‘ESTO ES OTRA HISTORIA’: CASCO HISTÓRICO DE TERUEL • ARAGÓN CULTURA ADELANTA EL PRIMER EPISODIO DEL PROGRAMA TRANSMEDIA SOBRE HISTORIA EN ARAGÓN TV Y ARAGÓN RADIO

EL CRONISTA DE LA CAPITAL TUROLENSE, VIDAL MUÑOZ, CUENTA LA VERDADERA HISTORIA DEL TORICO EN LA GUERRA CIVIL, PORQUE LO QUE DICE EL HERALDO NO ES DEL TODO ASÍ

Dos bicicletas, dos presentadores, miles de kilómetros por delante y mucha historia e historias por descubrir. Bajo esta premisa nace Esto es otra historia, una apuesta diferente por la divulgación histórica en un tono distendido y desenfadado, pero con el máximo rigor. Un proyecto transmedia sobre historia de Aragón, que puede rá verse en la televisión aragonesa cada martes a las 21:35 horas y descargarse, ampliado, en los podcast de Aragón Radio y en aragoncultura.es

La primera de las rutas recorre el casco antiguo de la ciudad del amor: Teruel. El programa descubre el origen fundacional de la ciudad, las leyendas de los amantes y de las dos torres, visita algunos de los referentes del modernismo turolense y lugares tan emblemáticos como la Iglesia de San Pedro.

La verdadera historia del Torico

El cronista de la capital turolense, Vidal Muñoz, cuenta la verdadera historia del Torico en la Guerra Civil, porque lo que dice el Heraldo no es del todo así. Los intensos bombardeos empezaban ya a afectar a la figura del Torico y su fuente, por lo que el 23 de febrero de 1938 el periodista turolense apodado “el Cuervo”, junto a otros miembros de su familia, los Gómez Cordobés, subieron hasta el pedestal y lo ‘rescataron’.

Lo guardaron en su casa para protegerlo y lo devolvieron a su lugar cuando terminó la contienda. Pero, lo curioso, es que lo pusieron al revés. En lugar de dar la espalda al edificio Ferrán, después de que lo colocaran los Gómez Cordobés, miraba hacia este edificio. Así permaneció, al revés, hasta finales de los años 50 cuando se decidió volver a bajarlo y colocarlo en su posición original, con la famosa estrella de fondo. De vez en cuando vuelve a bajar, sucedió por ejemplo en 2003 para su limpieza y el arreglo de la columna que estaba cuarteada. También en 2006 cuando se bajó para medirlo y pesarlo… 54 kilos de bronce puro ¡Casi nada!

El Modernismo y Pablo Monguió

De la vida de Monguió de sabe poco. Era de Tarragona y fue compañero de Gaudí. Durante la guerra civil, bombardearon su casa de Tarragona, con todas sus cosas dentro. Durante el bombardeo, murió una de sus hijas. Era un hombre muy estricto en su forma de hacer y muy liberal en sus diseños. Su carácter fuerte lo llevó de ciudad en ciudad, y le costaba mucho hacer amigos. Y, así, llegó a Teruel. Le gustaba moverse por los círculos culturetas. Aquí, en Teruel, presidió una importante Asociación Cultural. Se dice que promovió la creación del teatro Marín, para impulsar la cultura en la ciudad.

Durante el tiempo que pasó en Teruel, hizo un montón de edificios modernistas, como la Casa de la Madrileña. Un vecino le contó que se llama así por una señora madrileña que se casó con un señor de aquí. Pusieron una tienda en la planta baja, y como al parecer el negocio no iba lo bien que debería, pidieron un préstamo a la banca más potente de la época, que era la de los Garzarán. Como no pudieron hacer frente al préstamo, los Garzarán se quedaron la casa. Dejaron vivir aquí al matrimonio hasta el fin de sus días; así que la Madrileña pudo morir en su casa.

Además, dejó su impronta por toda la ciudad: la Casa el Torico, la Casa Madrileña, la Casa Ferrán, la fachada principal de la Catedral o la restauración de la iglesia de San Pedro y la Torre de San Martín. Pío Baroja y Ortega y Gasset visitaron Teruel y se quedaron asombrados para mal con las casas modernistas de Monguió. Hubo una época en la que se pensó tirar estas casas. Eran un símbolo de libertad que escandalizaba a las sensibilidades más conservadoras. Afortunadamente, siguen en pie, y son uno de los atractivos de Teruel.

Salvador Gisbert

Salvador Gisbert era de Blesa, Teruel. Fue pintor y periodista. Vino a Teruel y se casó con María Garzarán. Su mujer le abrió las puertas de la alta sociedad y de los círculos culturales de Teruel. Tuvieron 6 hijos, y hoy sigue con vida uno de los nietos de Salvador y María. La familia Gisbert era tan numerosa y se disgregó tanto, que, un buen día, Belén estaba guiando a un grupo, cuando uno de los chicos le dijo: “Mira, esto lo pinto mi tatarabuelo…” Y ella, alucinada, le dijo que también era su tatarabuelo. Así se conocieron. Soy Belén Gisbert, tataranieta de Salvador Gisbert y guía turística, y la iglesia de San Pedro es otra historia.

Juan Eugenio Hartzenbusch, el poeta que mejor supo contar la historia de los amantes de Teruel

Esta calle tan empedrada, tan de nombre impronunciable, tan poeta romántico, es la calle Hartzenbusch. Juan Eugenio Hartzenbusch se hizo famoso cuando llevó al teatro, por enésima vez, la historia de Los Amantes de Teruel. Antes de tomar la pluma, tuvo que sudar tinta: fue ebanista, como su padre… estuvo a punto de meterse a cura… fue taquígrafo… hasta que, un buen día, fue al teatro, por primera vez en su vida. Le llevó su segunda mujer, Salvadora Hiriart, que era muy aficionada. Y le cambió la vida. Para siempre.

Ese día supo que lo suyo era escribir. Le dio por el drama romántico. Y no encontró mejor drama romántico que la historia de los amantes de Teruel. Hartzenbusch se reinventó la historia de amor de Isabel y Diego, tan trágica, tan arrebatada, tan sentimental. Y la aprovechó para criticar a los enemigos de la libertad. Todo como muy romántico. Un editor le pagó 2.000 reales por la obra. Era una pasta, pero, a cambio, el editor se quedaba con los derechos de la obra para toda la vida.

El estreno fue apoteósico. El público le aclamó, y, al final de la función, le obligaron a salir al escenario para saludar. Aunque hoy parezca normal, era la segunda vez en la historia del teatro español. Poco antes, había empezado la tradición Antonio García Gutiérrez, durante el estreno de El Trovador. Además de ser un genio de las letras, era bastante ingenioso. Cuando ya iba para viejuno, una señorita le pidió que le firmara un autógrafo con un pensamiento. Y le puso: “Hoja, que llevas mi nombre / tú me sobrevivirás. / ¿Qué es, ¡ay!, la vida del hombre, / cuando un papel dura más?”.

Fuente: https://www.cartv.es/

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