POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Es lógico que, aquí y ahora, no utilice esta página para explicar lo que, a mi entender, significa el término Ekklesia en su significado de asamblea o pueblo de Dios porque, eso es evidente y siguiendo el magisterio del Papa Francisco, es mucho lo que hay que renovar, redefinir, reciclar… sin perder la esencia de nuestra religión: amor y servicio a los demás.
Hoy, día de la procesión primera de la Virgen de Loreto, 27 de junio de 2014, los colungueses vamos a recordar, como punto de partida, otra fecha: la del 24 de junio de 1881.
Ese día en solemne ceremonia presidida por el entonces obispo D. Benito Sanz y Forés y por el párroco de Colunga, don Francisco Allonca y Ron, y con asistencia de todos los sacerdotes del concejo, se bendijo y colocó la primera piedra del que sería el nuevo templo parroquial de San Cristóbal el Real de la villa de Colunga.
El autor del proyecto y director de las obras del nuevo templo fue el arquitecto diocesano D. Lucas María de Palacios, que intentó -y logró- una imitación del estilo bizantino en combinación con elementos neobarrocos y goticistas. El cuerpo de «la iglesia» es el tradicional en estos edificios de culto: planta rectangular de tres naves, siendo la central más ancha y de mayor altura; preciosas columnas en piedra y el techo, al interior, combina madera y carga.
Este templo ha tenido a lo largo de los años sucesivas obras de restauración-renovación. En la segunda mitad del siglo XX se decoraron el altar mayor, las paredes y el techo del presbiterio con frescos de gran vistosidad, proporcionando al conjunto un aire de suntuosa grandiosidad. Estos frescos se restauraron recientemente, al igual que el exterior de la iglesia, el reloj de su torre y la iluminación exterior.- Lo que hoy se va a «reinaugurar» es el conjunto de «interiores»: limpieza y restauración de las columnas; limpieza y restauración de los altares de capillas laterales; restauración del artesonado de madera del techo y pintura de toda la bóveda; limpieza, lijado y abrillantado del suelo-pavimento… En fin, que la Virgen de Loreto al llegar a su «iglesia de novena» (ella tiene ermita propia) va a encontrarla «con la cara lavada y recién peiná», como decía el cantar.
A lo mejor, ¡quién sabe!, alguno de los dos obispos actuales, como antaño lo hiciera don Benito, preside nuestra procesión lauretana y bendice la obra nueva. Me temo que este deseo sea un «irrealizable».