
POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Se llamó Ildefonsa Teodora de la Torre y Rojas (Cuéllar 1915´1993), fue una gran poetisa (o poeta, que no sé cómo decirlo), Premio Nacional de Poesía 1951, doctora en Letras, y muchos más honores. Firmaba sus obras como ALFONSA DE LA TORRE y en uno de sus trabajos, «EL HABLA DE CUÉLLAR», encontré por vez primera la palabra COÑITO aplicada a una dulcería. Me puse en contacto con un confitero de esa ciudad segoviana, don Ángel Gómez, quien me informó detalladamente al respecto: Los coñitos son una pasta frita, a modo de pestiños con una «rajita» central, que se bañan en miel.
Y añadió: «Como los de Oviedo, pero esos tienen aspecto de panecillos».
¡Oh maravilla!
Hubo en Oviedo, en los inicios del siglo XX, un Congreso Eucarístico y el gremio confitero ideó diseñar una dulcería que fuese recuerdo de ese evento; pensaron en unas pastas-galleta con forma de PANECILLOS con un «corte» longitudinal y al hornear… salió lo que salió.
Las gentes de Oviedo, con su sorna tradicional, los bautizaron como COÑINOS. Don Alfredo Valdés, en la hoy desaparecida Confitería San Juan, de Oviedo, fue el depositario de la receta y, creo, su último elaborador.
Y, claro, si en Asturias había coñinos no debiera faltar el complemento «masc ulino»: los CARAJITOS.
En este caso el honor de su elaboración y divulgación se debe a don José Fernández, el Profesor», que en su establecimiento hostelero de Salas (Asturias) los hizo célebres en 1918 (hace casi 100 años) y ahí siguen como escaparate dulcero de Salas. COÑINOS Y CARAJITOS, la SEXUALIDAD (sin pecado) de Asturias.