POR TITO ORTIZ., CRONISTA OFICIAL DE GRANADA
Llevo varios días afinando mí zambomba porque ya huele a mantecados. La tengo en Fa mayor sostenido, para que no se me caiga, porque esto de poseer una auténtica zambomba de las de toda la vida, es un lujo al alcance de unos pocos. Sabido es que, la zambomba es un instrumento musical de fricción, que en España, acompaña con frecuencia al canto de villancicos, aguinaldos y cánticos populares.
Para los no versados -que los hay- diré que consiste en un cilindro hueco cónico más o menos grande que puede ser de distintos materiales como la cerámica, madera, o barro cocido, con uno de sus extremos cerrado con un parche, que se atraviesa por el centro con una varilla, la cual puede ser de madera u otros materiales, aunque la nuestra lleva un carrizo que, al frotarlo con la mano húmeda, se transmite al cuero la vibración producida por la vara, produciendo un sonido grave y peculiar.Por aquí ese cuero es normalmente una piel de conejo seca que, cuando se humedece por el goteo de las manos, hay que ponerla cerca de la lumbre para que recupere su tersura, no sin antes restregarle un ajo crudo, con el fin de acelerar la operación.
Son muy buenas zambombas las que hace Rafael “Falete el de las zambombas” en Guadix que, incluso, las vende por toda España. Falete empieza la faena con tiempo, para que no le pille el toro. En junio a no más tardar. Lo primero es proveerse de cañas carriceras en Villanueva de las Torres. «Se crían en los ríos y no todas valen, solo las secas», aclara. Después viene el corte de los tallos a los tamaños estándar. Diez centímetros los pequeños y treinta los grandes.La siguiente fase es la de las pieles. «Antes usaba las de conejo, ahora las de cordero».
También se surte en la comarca de Guadix en una fábrica de grasas de Jérez del Marquesado. «Las traen frescas y las secan; luego yo me las llevo a casa para continuar con el proceso; es decir, meterlas en agua dos días, escurrirlas, ponerlas encima de una mesa y terminar de retirarles el pelo», explica Falete de carretilla. Lo siguiente es colocar la caña, con la pericia de que siempre quede en el centro, y acoplar la piel a la cerámica, tal y como se lo contó a mi compañero, Jorge Pastor.
A LA MODA
Como ocurrió hace unos años fuimos “asevillanando” la semana santa, parece que ahora nos toca “jerezquizar” nuestra navidad, adoptando tradiciones en esto de organizar una “zambomba flamenca”, asunto éste que no debería apartarnos de nuestras tradiciones, si es que la moda viene para enriquecerlas.
Pero esto no debería hacernos olvidar que, Granada cuenta con una tradición más que centenaria en sus villancicos flamencos, arraigados fundamentalmente en barrios tan emblemáticos como el Albayzín y el Sacromonte, tal y como atestiguan gentes tan autorizadas como Curro Albayzín, Francisco Andrés, o el cantautor granadino, Raúl Alcover, que ya realizó como Productor y Director de Arreglos el “rescate” del flamenco autóctono granadino con tres discos que ya son historia, alabados y ensalzados por crítica y profesionales: VILLANCICOS DEL SACROMONTE, GRANÁ BAILA POR TANGOS, y AL AIRE DE GRANÁ.
En materia de villancicos flamencos, Granada y su hermosísima provincia, tiene tal riqueza de catálogo, suficiente para editar una magna antología comparable o superior a cualquier otra zona que se precie, aunque cierto es que, nuestra tierra ha vivido siempre la navidad de puertas hacia dentro, y esto de sacar los villancicos del seno familiar o amistoso, para colocarlos en un escenario con megafonía y luces, no lo teníamos muy trillado, pero aquí se han cantado siempre nuestros villancicos flamencos, sin olvidar buenas aportaciones como las de los coros rocieros, que han enriquecido la tradición.
ACOMPAÑAMIENTO
Admitiendo que la base de todo villancico flamenco es la guitarra y la zambomba, por estas tierras siempre se han hecho acompañar de unas buenas “carrañacas”, fabricadas con dos buenas tablas de una caja de pescado que, por un canto se cortan para hacerles los dientes de sierra y, por el otro, se le clavan unas puntillas, en las que previamente se han ensartado unos recortes de lata, de tal manera que al frotar una con otra, produzca el sonido metálico característico para la ocasión. Sin despreciar la inclusión de una buena botella de anís vacía que, frotada por la parte de los cuadraditos almohadillados del dorso con una cuchara, haga oírse el tintineo imprescindible que acompaña a la composición navideña por excelencia.
Y ya no digamos si a la percusión se le añade el fino sonar de un buen almirez de bronce, de los fabricados en Lucena para la eternidad, pues se trata de un instrumento que no admite el paso del tiempo, así que, puede durar siglos si se le trata con especial cariño cada navidad. Hay quién añadiría a este conjunto musical de nuestros villancicos el sonido medieval de una buena bandurria, cosa que no haría más que enriquecer lo ejecutado, pues no hay que olvidar, que la bandurria fue un instrumento imprescindible en los albores de nuestra zambra del Sacromonte, aunque hoy día ya no esté presente en nuestro flamenco más identitario.
O sea, que, si lo que ahora se lleva es, organizar estos días una zambomba jerezana en Granada, pues bienvenida sea, a su casa viene. Pero por favor, que esta esté impregnada de los villancicos del Albayzín y del Sacromonte, tan nuestros, tan únicos, que no necesitan parecerse en nada a los de otras tierras. Aquí hay arte para dar y regalar.
FUENTE: T.O.