NUESTRA SEÑORA DE LA O

POR BIZÉN  D’O  RÍO  MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE LA HOYA DE HUESCA.

Imagen de Nuestra Señora de la O

Convocado por el rey Recesvinto en el otoño del año 656 se celebraba el X Concilio Toledano, que abría las sesiones y debates el día 1 de diciembre con la participación de diecisiete obispos. En este Concilio se procedió por los obispos a fijar la fecha de la Expectación del Parto de María a ocho días antes de la Navidad; es decir, el día 18 de diciembre; tras un largo debate sobre que  la Anunciación de la Virgen era al mismo tiempo la encarnación del Verbo y la Concepción de Jesús, por lo cual debería celebrarse solemnemente el 25 de marzo, pero considerando que esta fecha caía en Cuaresma, muchas veces en Semana Santa, incluso en Viernes Santo, no procedía pues la celebración de la Encarnación del Verbo coincidiendo con la triste memoria de su Pasión, Muerte, o Resurrección. Todo ello hizo que los obispos reunidos en este Concilio, decidieran trasladar esta festividad o celebración al día 18 de diciembre, para así únicamente consagrar este día a celebrar la Encarnación del Hijo de Dios y la Divina Maternidad de la Virgen.

San Ildefonso, sucesor de Eugenio II en la silla episcopal de la iglesia de Toledo, gran devoto de María y muy celoso de su culto, confirmaría el establecimiento de esta fecha y festividad, siendo además quien le dio la denominación de Expectación del parto de la Virgen Santísima”, para dar a entender a los fieles que: “aunque en todo el Adviento se debían pedir y desear fervorosamente con la Iglesia el nacimiento del Salvador; pero particularmente debían en estos ocho días aumentar sus deseos, sus votos, sus ansias, sus suspiros por el sagrado parto de la Santísima Virgen”.

El término expectación significa espera. Por lo tanto, es la celebración de la espera del parto divino, de la Navidad, siendo este acontecimiento llamado fiesta de la “O” por los grandes deseos que manifestaban los fieles durante los ocho días previos a nacer el salvador, así como los ardientes votos que se hacen y explican por medio de los pasajes de las Sagradas Escrituras, también conocidas como “Antífonas”, que comienzan todas con la letra “O”: O Sapientia; O Adonai; Oradix Jesse; O Clavis David; O Oriens-splendor; O Rex Pentium; O Emmanuel, las cuales concluyen con un “Veni”. Estas son pues las Oes, unas cortas pero ardientes súplicas, sacadas todas de los más notables pasajes de las Escrituras, por los cuales la Iglesia, haciéndose eco del espíritu y sentido de los antiguos Patriarcas y de los Profetas, manifiesta los ardientes deseos que tiene de ver nacer de la Santísima Virgen al Salvador, a quien Jacob llamaba “La esperanza o expectación de las naciones” y el profeta Aggeo denominó “El deseado de las naciones”.

El día 18 de diciembre y siguiendo el  canon del Concilio: “Se establece por especial decreto que el día octavo antes de la Natividad del Señor se tenga dicho día como celebérrimo y preclaro en honor de su Santísima Madre”. Así bajo la advocación triple pero con idéntico contenido, de Nuestra Sra de la Esperanza; de la Expectación del Parto, o conmemoración más española aún, de Santa María de la O, en los días próximos, desde el 17 al 23 inclusive, se reza en Víspera siete Antífonas, una cada día que comienzan con la palabra “O” de una letra; una interjección de la lengua latina, que es como antes se rezaba, igual a nuestra admiración ¡Oh!.

Estas antífonas de la O, son un eco de las profecías de Isaías que fueron compuestas hacia los siglos VII y VIII y puede decirse que constituyen un magnífico compendio de la Cristología mas antigua de la Iglesia. Las antífonas “O” cruzan dos mensajes: cada uno pone de relieve un título diferente del Mesías y cada una se refiere a la profecía sobre el Mesías de Isaías.

El 17 de diciembre: Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad; el día 18, Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moises en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu Ley; el día 19, Oh Renuevo del tronco de Jessé, que te alzas con un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen; el día 20, Oh Llave de David y Cetro de la Casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar; el día 21, Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la Luz Eterna, Sol de Justicia; el día 22 Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos. Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo; el día 23, Oh Emmanuel, Rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones, y salvador de los pueblos.

Nuestra Señora de la O, es una de las advocaciones de María que España hizo llegar a todo el mundo sin estar respaldada ni por la fama milagrosa, ni por lo extraordinario de su origen, pero teniendo el respaldo de una devoción de siglos,  a pesar de que la Iglesia de Trento, a partir de mediados del siglo XVI ordenaría suprimir la imagen de la Virgen embarazada por considerarla incómoda, mas a pesar de esta prohibición, las representaciones de la Madre de Dios tanto embarazada, como amamantando a su Hijo, siguieron siendo habituales en la iconografía cristiana puesto que esta devoción a la Virgen en el inicio de su maternidad acoge el anuncio de la Salvación y esto era imposible suprimir. De aquí que en algunos templos se cambiaran las imágenes por otras en las que no se notara su estado gestante; hubo igualmente  cambios en la advocación, de la “O” se pasó a una imagen llamada del Amor Hermoso, pero en el sentir y devoción de los fieles, del pueblo, era imposible erradicar o cambiar, invocando a la Virgen durante siglos, en los días previos al Parto.

La Hoya de Huesca, celebra el Concierto de Navidad dedicado a Ntra Sra de la O junto a la Real Cofradía de San Lorenzo, siguiendo la tradición un año más.

FUENTE: CRONISTA

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