POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Yerra Ciudadanos, que propuso la moción de eliminar las tribunas (catetas), y lo mismo PSOE y Ahora Murcia que la secundaron. Porque de clasistas, señores ediles, poco. Pero, a cada cual lo suyo, solo se equivocan en la forma. En la otra tribuna (incómoda de ver), la primera según reviran los tronos cual galeones de maderas centenarias (óle), calle Arenal Abajo, siempre se acomodaron el señor alcalde, el primero por delante, sus convidados, y el resto de concejales de la Corporación, incluidos hermanos, tíos, primos y demás familia. El protocolo funciona siempre igual, igual de mal digo. Primero los concejales del PP, que para eso mandaban, y luego el resto, oposición incluida. Pero, unos y otros, mucho cuidado, acompañados por quien les salía del alma, por no escribir del carajo. Así que la clase irá por filas, por asientos si me apuran. Y si no, que se lo digan a la otra tribuna (igual de horrorosa), la del Real Cabildo Superior de Cofradías que, con todo lo Real que quieran, la sitúan enfrente, esquinada, con los asientos justitos, no sea que a Ramón Sánchez-Parra, el presidente, se le ocurra invitar a algún famoso escritor, un periodista de renombre, un ministro. ¡Dónde se ha visto eso, hombre de Dios! Los problemas reales de las tribunas (feas a más no poder) no es que estorbaran la visión, que poco la estorban. Aunque le estorben a la oposición. Los problemas son varios y tan antiguos que algún autor sostiene que la mismísima Dolorosa camina por allí en su Viernes Santo mirando al cielo, desesperada, por no mirar a los improvisados tendidos. Tendidos de sombra, bajo el palacio, que en los de sol (enfrente) no vea usted la que cae cuando cae el sol. Primero y principal. Andaba Salzillo por Murcia cuando se regularon por última vez los palcos de Belluga. Así que allí, como diría un canónigo de la Catedral, todo sinsentido y sinrazón tienen su acomodo. Y, como añadiría un huertano de La Arboleja, también todo culo de ‘arrimado’ al poder. Porque, a ver: ¿Quién decide cómo se reparten esas sillas? ¿Qué orden de preferencia se aplica? ¿Existe un reglamento que establezca si el tío del primo del concejal debe sentarse por delante de la cuñana del hermano de la suegra de la concejal? Nada.
Y esta es la verdad, por más que a algunos se les tuerza el gesto como al Judas de la Santa Cena. La solución es fácil. ¿Qué quiere sentarse la señora madre de la que limpia la casa del señor consejero? ¡Qué se siente! Pero claro, previo pago de 200 euros del ala que, además, irán a Jesús Abandonado. ¿Qué también quiere una silla la prima del tío que le regala las olivas partías al director general? Chapó. Pero que antes pague 300 euros, como cualquier hijo de vecino. Y así. Segundo. En cualquier ciudad donde la Semana Santa se respeta como manifestación cultural existen tribunas y palcos. Son muy útiles imanes para turistas. Y no de siete u ocho filas de asientos. Podrían rivalizar en altura con las gradas de La Condomina. Y no pasa nada, oiga. Incluso se instalan y venden (caras, por cierto) en lugares de especial relevancia. Y nadie se asusta. En cambio, propongan ustedes montar tribunas en Las Flores, Santo Domingo, el Romea o La Glorieta y verán cómo los mandan a tomar por do más pecado hay. Tercero. Las tribunas (improvisadas) de nuestra Semana Santa son de tercera regional. Cuanto antes se admita, menos disgustos. Son armatostes de hierro apenas cubiertos por delante con unos trapitos indignos, sin un mal escudo de la ciudad ni del Cabildo que los adorne. Solo el obispo, que para eso pasa su Jefe, cuelga en el balcón su escudo, ahí, enorme, con un par.
Cuarto. ¿Creen ustedes que las tribunas (espeluznantes) se llenan al paso de todas las procesiones? Ni en sueños. Allí hay tortas protocolarias por sentar las posaderas (del hermano, primo, tío o vecino del secretario general de turno) solo el Lunes, de mi Perdón, Miércoles, que pasa la Sangre, y el Viernes, donde voy con Los Azotes. Y se acabó. El resto de días, las tribunas (toscas) las encontrarán medio vacías.
Quinto. ¿Quién gestiona las tribunas (rústicas) y las sillas de todas las procesiones? El Ayuntamiento, que cede la gestión a la empresa de los gitanos con el brazalete rojo en el brazo, muy cool ellos también. En Sevilla, donde de esto se sabe algo, es el Consejo General de Hermandades y Cofradías el organismo que controla la renovación, pago, cesión y solicitud de abonos. De acuerdo con el Reglamento de Uso y Adjudicación de Sillas y Palcos. Eso sí, es la Junta de Gobierno del Ayuntamiento, previa solicitud del Consejo, la que aprueba las tarifas. ¡Atrévete amigo Sánchez -Parra a proponer eso en Murcia! Te iban a crucificar junto al que está en tu San Lorenzo.
Y sexto. Huelga apuntar que igual que se eliminan las tribunas (¿He dicho ya que son horripilantes?) de Belluga, lo mismo tendrán que hacer con las instaladas para la Cabalgata de Reyes y las del Entierro de la Sardina, frente a la Delegación de Hacienda. ¡Esas sí que son clasistas de toda clase! Porque, a ver: ¿Qué justifica que a la niña de la prima cuarta del director general le lluevan los juguetes de las carrozas y a la hija de un servidor, más guapa que esa cien veces, tenga que conformarse con las ‘capullás’ que rebotan Gran Vía abajo? ¿Y qué pasará con las del Bando de la Huerta? ¿O es que aquí solo nos gusta darle por saco a la Semana Santa, pijo?
Fuente: http://blogs.laverdad.es/