POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
En las mazmorras me meto y de ellas surjo a la luz de las almenas, en el castillo de Cuéllar. ¡Ufff!
¡Qué sofoco, qué fatiga, cuánto hundido acuoso azud, cuántas duras escaleras, cuánto, cuánto parteluz por los muros guerreados entre Media Luna y Cruz.
Si Noemí no me ayuda, -¡bendito sea Jesús!- de aquí yo no salgo indemne de los pies… a la testuz.
Los Alburquerque aquí amaron, aquí Espronceda dio a luz su novela del destierro, aquí te encerraras tú como aquella Beltraneja -¡ay, ojú, ojú, ojú…!- que famosa se hizo solo por ignorar la vul…vul… y a aquel que la inseminó a lo macho y al albur.
Esa es una historia vieja o leyenda. ¡Tururúuu…!
(Ponedle a esta cuadro vivo un correcto paspartú)