SIN PAPÁ NOEL, CON REGALOS HUMILDES Y EN UN AMBIENTE MÁS FAMILIAR: ASÍ SE CELEBRABA LA NAVIDAD EN CÁCERES HACE 50 AÑOS
Dic 27 2025

POR FERNANDO JIMENEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES.

Para quienes vivieron su infancia en los años sesenta, la imagen actual de la Navidad resulta casi irreconocible. Las luces, la pista de hielo, las casetas, los gorros de Papá Noel y el bullicio que hoy ocupa el Paseo de Cánovas y la plaza Mayor son muy novedosos para los catovis más históricos. Así lo explica Fernando Jiménez Berrocal, Cronista Oficial de Cáceres e historiador, que observa la transformación de estas fiestas como un reflejo fiel de la evolución social de las últimas décadas.

«La Navidad ha cambiado porque la sociedad ha cambiado», resume. Y añade que lo extraño sería que siguiera celebrándose igual que cuando él era niño. Entonces, la Navidad era una celebración íntima, familiar y recogida, muy alejada del despliegue estético y comercial que hoy domina calles y plazas.En aquellos años, recuerda, el centro de la vida navideña estaba puertas adentro. Los bares cerraban temprano en Nochebuena y no existía la costumbre de salir a cenar fuera. Las familias, además, eran mucho más numerosas y se reunían casi exclusivamente en estas fechas. «Había hermanos, primos, tíos, abuelos… familias extensas que solo se juntaban en Navidad», señala. A ello se sumaba el regreso de muchos emigrantes que trabajaban en Alemania, Francia o Suiza y volvían a Cáceres por estas fechas, aportando una mezcla de nostalgia y reencuentro.

La ciudad también era otra. Cáceres contaba entonces con unos 50.000 habitantes y hoy roza los 100.000. «En apenas 50 años ha duplicado su población», recuerda el cronista, subrayando que ese crecimiento ha traído consigo nuevos hábitos, otra economía y una forma distinta de relacionarse.

Navidad austera
Los recuerdos de infancia de Jiménez Berrocal están ligados a una Navidad austera. Los regalos eran escasos y, en muchos casos, simbólicos. «Una naranja, un juguete sencillo, un balón… y ya eras feliz», rememora. Los juguetes llegaban únicamente el día de Reyes y Papá Noel no existía en el imaginario colectivo. «Ni Papá Noel, ni Santa Claus. Eso vino después», afirma.

También la música y el ambiente eran distintos. Las zambombas se fabricaban de manera artesanal, con piel de conejo y pucheros de barro, y los villancicos se cantaban por las calles. Los niños pedían el aguinaldo acompañados de panderetas, fomentando una socialización vecinal que hoy prácticamente ha desaparecido.

 

En barrios obreros como Pinilla, donde creció el cronista, la Navidad era además un espacio para la solidaridad. «Se ayudaba a la vecina viuda, al que lo estaba pasando mal», recuerda. Una red de apoyo cercana y visible que hacía la celebración más personal y comunitaria.

Dimensión religiosa
La dimensión religiosa de la Navidad también ha ido perdiendo peso con el paso del tiempo. La asistencia a la misa del gallo, antes una tradición muy arraigada, ha dejado de ser un punto central de la celebración para muchas familias. «La Navidad se ha ido desprendiendo de esa identidad religiosa y ha tendido cada vez más al consumismo», apunta Jiménez Berrocal.

A ello se suma la influencia cultural llegada del exterior, especialmente del mundo anglosajón. El cine y la publicidad han introducido iconos como Papá Noel o canciones como Jingle Bell, desplazando en parte tradiciones más locales. «Es una colonización cultural que se ha ido imponiendo poco a poco», explica.

Hoy, además, las redes sociales han añadido un nuevo componente: el del escaparate. «Antes era impensable celebrar la Navidad pensando en mostrarla», señala, aludiendo al postureo y a la necesidad de exhibir la experiencia navideña.

Transformación
Pese a todo, el cronista no habla de pérdida, sino de transformación. La estructura familiar ya no es la misma, las relaciones son más flexibles y ahora es habitual pasar la Nochebuena fuera de casa, viajar o cenar en un restaurante. «Lo que para unos es ocio, para otros es trabajo», afirma, recordando que la Navidad también se ha convertido en una importante fuente de actividad económica.

Las cabalgatas, las luces, los puestos y las pistas de hielo forman ya parte de una nueva normalidad. «Todo ha evolucionado», insiste Jiménez Berrocal, que defiende que la Navidad no puede entenderse al margen de la evolución social. «Cada generación vive su Navidad como la suya propia», concluye.

FUENTE:https://www.elperiodicoextremadura.com/caceres-local/2025/12/25/papa-noel-regalos-humildes-ambiente-125103171.html

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