POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Este año, las fechas avanzadas de la celebración de Semana Santa, no eran motivos suficientes para asegurar el buen tiempo, que la luna de primavera es así de influyente y cambiante. Y sin embargo, aunque los primeros pronósticos no eran demasiado claros, hemos asistido a una Semana de Pasión con tiempo veraniego.
Un tópico el hablar del tiempo, pero en esta ocasión se ha convertido en verdadera noticia. El Sábado Santo aparecieron tormentas, pero en mi ciudad no hay procesión ese día. Y el Domingo de Gloria, amaneció nublado aunque sin amenazas y se fue abriendo el cielo para regalarnos una mañana luminosa. Hacía muchos años que no se registraba la salida de todos los desfiles procesionales en estas circunstancias casi veraniegas.
Por ello la lucidez de todas las procesiones ha sido espectacular, espléndida, la materialización de todos los aspectos que atañen a los cofrades de la Santa Vera Cruz y también de Las Angustias, que cuajaron unas procesiones ordenadas, pausadas y sin carreras de lluvia, con una participación que ha devuelto los ánimos y la ilusión a cuantos portan las andas de los pasos de hombro, o empujan los carros de los pasos de ruedas.
Incluso los más pequeños cofrades, los niños del Niño Jesús Nazareno desfilaron orgullosos con su pequeño paso, y los aún más pequeños también tuvieron ocasión de portar por unos momentos al Niño Nazareno, era su primera vez… la emoción y el sentirse necesarios, experiencia que puede ser la simiente de otra generación cofrade.
Es curioso advertir que al hacer tan buen tiempo, mirando o escuchando las noticias de las celebraciones de la Semana Santa, en todos los lugares se ha registrado una afluencia más que importante, y aquí también. Quizás como pocos años, que yo recuerde, en el itinerario se habían congregado tantas personas. Verán, en nuestros desfiles están los cofrades, luego las largas filas de fieles que participan en las procesiones, como aquí decimos, porque “que la gente acompaña mucho”, pero también en otro importante contingente de público que esperaba expectante la llegada de los pasos, y de ellos, muchas gentes de fuera, como corroboran en la Oficina de Turismo.
Es el vía crucis de la mañana del Viernes Santo la única procesión en la que no hay espectadores, todos los que acuden a esa cita al clarear el día son participantes. Es el itinerario que discurre primero bordeando el caso histórico, de San Juan a San Miguel, por la ronda del Castillo para adentrarse en pleno casco histórico, por la emblemática Plaza de la Villa, atrio de San Martín, Mirador del Adaja… el corazón histórico de la ciudad monumental.
Entre oraciones y susurros de cánticos religiosos entre las estaciones, apenas se escuchan los pájaros madrugadores que revolotean y llenan de sonidos el trayecto, o los vuelos lentos y acompasados de las cigüeñas siempre afanadas en rehacer sus nidos, crotorando en lo alto de nuestras torres mudéjares.
El trayecto del Cristo de la Fe y Las Angustias por la morería arevalense, calles estrechas, redobles de tambores, acordes musicales… entre un enorme silencio, todo incita al recogimiento. O La Procesión del Silencio, por las plazas del Arrabal y de El Real, los pasos cruzan el Arco, como en un túnel del tiempo. Estación de penitencia y regreso.
Pasos mecidos por cofrades penitentes, un año más, pero no ha sido un año cualquiera. Ha sido como la confirmación tras el reciente 25 aniversario de la refundación de la Santa Vera Cruz y de la recuperación de nuestra Semana de Pasión. Un cuarto de siglo en que pasamos de salir a ver y conocer otras ciudades en Semana Santa, a ser receptores de mucho público foráneo y desde luego de la gran participación de los arevalenses. Una Semana de Pasión recuperada, y bien recuperada… ¡Feliz Pascua de Resurrección!