
POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Amigos lectores, son éstas las primeras líneas del nuevo formato, ahora será cada miércoles cuando estará mi torre con Vds. Pero también son las primeras líneas de estos días en que nos invade la tristeza porque una muy buena amiga mía y de muchos arevalenses, nos ha dejado. Era Amparo una amiga nueva, sin que el tiempo sea, en modo alguno, una forma de medir la intensidad de la amistad. Nueva en el tiempo, porque no hace tantos años llegó aquí en compañía de su octogenaria madre, sencillamente porque conocieron Arévalo en un viaje, y les gustó tanto que eligieron esta ciudad para quedarse.
Muy pronto coincidiríamos frecuentemente porque nos llenaban las mismas inquietudes, los conciertos, las exposiciones, la amena conversación, las mismas sensibilidades… y poco después también coincidimos en la Universidad de la Experiencia, una de esas aventuras que avivan y estrechan amistades. Recuerdo que, siendo profesora de matemáticas, que lo fue en la Universidad de Barcelona, era una cultivadora del arte y de la historia, y en aquellas clases-charlas su interés por todos nuestros temas era especialmente atrayente. Y como es natural, pronto también surgió la amistad que, con tantos temas en común y tantas coincidencias, creó lazos y apegos. Al morir su madre siguió entre nosotros, porque era su opción y, si cabe estrechamos aún más los lazos de amistad. Dedicamos bastante tiempo a visitar muchos pueblos de la comarca y de otras limítrofes, con David, para ver iglesias, arte mudéjar, retablos y tantas cosas que nos salían al paso. Era una conocedora exquisita de todo lo nuestro, incluso mucho más que la mayoría de nuestras gentes. Y también buena conversadora en animadas tertulias acompañadas de un vinito.
Mis compañeros y amigos CRONISTAS la recordarán del CONGRESO DE ORIHUELA al que me acompañó. Y nuestra visita a Torrevieja con PACO SALA como magnífico anfitrión que es, o esa otra visita extraordinaria a las famosas Salinas. Pensaba también venir al Congreso de Cáceres… tan buena compañera de viajes, con calculadas paradas culturales durante los itinerarios. Así descubrimos Villena, con su tesoro espectacular que tanto la impactó. O la Visita de Las Edades del Hombre de Oña. Por cierto, ella fue a visitar nuestras Edades de Arévalo, “Credo”, el primer día de apertura, de las primeras, y pensaba visitar la magnífica exposición alguna vez más.
Pero ya no hubo ocasión ni tiempo de más aventuras culturales… una enfermedad traidora nos la ha llevado demasiado pronto y hoy, que debería seguir escribiendo sobre la gran actividad de mi pequeña ciudad, la gran afluencia de público atraído por la exposición “Credo”, de si habrá prórroga de la exposición o no, de las actividades culturales paralelas, o de los visitantes ilustres que estas semanas están pasando por Arévalo. Pero hoy, digo, no puedo escribir de otra cosa… con profunda tristeza, acrecentada admiración por tu entereza, con tantos recuerdos que estos días nos vienen a la memoria, y mis ojos húmedos, solo quiero escribir de nuestra gran amiga, del vacío que nos deja a cuantos la hemos conocido y el cariño que la hemos profesado, como bien conocen sus hermanos… Gracias Amparo por tu amistad.