa de fe y de devoción que así describía, en homenaje a su pueblo, el extremeño Luis Chamizo en su poemario «El miajón de los castúos»:

«Iba mucha gente
con velas muy largas
en dos carrefilas po los enceraos
pa dale compaña…
¡Qué Virgen más güena, qué Virgen más moza,
qué Virgen más santa!…
Al pasá po la casa e los ricos
¡pumba!, se encendían toas las luminarias,
y al pasá por la casa e los probes
también hacía luces dando luminaria
y cantaban los mozos cantares
como los triníos de las golondrinas
que mus despabilan cuando viene el alba…
¡La Virgen!, ¡La Virgen! Ella, dende arriba
de las parigüelas que la porteaban,
lo mesmo a los ricos, lo mesmo a los probes,
a tos nos miraba con la misma cara
paeciendo dicirnos
con aquellos ojos cuajaos de lágrimas:
¡Peirme, muchachos,
peirme con gana,
pa que Dios vus conceda a vosotros
lo que os jaga falta!.»

Hoy, en este recuerdo a ROBERTO PEÑA, hablo por mí y, por sobre todo, hablo en nombre de todos los que forman la COMISIÓN «ROSARIO DE HONOR» de SAN JUAZ DE DUZ. No pedimos a nuestra Virgen del Rosario que conceda a ROBERETO» lo que-i faga falta» porque el gozo del cielo es ya su recompensa ; sí le pedimos a él que, al igual que lo hacía entre nosotros, ruegue a la Virgen la máxima ayuda para todos los parroquianos de Duz y de La Isla y , por extensión, a todos los colungueses.