POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Estamos en días de exámenes, de PAU, de notas, de sustos y de disgustos, de ¡hurras! y de alegrías.
Y el profesorado, entre atónito y sonriente, lee y lee cosas que jamás soñó escritas o habladas y que, ante interpretaciones pedagógicas, sicológicas, económicas, sociales… no sabe qué hacer.
Hoy, en F.B., leo que una profesora universitaria de Física General se asombra al enterarse que un alumno afirma que el agua, a presión atmosférica normal, congela a 100º C o, ¿quizá a -100º C?
Otro profesor universitario observa que una alumna escribe «qimica», sin la «u» entre la q y la i; y un tercero, en este caso de bachillerato, ve cómo se afirma que las sustancias iónicas están formadas por iones y COIONES.
No hay que asustarse, ¡caray!, que disparates siempre los hubo y los habrá y algunos, justo es reconocerlo, plenos de humor y gracia.
Como el de aquel muchacho que, ante la pregunta: «Cite los nombres de los cuatro evangelistas, respondió: «Los CUATRO evangelistas son TRES, San Pedro y San Pablo». Cita dos y no acierta ninguno.
¿Y qué decir de aquel que enunció así las leyes de Mendel: «Una asegura que la primera unión de dos seres heterosexuales es limpia; la otra dice que la segunda vez ya no es tan limpia».
¿Qué pensar al leer que CERBANTES fue Premio Nobel y que LOPEZDEBEGA escribió «El Quijote»?.
Cómo no sonreír al ver esta respuesta sobre Erasmo de Roterdam: «EL ASNO DE ROTERDAN es la escultura de un BURRO que está en Amberes.
No, amigos, no. El problema educativo no está en los disparates, sino en LOS CAMINOS que conducen a ellos. Y esos caminos, senderos y atajos no se quieren desbrozar… o no se sabe desbrozarlos.


