POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
No es nada fácil resolver la nueva situación creada en el ya denominado mundo rural, en primer lugar por el fenómeno despoblador, lo que a su vez supone el abandono de muchos miles de hectáreas de viejos cultivos, según las comarcas, hectáreas que de manera constante y creciente está invadiendo el matorral de las especies propias de cada terreno y zona, lo que crea a su vez y aumenta ese constante peligro del fuego a causa de cualquier descuido humano, fallo o accidente, sin descontar el intencionado.
Esto está produciendo un sensible cambio del paisaje de muchos miles de hectáreas de nuestra provincia, en las que ni siquiera el factor pastos cuenta para nada ya que las nuevas técnicas de explotación ganadera han abandonado, según parece, el sistema de régimen extensivo, con lo cual esos centenares de pueblos cuyas características de altitud, relieve, suelos y climatología los convierte en un nuevo problema, desafío a la administración, con todos los añadidos que la propia naturaleza desarrolle.
Otro factor ya tratado, que queda semiescondido en esa sencilla denominación de abandono, es el olvido de muchos miles de árboles de especies cuyos frutos han constituido a lo largo de siglos la base de la economía, y cuya variedad supera la media docena con miles de ejemplares en cada una de ellas, de todo esto hace muy pocas décadas existen infinidad de datos de todo tipo.
Esos miles de hectáreas que abandona el hombre, convertido junto a la administración en urbanita, con más o menos rapidez e intensidad, terminan siendo ocupadas por especies salvajes, antes tomadas como alimañas, ahora protegidas, son los cambios sociales que llegan y cubren todo el reino animal.
Ayer eran el lobo y el jabalí los que se enseñoreaban de terrenos y labores, amén de los grandes parques cuidados y vigilados con cierta atención, convertidos en auténticas reservas de primerísimo orden. Y en estos días a los de menor cuantía, lobo y jabalí, se les ha unido de manera un tanto sospechosa el oso, que como es natural se suma a la ocupación de lo que el hombre abandona de manera remanente, con la circunstancia de que los dos primeros no son peligrosos para el ser humano, mientras que este tercer invitado es mucho menos de fiar, pero según parece ya ha recibido todas las bendiciones de los urbanitas.
Ante situaciones nuevas, con toda su carga de retos, la prudencia en las decisiones debe constituir una auténtica carga de celo para evitar errores y fallos irreparables. Los grandes cambios han constituido siempre hitos que marcan la marcha de toda sociedad hacia el futuro. Un vecino más, cuidado con él.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/