¡CÓMO PASA EL TIEMPO!
Ago 08 2014

POR ANTONIO L. GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA (ALICANTE)

Pie de foto: Reproducción de “La gran historia del cine”.
Reproducción de “La gran historia del cine”.

El transcurso de la vida es como un soplo efímero en el que vertiginosamente personas y hechos van de un lado para el otro, sin dejar huella en la mayoría de las veces. Por ello, dentro de la inmediatez, vale la pena volver la vista atrás y recordar las circunstancias y los humanos que fueron sus protagonistas.

Apenas transcurridos diecisiete años, en los que hablábamos de “Casi cien años de cine en Orihuela” en la revista “Canelobre”; hoy, cumplidos siete años más de ese casi centenario, es buen momento para regresar sobre nuestros pasos y recordar ampliando uno de los aspectos que allí, tratábamos en solo tres líneas en referencia a una acción benéfica con la celebración de una sesión cinematográfica que, en 1905, se llevó a cabo a favor de la Casa de Misericordia y del Asilo de ancianos, en la Plaza de la Constitución (Plaza Nueva).

Como se puede intuir, nos estamos refiriendo a la exhibición de películas cinematográficas en barracones ambulantes, que de feria en feria, de fiesta en fiesta, se instalaban en los pueblos y ciudades españolas antes de sumergirse en otros establecimientos estables como cafés y teatros, en los que con el tiempo llegaron a simultanearse con espectáculos de variedades, ópera y zarzuela.

En nuestra ciudad, según los datos que disponemos, la primera referencia de exhibición cinematográfica corresponde al 15 de mayo de 1900, en que en el Teatro de la Corredera, “nuestro anciano coliseo”, Enrique Sanz presentaba “sus magníficos cuadros de fotografía animadas y color, con su notable cinematógrafo Edisson”. Dos años después, los hermanos Carreño instalaban en la Plaza de la Constitución su cinematógrafo, presentando “cuadros verdaderamente notables” como “Llegada del tren a París”, “El diablo en el convento” y “La guerra de China e incendio de Tahú”.

En 1905, teniendo el mismo emplazamiento, el oriolano Francisco Cámara, según “El Diario” plantaba su “pabellón” desde el domingo 18 de junio hasta el domingo 30 de julio, con un lapso de pocos días dentro de ese tiempo en que se trasladaba a Callosa de Segura con motivo de las fiestas de la Virgen del Carmen. En la noche de la inauguración de la temporada, se proyectó la película de 500 metros de larga y
20 minutos de duración, titulada “El país del carbón o los trabajos de las minas de Dubling”.

A ésta, en sucesivos días siguieron la primera y segunda parte del “Ingenioso
Hidalgo D. Quijote” con grandes llenos en todas las sesiones. Un gran éxito tuvo la proyección de la película “Un amante de la Luna”, considerada como la mejor película que se había visto en Orihuela hasta entonces. Otros títulos que se visionaron fueron: “Baile excéntrico”, “Un accidente en globo”, “Viaje del Rey a París”, “Un drama en el aire”, “El cazador furtivo” en color, y la película “tomada al natural” sobre la sublevación del buque de guerra ruso Potemkin, y el “Bombardeo de Odesa”.

Todo lo que rodea a espectáculos ambulantes, en ocasiones puede acarrear algunas situaciones que alteran el orden público. Así, debido a las palabras inmorales que pronunciaban los espectadores y que eran consentidas por algunos empresarios en el interior de sus locales, propició que el empresario Cámara colocase en las columnas del local notas de prohibición de este tipo de expresiones, rogando que no se faltase a la moral con palabras soeces.

Por otro lado, en la noche del 2 de julio, cuando mayor era la afluencia de público en la puerta del cinematógrafo, a un individuo se le disparó la pistola que llevaba a la cintura, pero, por fortuna no hubo ningún herido. También los amigos de lo ajeno, hacían su agosto en el mes de julio, y José Quero, joven granadino fue llevado a la cárcel por sustraer algunos “efectos de pabellón”.

Pero, el hecho más notable y que pudo tener graves consecuencias, fue el incendio provocado “por una mano criminal” en las primeras horas de la tarde del sábado 3 de julio. El autor de la fechoría fue descubierto por el Sr. Riquelme, jefe de la Guardia Municipal, siendo un individuo que había sido contratado por Cámara para vender gaseosas en el local, pero al ser despedido se vengó demostrando sus dotes como pirómano. El incendio no llegó a mayores gracias a la rápida intervención de los empleados del cinematógrafo y de la brigada de bomberos al mando del señor Montero, así como por la ayuda prestada en los primeros momentos por algunos vecinos, entre ellos el carpintero Francisco Olmos y el hornero Diego Carrillo que, durante las tareas de extinción sufrieron quemaduras en las manos.

En este tipo de exhibiciones cinematográficas ambulantes, el empresario buscaba lógicamente una mayor afluencia de público a través de otros reclamos. Así, a la puerta del local situaba “un hermoso instrumento” que ejecutaba piezas musicales, y alternaba la proyección de películas con otras actuaciones como “la mariposa electro luminosa”, a cargo de una niña cuyo vestuario se iba transformando en diversos colores, dando lugar a un “espectáculo cultísimo”.

Con objeto de llevar a cabo una labor humanitaria, los viernes en la denominada “función de moda”, ofrecía la mitad de la recaudación por las entradas para las
necesidades de la Casa de Misericordia y para el Asilo. También intentaba mejorar la calidad de las proyecciones, adquiriendo un generador de electricidad para favorecer el funcionamiento de la máquina de proyección.

Hemos vuelto la vista atrás y recordado algunas circunstancias de la temporada cinematográfica con que hizo disfrutar a nuestros abuelos el empresario oriolano
Francisco Cámara, allá por el estío desde hace ciento nueve años. The end.

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